2015-10-16.LOS DIAS ALCIONICOS.TRANSTERRADOS.LOS ESPAÑOLES Y SUS EXILIOS 1
Publicado: 2015-10-16 · Medio: LOS DIAS ALCIONICOS
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21/2/2021 los días alciónicos : Transterrados. Los españoles y sus exilios I Transterrados. Los españoles y sus exilios I Desde aquel primer momento tuve la impresión de no haber dejado la tierra patria por una tierra extranjera, sino más bien de haberme trasladado de una tierra patria a otra José Gaos El exilio no tiene in Adolfo Sánchez Vázquez 1, El exilio es una constante en la historia de Españ a. Tanto que José Luis Abellán –autor que utilizaremos casi como falsilla en este ensayo- llega a decir que es estructural, y aun constitucional, de la nacionalidad españ ola: se han dado demasiados exilios como para pensar que son algo coyuntural. Desde la unidad de los reinos de Castilla y Aragó n, y el paralelo surgimiento de la Inquisició n, las oleadas de emigraciones forzadas son innú meras. Por motivos religiosos o polı́ticos, desde los moriscos hasta la ú ltima dictadura, cientos de miles de españ oles han tenido que irse para evitar la muerte. Abellán considera que la Inquisició n fue nefasta no por sus ejecuciones, que por supuesto fueron abyectas si bien en menor cuantı́a de lo que se podrı́a suponer, sino por la mentalidad que con iguraron. Una mentalidad de delació n, de homogeneidad más aparente que sincera, y de exterminio del disidente y de las minorı́as más activas. El Santo O icio fue perdiendo poder hasta su desmantelamiento al comienzo del siglo XIX, que sin embargo siguió siendo un siglo “inquisitorial”. La identi icació n de polı́tica y religió n dio a los debates ideoló gicos del momento una base teoló gica que solo podı́a dirimirse, una vez más, con la aniquilació n: si el liberalismo era una fuerza diabó lica, sus voceros eran agentes del mal y debı́an ser muertos o expulsados. Los afrancesados primero, los liberales después y en lujo constante, tuvieron que elegir entre cadalso o huida. Vicente Llorens escribió un inolvidable texto sobre estos exilios decimonó nicos; y las Cartas sobre España de Blanco-White quedan como el testimonio personal más iluminador (sobre todo después del estudio que Juan Goytisolo le dedicó al autor sevillano, donde era inevitable ver los paralelismos, el isomor ismo si se quiere decir ası́, entre aquél exilio y el del franquismo, y por extensió n con todos). El “largo siglo XIX españ ol” terminó con la Guerra Civil (1936-1939) y otra masa de exiliados. Las cifras bailan segú n quien las cuente -la oscilació n va de 200.000 a 500.000-. Lo cierto es que incluso tirando a lo bajo, sigue siendo la mayor emigració n losdiasalcionicos.blogspot.com/2015/10/transterrados-los-espanoles-y-sus.html#more 1/8 21/2/2021 los días alciónicos : Transterrados. Los españoles y sus exilios I forzosa de la historia del paı́s. Además supuso un desgarro en el mapa intelectual españ ol: en las caravanas que marchaban vencidas hacia la frontera francesa se iban también muchos de los mejores pensadores, ingenieros, artistas y cientı́ icos de la época. Y al fondo se replicaba otro fenó meno también sempiterno, el del “exilio interior”: los que se quedan guardar silencio, tal vez se atormentan, algo sin duda les inquieta: si se han ido los mejores, podrı́amos pensar entonces que se han quedado los peores. Muchos autores han buscado en los exilios la explicació n de la docilidad de los españ oles ante los poderes tiránicos. Antonio Garcı́a-Trevijano, por ejemplo, explica la servidumbre voluntaria españ ola, entre otros factores, por la selecció n natural invertida que suponen los exilios. Durante quinientos añ os los más valientes y brillantes se han tenido que ir. Luego ha permanecido lo peor, la morralla genética más servil. El exilio pregunta no solo por los que se van, sino por la mayorı́a que no lo hace ¿En qué lugar quedan los que se quedan? El exiliado es el espejo en el que es mejor no mirarse, pues devuelve la imagen de un feló n. Y eso intranquiliza. Los que se quedan pre ieren ignorar o despreciar a los que se van. Y los que se van acaban despreciando a los que se quedan, por mucho que éstos intenten hacerse perdonar. Como aquella vez en que José Luis Aranguren trató de explicar en una conferencia ante el exilio parisino que él era también uno de ellos, un exiliado “pero interior”, y la audiencia le tributó el peor desprecio: abandonar la sala en pleno ante tal aseveració n. 2, Pero si bien el exilio es una constante, cada uno tiene sus caracterı́sticas. Volviendo al exilio tras la Guerra Civil, y más concreto al de los iló sofos, tendremos que buscar propiedades que lo particularizan. Para