1999-11-01.LA RAZON.UN AÑO DE OTRAS RAZONES AGT

Publicado: 1999-11-01 · Medio: LA RAZON

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UN AÑO DE OTRAS RAZONES
LA RAZÓN. LUNES 1 DE NOVIEMBRE DE 1999
ANTONIO GARCÍA TREVIJANO
El propósito de esta página, ver los asuntos de la calle desde ventanas que no se abren en el edificio estatal de los partidos, era difícil de cumplir. Asegurada la liberalidad del periódico, el problema consistía en reunir a doce escritores que vieran y miraran el mundo de las cosas sociales con sus propios ojos y su propio juicio. La dificultad de encontrar talentos personales en una sociedad de consenso habría hecho retroceder al más optimista de los diógenes. Porque ni uno sólo, lo repito, ni uno sólo de los escritores y publicistas consagrados, por muchos méritos de orden artístico o académico que los acompañen, tienen talento o coraje para ver lo público por debajo o por encima de los tópicos y mentiras de la transición. Frívolos decoradores de las bárbaras oligarquías partidistas y financieras del negocio editorial, se reúnen en capillas culturales del templo de la falacia, donde se cultiva la facundia sacerdotal para que el pensamiento crítico y la grandeza moral, que lo aplastarían, no tengan donde anidar.
Una sociedad sin ideales, en la que nadie cree en nada que sea digno de creer, propicia el desarrollo de todas las formas del escepticismo. Desde el más hedonista al más cínico. En España no ha surgido una cultura que merezca ese nombre, como ocurrió a la muerte de Alejandro, porque muchísimo peor que una sociedad sin ideales es la situación de un pueblo sometido a la propaganda de un consenso de ideales falsos. La desmoralización es menos grave que la inmoralizacjón. Y al pueblo español lo ha inmoralizado la sucesión automática de tres propagandas oficiales de la falsedad y la deslealtad, sin libertad de pensamiento ni de expresión para denunciarlas a tiempo, es decir, antes de que la repetición y la costumbre les dieran la apariencia y la fuerza de la verdad.
Las tres falsedades se basaron en la solemne consagración de la deslealtad como virtud política primordial: patriotismo de la dictadura, prudencia de la transición, probidad de la izquierda. Tres mitos depravadores de la moral pública, que se fabricaron al servicio de la ambición desaforada de poder de aquellos seres (Franco, Juan Carlos, Suárez, Felipe González, Fraga y Carrillo) que encarnaron, simbolizaron y propagaron a los españoles el vil ejemplo del éxito de los medios ilícitos, y premio a la traición. Sus consecuencias sociales están ahora a la vista: ridiculización de los ideales nobles, degradación del idioma, corrupción de las costumbres, desprecio de la historia. iMás de medio siglo sin asomo de humanismo vivo en la vida pública!
En este océano de inmundicia, por donde flotan a sus anchas los partidos, los medios informativos y los gobiernos de turno, doce aventureros de la higiene mental y la dignidad personal, subidos a este frágil barco de papel sobre un mar de consenso en calma chicha, que a «España va bien», agitan la bandera pirata que iza el espíritu creador en las situaciones y circunstancias adversas: «Libertad de pensamiento. Elevación de sentimiento. Originalidad de concepción. Elegancia de expresión». Los créditos del espíritu no los cobra el tiempo que los ve nacer. Los conjurados con sus almas libres se hacen acreedores de una venerable gratitud en las generaciones de la libertad. Yo sólo puedo proclamar aquí mi gran respeto, pleno de gratificaciones, al fresco humanismo de Prieto, García Calvo, Martín-Miguel y Gregorio Robles; a la originalidad de pensamiento político en Dalmacio Negro; a la finura analítica de la sensibilidad moral en Sádaba; a la actualidad del análisis marxista de Carlos París; a la verídica ironía de Bruno Aguilera; a la sobria nostalgia republicana de Borrás; al tono libertario de Sorel; a la estética crítica de Fernández Isla; a la violenta humanidad del viejo Voltaire, rediviva en el ánimo de un infinito magistrado, el juez Navarro, para desbordante prez de la justicia de la verdad.