ello hay que buscar un origen comú n, y éste resulta evidente: los pensadores españ oles, incluso los que lo niegan con vehemencia, han bebido de la ilosofı́a orteguiana. José Ortega y Gasset es el gran pope nacional de la ilosofı́a y navegó por la primera mitad del siglo XX españ ol ya desde una temprana madurez intelectual. A su cobijo crecieron todos los jó venes iló sofos a los que les tocó perder la guerra. Y en su ilosofı́a de la circunstancia, que todos mamaron, vemos la explicació n de por qué pensaron el exilio de manera tan personal y honda. “Filosofı́a de la salvació n, de salvació n de circunstancias” que dirá Leopoldo Zea prologando a José Gaos. El “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” que Ortega escribiera en las Meditaciones del Quijotehace cien añ os justos, quedó marcado en generaciones de españ oles. Españ a es la circunstancia que hay que pensar hasta la extenuació n para poder salvarla y el tiempo en que se vive el alimento nutricio: “la reabsorció n de la circunstancia es el destino concreto del hombre”. Arrojados fuera de ella, quedan huérfanos hasta encontrar una nueva circunstancia: un nuevo paı́s, como hacen unos; o el exilio mismo, la no-circunstancia como circunstancia, como hacen otros. Los primeros, que optaron por incorporarse a un paı́s nuevo, seguirán con su empeñ o salvador en los paı́ses de acogida o fracasarán en su intento de readaptarse, sin poder o querer romper con Españ a. Los segundos vivirán en un no-lugar permanente, en un “pensamiento delirante” que dirá Abellán, y en casos como el de Eugenio Imaz terminarán en suicidio. 3, Centrémonos entonces en distintas tipologı́as del exilio postbélico. Nada mejor que recurrir al texto “El exiliado”, en Los buenaventurados, de una insigne representante del mismo, Marı́a Zambrano. La pensadora enumera tres arquetipos o “pasos del exilio”: el refugiado, el desterrado y el exiliado. Y a decir verdad, solo desarrolla el ú ltimo, dejando el texto, como es habitual en ella, en una especie de atisbo de genialidad –su pluma es soberbia, como siempre- que tampoco acaba de cuajar. José Luis Abellán, más cerebral aunque menos lı́rico, desarrolla y pone ejemplos a la tipologı́a zambraniana en su libro El exilio como constante y como categoría, siendo un complemento necesario para dotar de más sustancia a la enumeració n. Dice Marı́a Zambrano: “El refugiado se ve acogido más o menos amorosamente en un lugar donde se le hace hueco, que se le ofrece y aú n concede, y en el más hiriente de los casos, donde se lo tolera”. Hay una voluntad de incorporarse en el refugiado, de empadronarse en una nueva circunstancia, que no le hace sentirse nunca abandonado, como le sucede al exiliado. Abellán nos dice que José Gaos es paradigma de esta variante, y el transterrado su consecuencia ló gica. Una vez que es aceptado en una patria de destino, hay una desdramatizació n. La vida sigue y la labor que se inició en el origen se puede continuar en el lugar de adopció n donde si se habla españ ol todo es mucho más fácil y la asimilació n puede ser casi sú bita. Veremos la igura del refugiado convertido en transterrado más adelante, in extenso. Para el desterrado, empero, no hay consuelo posible, nada puede sustituir a la tierra madre. “El encontrarse en el destierro no hace sentir el exilio, sino ante todo la expulsió n” dice Marı́a Zambrano. El propio Ortega y Gasset será el mejor ejemplo de este arquetipo, añ ade Abellán. losdiasalcionicos.blogspot.com/2015/10/transterrados-los-espanoles-y-sus.html#more 2/8 21/2/2021 los días alciónicos : Transterrados. Los españoles y sus exilios I Ortega no pudo vivir sin su circunstancia españ ola. Se fue cuando no le quedó más remedio y merodeó en torno al paı́s durante añ os, esperando ansioso poder volver fı́sicamente de donde no se fue nunca mentalmente. Ortega es ése desterrado que se siente incapacitado para adaptarse a otros ritmos y olores, y no puede concebirse en un paisaje que no sea el suyo. “El desterrado, al perder su tierra, se queda aterrado (en su sentido originario: sin tierra)” escribe Adolfo Sánchez Vázquez en su memoria del exilio. Ortega, podemos decir, vivió “aterrado” sus casi diez añ os de exilio. Aunque por supuesto estas tipologı́as son vaporosas y permeables, tal vez solo muletas para ir tirando, podrı́amos forzarlas un poco más y decir que, con excepciones, el refugiado-transterrado suele ser más bien el españ ol en América Latina y el desterrado el españ ol que se marcha a otros paı́ses europeos. Y si se nos disculpa el aparte contemporáneo, el sentimiento de destierro es el que seguramente prima entre los emigrantes post 2007 españ oles hoy. En los pubs de Londres, en las tabernas de Berlı́n, abundan los españ oles que no consiguen cortar lazos con Españ a y siguen con sus cantinelas patrias añ os después, sin aprender el idioma local, juntándose con compatriotas para ver el derbi de la Liga, comer jamó n serrano enviado por la madre de alguno, y hablar y reı́r con estruendo. Ven en su situació n algo eventual, y miran con ahı́nco internet en busca de las noticias milagrosas que hablen de recuperació n econó mica y de la posibilidad de volver. El exiliado es la tercera categorı́a en la que se ubica Marı́a Zambrano, y sobre la que ha meditado más. No es vano se pasó 45 añ os de exilio, convirtiendo el desarraigo en su patria. Su biografı́a es la antı́tesis de Gaos, que al cabo de un añ o allı́ ya pidió la nacionalidad mexicana. Zambrano pasó por México, Cuba, Puerto Rico, Italia y Suiza, haciendo amigos y amores, y deshaciéndolos al poco. Escribió varios textos sobre el exilio; dos durante el mismo: “Hacia el nuevo mundo” en Delirio y Destino (1953) y Carta sobre el exilio (1961); y tres más una vez reinstalada es Españ a: "El exilio, alba interrumpida" (1980), "Amo mi exilio" (1989) y el ya mencionado “El exiliado” en Los buenaventurados (1990). En el primero narra su experiencia en el barco que la sacó de Españ a, y habla del destierro como su nueva condició n. En el segundo describe al exiliado como despojado de lugar, casi en un sentido existencialista. Y luego en los tres textos que escribió de vuelta, cuando los exiliados tenı́an cierto prestigio, reconoce que a veces no sabe por qué ha vuelto, ya que el exilio se habı́a convertido en su naturaleza. Y en el ú ltimo de sus escritos, en Los buenaventurados, establece la tipologı́a que estamos viendo. Ella es la mejor representante de la tercera igura, la del exilio –seguimos con Abellán en esto-. Por supuesto el término es el más abarcador de los tres, pero Zambrano le da una especi icidad muy interesante. Para ella el exiliado tiene algo de peregrinaje continuo, de desnudamiento gradual hasta el despojo como condició n. Los exiliados asumen de tal manera el vagar eterno que aun cuando vuelven a Españ a, siguen sintiéndose exiliados. “El in del exilio y el exilio sin in” que dirá Sánchez Vázquez en su intento de tornar en la Transició n. Marı́a Zambrano pasó penurias, se negó a ser avalada por ningú n partido polı́tico y mereció todos los homenajes que recibió a la vuelta. Pero su mı́stica del exilio adolece, creemos, de un exceso y paradó jico intelectualismo que hace que sea la menos verosı́mil de las tres iguras. Un refugiado intenta transterrarse, o no lo consigue y se queda desterrado. Pero elegir el nomadismo voluntariamente es un poco el lujo de quien no tiene hijos a su cargo, posee grandes capacidades vitales o carece de una carrera profesional estable. Intelectualizar la indigencia, lo que inevitablemente es legitimarla, suena un poco a quien no la vive realmente ¿Por qué no se quedó en Puerto Rico y se vinculó al proceso polı́tico del paı́s, como parece que hubiera sido posible?¿Por qué abandonar, sin necesidad de hacerlo, tantos posibles arraigos? Tal vez hay algo de irresponsabilidad en su “dejarse la capa al huir de la seducció n de una patria que se le ofrece”. El exilio en Marı́a Zambrano, y esto es algo que ella no niega, tiene algo que trasciende lo polı́tico o lo econó mico, y se adentra en las interioridades de una persona herida y complicada. 4, Tras otear los exilios, queremos centrarnos en José Gaos y el término que acuñ ó de “transterrado”. José Gaos nació en Asturias en el 1900. Joven se topó con el Curso de Filoso ía Elemental, de Jaime Balmes, en cuyo inal se alumbraba una inquietud que Gaos arrastrará toda su vida intelectual: la radical historicidad de la Filosofı́a, incapaz de desarrollar corpus teó ricos independientes de su contexto. Tras vivir en Valencia un tiempo, marcha a Madrid en 1921 para estudiar Filosofı́a y letras en la Universidad Central. Allı́ conocerá a Zubiri, Garcı́a Morente, y sobre todo a Ortega y Gasset, del que se convertirá en uno de sus discı́pulos más queridos. Con el tiempo la relació n entre ambos conoció ciertas tensiones, que con la Guerra Civil se volvieron muy profundas –si bien Gaos siempre reconocerá a Ortega como maestro. Gaos se a ilió al PSOE en los añ os treinta y mantuvo su lealtad a la II Repú blica durante toda la contienda. Aprovechando la generosa polı́tica con los españ oles vencidos del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, Gaos se exilió en México, de donde ya losdiasalcionicos.blogspot.com/2015/10/transterrados-los-espanoles-y-sus.html#more 3/8 21/2/2021 los días alciónicos : Transterrados. Los españoles y sus exilios I casi no salió . Allı́ le abrieron todas las puertas y su incorporació n a la vida académica fue inmediata y fructı́fera. Jamás volvió a Españ a, ni a pesar de los indultos que el Régimen franquista empezó a conceder a partir de los añ os cincuenta. Murió en 1969, convertido en un importantı́simo y querido iló sofo mexicano. 5, Más allá del prestigio, la voluntad o incluso la suerte que Gaos pudiera tener para ser tan gratamente aceptado en México, hay un adecuació n del sistema gaosiano al momento polı́tico de México que hicieron el acoplamiento especialmente fértil y productivo para ambas partes. Volvemos al tema del circunstancialismo de Ortega, ahora asimilado y matizado por Gaos. La idea de la circunstancia de Ortega no parece, de hecho, muy original: con otros nombres o sin ninguno estaba en la mente de los intelectuales hispánicos desde hacı́a siglos. La brillantez fue que supo explicitar y justi icar lo que antes no estaba tan excelentemente explicitado y justi icado. Antes de que Gaos cruzara el Atlántico, la idea de circunstancia tenı́a aceptació n en ambos márgenes. En Españ a, le Generació n del 14 lo veı́a como base del compromiso con el paı́s; en México, la Revolució n Mexicana habı́a originado un nuevo nacionalismo que buscará en ella una variante ilosó ica. En los dos casos se pide a la ilosofı́a que deje de ser universal y se concentre en las coyunturas histó ricas: la ilosofı́a enraizada en su tiempo y su paı́s. Para Gaos, por extensió n, defender la posibilidad de hacer ilosofı́a en españ ol era parte de su circunstancialismo; y en consecuencia defender a Ortega –el máximo representante del pensamiento en este idioma- se convirtió en una causa que superaba la lealtad personal para adentrarse en un objetivo más profundo: la salvació n de las naciones hispánicas en general, condenadas al segundo plano, en parte, por sus supuestas de iciencias culturales. Si hay un pensamiento a la altura hay solució n, y el de Ortega lo está. Y con esta preocupació n por el pensamiento españ ol y en españ ol, por la historicidad del mismo pensamiento, Gaos quiere hacer a la ilosofı́a preguntarse por la ilosofı́a y su historicidad- sin dejar nada en el camino, integrando los pensamientos nacionales que previamente habrı́an de ser estudiados (Es interesante có mo ver Gaos in luyó aquı́ a Leopoldo Zea, que a su vez marcó a los postcolonialistas latinoamericanos: la sombra de Ortega es alargadı́sima y a veces asombrosa). El complejo por la dependencia pasada puede llevar a un reniego total del pasado, pero esto es un imposible. Para Gaos y sus continuadores, el empeñ o por hacer en América Latina -o América Españ ola como dirı́a él- una ilosofı́a que obvie la historia latinoamericana, lo que aconteció y lo que se pensó previamente, es directamente un empeñ o “utó pico”. No hay manera de escapar de la propia condició n, por mucho que se intente, y convertirse y pensar como francés o un estadounidense. El pensamiento es regional, no universal. 6, “El concepto de circunstancia se articula en Ortega con el de perspectiva” nos recuerda Julián Marı́as. “El punto de vista crea el panorama” dirá el propio Ortega. En Gaos, si México es la circunstancia, el transterrado es la perspectiva. Los exiliados llegan a América y quieren entender. No solo la realidad sino có mo la ven ellos, quiénes son, desde dó nde hablan. Nunca se olvidan de quién mira, de ellos mismos. Los textos de Gaos sobre el transterrado se pueden entretejer con los de Ortega sobre el Espectador, que la perspectiva desde la que hablaba el maestro, y todo parecerı́a seguir una secuencia ló gica. Cada perspectiva se orienta sobre la realidad, no sobre el conocimiento. La realidad tiene tantos matices como personas. Y si damos hegemonı́a a una visió n concreta, si erigimos un ojo de dios, nos equivocamos. La realidad funciona con la multiplicidad de perspectivas. No hay un intelecto árbitro universal. Y aquı́, una vez más, los caminos de Ortega son inescrutables. Cuando Eduardo Nicol, otro españ ol transterrado en México, intentó distanciarse de Gaos y del orteguismo, lo hará denunciándolos como nacionalismo españ ol y oponiéndole un universalismo racionalista ateniense. Contrariamente a lo que se podrı́a suponer, los mexicanos Leopoldo Zea y Samuel Ramos, los grandes pensadores nacionales del momento, tomarán partido por los supuestos acerbos cachupines: las muchas visiones, o la perspectiva españ ola frente al canon occidentalista, es más fácilmente mexicanizable que una razó n universal, que indefectiblemente subalternizará, antes o después, cualquier interpretació n mexicana del mundo. 7, Antes de arrojarnos a los textos de Gaos sobre el transterramiento, centrémonos en la exposició n que hace José Luis Abellán del mismo concepto. Abellán vuelve mucho sobre los mismos temas y reescribe constantemente sus libros, o mejor, su opus de varios volú menes sobre la historia del pensamiento españ ol (que afortunadamente está libremente disponible en la biblioteca digital Saavedra Fajardo). Sobre el exilio escribió un libro en el 67 que la censura no permitió que se publicara completo. Luego coordinó una losdiasalcionicos.blogspot.com/2015/10/transterrados-los-espanoles-y-sus.html#more 4/8 21/2/2021 los días alciónicos : Transterrados. Los españoles y sus exilios I obra colectiva en los setenta. Y sobre todo son fundamentales los dos que más hemos manejado: El exilio como constante y como categoría (Biblioteca Nueva, 2001) y El exilio ilosó ico en América. Los transterrados de 1939 (FCE, 1998). En el primero se compilan interesantı́simos artı́culos sobre distintos autores, como Machado, Zambrano o los exiliados vascos, ası́ como re lexiones más genéricas sobre el exilio. El segundo, revisita al estudio primigenio del 67 -pero ya sin mordaza y con más medios-, es un libro unitario, brillante y fértil, donde se repasan a una serie de autores casi desconocidos para el pú blico actual, y que se prologa con una disertació n imprescindible sobre esta variante del exilio que es el transterramiento. Abellán se remonta al mundillo ilosó ico españ ol de los añ os inmediatamente anteriores a la guerra civil. Para él, Españ a habı́a conseguido un nivel, por in, equiparable al europeo, con unos pensadores a la altura de sus pares continentales. En ello tuvo mucho que ver el krausismo del siglo XIX y la incorporació n de initiva de las fuentes germánicas. Ortega imperaba sin oposició n y en torno a él se aglutinaba la Escuela de Madrid (Garcı́a Morente, Zubiri, Marı́as, Gaos,…) disuelta con la contienda. En Barcelona se con iguraba al tiempo otra escuela, menos vertebrada, más enraizada en un principio autó ctono del sentido comú n o seny. Abellán reproduce un texto sobre la misma de Nicol, uno de sus representantes, donde asegura que ellos no leyeron a Ortega. Pero basta conocer a Ferrater Mora, Eugenio D´ors, o incluso los diarios de Josep Pla, para saber que Ortega era muy estudiado también en Cataluñ a. A estas dos escuelas de Madrid y Barcelona, que básicamente responden a las dos ú nicas ciudades españ olas donde se podı́a estudiar Filosofı́a y Letras, habrı́a que añ adir, nos recuerda Abellán, a los pensadores marxistas o especialmente singulares, como a los que llama del “pensamiento delirante”: Marı́a Zambrano, José Bergamı́n, Eugenio Imaz y otros (la etiqueta es con lictiva, nos tememos: Marı́a Zambrano hace del exilio algo delirante, pero no todo su pensamiento lo es; Eugenio Imaz acabará mal, pero sus libros son sensatos; José Bergamı́n empero sı́ parece ajustarse al cali icativo…) Tras la derrota de la II Repú blica viene el exilio y con él la escisió n entre los que quedan y los que se van. Ninguno de los dos grupos tiene una posició n envidiable, por cierto. De los que se van, que son los que estudiamos aquı́, destaca la calidad intelectual; hay 2 premios nobel, por ejemplo. Hay otro dato importante, y es que muchos eligen América. Lo hacen por el idioma y porque adivinan una nueva guerra en Europa, que pre ieren evitarse. La polı́tica de Lázaro Cárdenas favorecerá la emigració n de los españ oles a México, y pensadores de todas las ó rbitas se irán para allá. Se les facilitará la nacionalidad mexicana inmediatamente, y pronto se creó La Casa de Españ a en México (1938) para facilitar su integració n profesional. En agradecimiento las mayorı́a de los republicanos españ oles darán lo mejor de sı́ al paı́s de acogida: se convierten en transterrados. Para estos españ oles, América (y México más en concreto) se convierte en un nuevo descubrimiento donde podrán vivir sin traumas sus valores republicanos hispánicos. América es el futuro españ ol, de lo españ ol, que en su propia tierra de origen está agonizando. Aunque a decir verdad, desde el 39 hasta la II Guerra Mundial, muchos de los españ oles siguen viendo el exilio como algo transitorio. La victoria aliada podrı́a suponer el in de Franco y la posibilidad de volver. Adolfo Sánchez Vázquez, en susRecuerdos y re lexiones sobre el exilio, dice que hasta inales de los añ os cincuenta, en que la visita de Einsenhower legitima de initivamente la dictadura, el 70 o el 80% de los exiliados españ oles en México hubiera vuelto si hubiera podido (Sánchez Vázquez tiene algo de némesis de Gaos y volveremos sobre él). 8, Retomando a Abellán, llegamos a seis puntos que, él cree, resumen un poco las caracterı́sticas del exilio ilosó ico españ ol. I) Instalació n generalizada en paı́ses de habla españ ola: los pensadores, a diferencia de otros profesionales, necesitan de la lengua y un contexto cultural en el que ubicarse. Hay muy pocos casos de pensadores que eligieran Estados Unidos, por ejemplo; Ferrater Mora lo hizo, pero le adornaba la extrañ a cualidad en un españ ol de tener facilidad para los idiomas. II) Paulatina despolitizació n con la llegada a América: los ardores juveniles se van disipando con los añ os. La dedicació n académica y la di icultad de tener una actividad pú blica por ser forasteros, sostiene Abellán, les aleja del activismo más vehemente. III) Aceptació n del liberalismo: como secuela del punto anterior, los exiliados españ oles van orientándose a un liberalismo moderado que no da para grandes histrionismos. Añ adimos nosotros algo que Abellán extrañ amente no menciona, la particularidad del régimen mexicano, corrupto pero no tiránico, tramposo pero respetador de la libertad de expresió n, que no exigió nunca una oposició n militante, un compromiso ineludible como habı́a sido la defensa de la Repú blica (serı́a interesante ver qué hicieron los exiliados españ oles en otras repú blicas latinoamericanas con dictaduras, pero eso sobrepasa a este trabajo). losdiasalcionicos.blogspot.com/2015/10/transterrados-los-espanoles-y-sus.html#more 5/8 21/2/2021 los días alciónicos : Transterrados. Los españoles y sus exilios I IV) Idealizació n de la cultura españ ola: muchos de ellos “descubren” Españ a en América, convierten la defensa del legado españ ol en uno de los propó sitos de sus vidas. Aprehender una Españ a ideal les ayuda a superar la pérdida de la Españ a real. V) La presencia de la Institució n Libre de Enseñ anza: no tan evidente como la de Ortega, todo lo que representó este vestigio del krausismo marcó a la generació n de exiliados, directa o indirectamente, como a Marı́a Zambrano, que fue profesora de la Residencia de Señ oritas. VI) Carácter fundacional y misionero: Abellán remonta a marzo de 1939, cuando se funda la Junta de Cultura Españ ola, esta idea. Bajo la presidencia de José Bergamı́n se quiere “asegurar la propia isonomı́a espiritual de la cultura españ ola”. Se fundaron librerı́as y revistas, institutos y editoriales. Los ejemplos que da Abellán son muchos, y sabemos que no son todos. Básicamente, los exiliados españ oles desataron su pasió n por la cultura en América y aportaron una gran contribució n al mundo hispánico. 9, En Confesiones de un transterrado, de 1963, José Gaos recordará có mo nació el término de transterrado: “En todo caso, y en una comida que nos dieron los profesores de Filosofı́a y Letras a los compañ eros españ oles incorporados a la Universidad Nacional, obligado a hablar, y queriendo expresar có mo no me sentı́a en México “desterrado”, sino…, se me vino a las mientes y a la voz la palabra “transterrado”, que sin duda resultó ajustada a la idea que habı́a querido expresar con sinceridad, y debı́a de ser la de una realidad no solo auténtica, sino más que puramente personal, pues hizo fortuna: desde entonces la he encontrado utilizada varias veces y no solo en México no solos españ oles y mexicanos”. El neologismo tiene sustancia y se debe sin duda a un brote de genial inventiva. Aurelia Valero Pie, en un artı́culo insuperable sobre el tema, "Metáforas del exilio": José Gaos y su experiencia del “transtierro”, explica bien el hallazgo: “La lexibilidad lingü ı́stica y el poder de imaginació n se unieron para procrear una metáfora, concebida a partir de un juego de signi icados. Mediante el trueque de un simple pre ijo, la negació n se transformó en continuidad, el despojo en superació n, la carencia en movimiento”. José Gaos tiene una obra in inita, recopilada en nueve tomos hasta la fecha de sus Obras Completas. Al tema del exilio y su visió n del transterrado no le dedica sin embargo mucho. A decir de verdad esto es de agradecer: si hubiera estirado su concepto en libros y artı́culos, tal vez hubiera quedado como algo cansino, autorreferencial y pedante. Esta ası́ es su justa medida y de ahı́ su fuerza, es la leve voz del “yo” de un iló sofo que ha creado una ilosofı́a sistémica que le supera y sobre la que pensarán generaciones de estudiosos. Que sepamos, hay tres textos especı́ icos de Gaos sobre el tema (habla del exilio en sus Confesiones profesionales, pero no como “transterrado”) y los tres están compilados en el tomo VIII de sus Obras Completas, que vienen con en el ya mencionado e imprescindible pró logo de Leopoldo Zea. -El primero se llama “Los ´transterrados´ españ oles en la ilosofı́a de México”, y apareció en 1949 en el nú mero 36 de laFiloso ía y Letras. Revista de la Universidad de México. El artı́culo, no especialmente extenso, presenta la historia de los iló sofos exiliados españ oles, nombrando a los más célebres; su primera impresió n de México, también có mo “descubrieron” un paı́s tan similar a Españ a, có mo fueron tan bien aceptados por el Gobierno y la facilidad con la que pudieron proyectar su lealtad cı́vica republicana de Españ a a México. Ya en el tı́tulo vemos que “transterrados” aparece en plural. Es un término afortunado porque señ ala una experiencia colectiva que vivieron mú ltiples individuos en un momento determinado. Por supuesto ahora podemos usar el término a discreció n, pero igual a costa de desencallarlo. ¿Fue el españ ol Rafael Barrett, por ejemplo, un transterrado cuando emigró al Paraguay a principios del siglo XX tras pelearse con un aristó crata? Aparentemente cumple las condiciones: se casó con una paraguaya y tuvo hijos, se vinculó a la polı́tica nacional, formó parte de la élite intelectual de Asunció n durante añ os…y sin embargo, lo hizo solo y en unas situaciones diferentes a las del 39. También vemos en el artı́culo la mayor limitació n del concepto de transterramiento gaosiano: está tan enfocado al mundo intelectual, o meramente académico, a la alta cultura, que a veces dudamos si puede ser aplicable a la tropa de exiliados campesinos o trabajadores manuales. M. Romero Samper, en La oposición durante el franquismo, sostiene que precisamente estos exiliados son lo que se transterraron de verdad: los españ oles que se hicieron taxistas, bedeles, o mecánicos, los que losdiasalcionicos.blogspot.com/2015/10/transterrados-los-espanoles-y-sus.html#more 6/8 21/2/2021 los días alciónicos : Transterrados. Los españoles y sus exilios I dejaron sus preocupaciones polı́ticas hispano-mexicanas a un lado, y se integraron plenamente en el paı́s de adopció n, echando raı́ces en él. -Un segundo texto es la conferencia de 1963, Confesiones de un transterrado, donde explica más personalmente, y con más perspectiva, có mo vivió el exilio. Hecho dramático que cuenta que vivió con treinta y ocho añ os, por cierto, algo que es importante mencionar: para que el traslado a otro paı́s pueda considerarse transtierro hay que estar ya formado como adulto. Un niñ o o adolescente no experimentan el contraste igual que alguien maduro. Además se ilustra aquı́ la piedra basal del transterrado y que le opone a las otras dos iguras de exilio que hemos visto: su voluntad de instalarse de modo de initivo. Gaos cuenta que hubo una idea circunstancial que se planteó , que tal vez no iba a quedarse mucho tiempo, pero que hubo otra idea más general que prevaleció : “E sta fue la idea de que puede vivirse en plan provisional o en plan de initivo, pero que en plan provisional no se hace nunca nada que valga la pena, por lo que mejor es ponerse siempre en plan de initivo: ponerse en plan de initivo es ponerse en camino de hacer lo más y mejor que se pueda, exponiéndose, tan solo, a no llegar a hacerlo; pero ponerse en plan provisional es ponerse pura y simplemente en plan de no hacer nada que valga la pena, repito, y hasta de no hacer nada a secas”. Ası́ que es transterrado tiene voluntad de permanencia, lo que no necesariamente le obliga a quedarse. El transterrado vive como si fuera a quedarse; el desterrado como si fuera a volver y el exiliado como si no fuera ni a quedarse ni a volver. Gaos dice que para a incarse fue fundamental la lengua, y llega a decir que en México se sintió más integrado de lo que se hubiera sentido en Barcelona, donde el idioma local le era desconocido. Pronto se sintió empatriado: “Desde aquél primer momento tuve la impresió n de no haber dejado la tierra patria por una tierra extranjera, sino más bien de haberme trasladado de un tierra de la patria a otra”. Y la segunda parte de la conferencia de Gaos se centra en papel de Españ a en el mundo hispánico. Es una parte interesantı́sima donde dice que el Imperio no fue españ ol sino monárquico cató lico y que tiranizaba por igual en ambos lados del Atlántico. Una vez que se ha descolonizado América, hace falta descolonizar la penı́nsula: “Españ a es el ú ltimo paı́s hispanoamericano que queda por independizar del pasado imperial comú n, convirtiéndose en una repú blica pareja de las americanas”. Le sigue una defensa de la igualdad de todos los ciudadanos de las naciones de habla españ ola, y una apologı́a de los nuevos emigrantes españ oles, que tras las independencias, ya van como iguales y en paz a América. Leı́do hoy, vemos un exceso de optimismo en Gaos, y sentimos su “commonwealth” hispánica –y aun ibérica- como un imposible por la conjunció n de intereses entre el poder global y las castas nacionales, que siempre preferirán los compartimentos estancos. Pero desde luego no deja de emocionar su sueñ o panhispánico. -El ú ltimo escrito de Gaos sobre el tema, “La adaptació n de un españ ol a la sociedad hispanoamericana” pertenece a 1966, y apareció signi icativamente en la Revista de Occidente, cuando cierto antiespañ olismo suyo se habı́a templado y ya habı́a accedido a volver a colaborar con medios españ oles (durante muchos añ os no quiso hacerlo por si aquello servı́a para legitimar, de alguna manera, el franquismo). Que la audiencia ahora es peninsular es claro. Anteriormente explicaba a mexicanos có mo era ser españ ol entre ellos, ahora describe a españ oles có mo es ser uno de ellos entre mexicanos. El texto habla de la adaptació n y de có mo ésta una experiencia personal en la que se puede fracasar, y desarrolla una idea que merece que le prestemos atenció n: la idealizació n polı́tica de México y el régimen del PRI. José Gaos insiste, como hace en los otros textos, en que la Repú blica de México representa una culminació n de los ideales republicanos de los españ oles. La historia de amor de Gaos con el PRI es muy diciente de cierta ofuscació n del transterrado. Se tiende a idealizar el sistema polı́tico que le ha aceptado, sin ver sus fallas. Difı́cilmente Gaos o los republicanos españ oles hubieran sido ası́ de condescendientes con un PRI españ ol. En el mencionado artı́culo Aurelia Valero Pie se habla bastante de este hecho. Gaos se consagró a México sin ver sus imperfecciones. En 1958 escribe al entonces candidato presidencial Ló pez Mateos una carta llena de genu lexiones. Además, su distanciamiento afectivo de los españ oles, a los que ve como un pueblo cobarde por tolerar a Franco, es bastante más severo que el que siente hacia los mexicanos, sobre cuya connivencia con la corrupció n y el clientelismo del PRI no dice nada. Solo en los ú ltimos añ os, ante los cambios industrializadores y brutales del Distrito Federal, nos dice Valero Pie, empezará a sentirse exiliado en México. Escribe algunos textos criticando la deshumanizació n capitalina, aunque “sin que la decepció n que resintió por México fuera tan radical como la que lo condujo a alejarse de Españ a” (Valero Pie). 10, Parece que los intelectuales mexicanos sintieron y sienten aprecio por estos forasteros que fueron a darles otra perspectiva de su tierra –que por supuesto nunca fue impositiva. Como los hispanistas anglosajones en Españ a o escritores centroeuropeos en Estados Unidos, las visiones foráneas bienintencionadas de un paı́s siempre pueden ayudar a mejorarlo. losdiasalcionicos.blogspot.com/2015/10/transterrados-los-espanoles-y-sus.html#more 7/8 21/2/2021 los días alciónicos : Transterrados. Los españoles y sus exilios I Hay paı́ses, como Colombia por ejemplo, cuya idiosincrasia ha di icultado el asentamiento de extranjeros en su suelo –se dice que es el paı́s de América Latina que menos inmigrantes ha recibido durante todo el siglo XX- y en consecuencia casi no ha tenido testigos externos. En su Breviario arbitrario de Literatura Colombiana, Juan Gustavo Cobo Borda dice: “(…) resulta pertinente preguntarse có mo en un paı́s como Colombia, cali icado por Alfonso Ló pez Michelsen, en su libro Esbozos y atisbos (1980), como “el Tı́bet de Suramérica”, la carencia de corrientes migratorias nos han aislado, aú n más, vedándonos la existencia de miradas ajenas sobre nosotros mismos. Esto lo digo pensando no tanto en fenó menos colectivos, como la inmigració n españ ola a raı́z de la guerra civil, que contribuyó tanto en México como en Buenos Aires a sentar las bases de una industrial cultural –editoriales, revistas, traductores-, sino al hecho de que estos transterrados – el hermoso nombre con que en México se los designa- han ofrecido vı́as de acceso de singular originalidad, aun en sus desfases, para la compresió n de fenó menos latinoamericanos y han mantenido en constante actividad vasos comunicantes entre la cultura europea y la latinoamericana”. Ası́ que, sin necesidad de explayaros más, salvo opiniones de puristas, demagogos o resentidos, que seguro que alguno hay, no hay objeció n autó ctona de peso hacia los transterrados. Es más, cuando faltan, se les extrañ a, los más lú cidos de entre los americanos, les extrañ an. Y, añ adiremos desde Españ a, ojalá muchos mexicanos se transterraran hoy aquı́ para dar vida a la Antropologı́a españ ola, disciplina sin pulso comparada con la de allı́. losdiasalcionicos.blogspot.com/2015/10/transterrados-los-espanoles-y-sus.html#more 8/8