2014-04-15.ABC.PASION RUIZ QUINTANO

Publicado: 2014-04-15 · Medio: ABC

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ABC (Madrid) - 15/04/2014, Página 80
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En Filipinas, la vida se abre paso en lugares tan insos-pechados como el Cemen-terio del Norte de Mani-la. En este camposanto de 55 hectáreas, inaugurado en 1904, miles de familias pobres han formado su hogar entre las tumbas de ilustres artistas y padres de la patria como Ramón Magsaysay, Sergio Os-meña y Manuel Roxas. A simple vista pone el vello de punta, pero tiene sus ventajas en una megalópolis tan caótica como Manila, donde buena parte de sus doce millones de ha-bitantes malviven haci-nados en chabolas de la-tón en medio de un trá-fico infernal. «Antes vivía en una cabaña de ma-dera, pero esto es más tranquilo por-que no hay ruido y también fresquito gracias al mármol de las tumbas», ra-zona Mario Formales, quien lleva 32 de sus 55 años morando en el panteón de la familia De Castro. Aquí están en-terrados Rodolfo y Marcela, una pare-ja que falleció en los años noventa sin descendencia y, mucho antes de mo-rir, había contratado a la abuela de Mario, Dionisia, para que cuidara el mausoleo, donde también reposan sus antepasados. «Los conocí personalmente porque venían el 1 de noviembre de cada año a celebrar el Día de Todos los Santos y una vez nos regalaron un televisor», recuerda Mario, quien heredó con or-gullo el trabajo de su abuela: mante-ner limpio el panteón y vigilarlo para que nadie robe el mármol ni la verja de hierro. Además de asegurarse un te-cho, gana al año 1.500 pesos (24 euros) cuidando otro panteón. Junto a él viven su es-posa, sus cinco hijos, tres yernos y cuatro nietos, que se distribuyen como pueden en los ocho me-tros cuadrados que tiene cada planta del mauso-leo. «Es pequeño, pero toda la familia está jun-ta», se congratula Mario mientras le da el biberón a su nieto de dos meses, Ley-cee, a quien su hija Maricar ha dado a luz con solo 17 años. Dando buena prueba de que este lu-gar está lleno de vida, sus otras dos hi-jas también se enamoraron de sus ma-ridos en el cementerio, donde trabajan esculpiendo lápidas por 1.000 pesos (16 euros) al mes. Sus hijos, que juegan al escondite entre los nichos y hacen las tareas sobre las tumbas, van a una escuela cercana donde a nadie le pare-ce raro vivir en un cementerio porque en Manila hay sitios peores. Pero ¿no es una falta de respeto para los muertos, sobre todo en un país tan católico como Filipinas? «No, porque les ponemos flores, nos acostamos tem-prano y, para no molestarlos, vemos la tele con el volumen muy bajo. Además, sus familiares saben que no están so-los porque los cuidamos», responde Mario Formales. Como él, muchos vi-gilantes están autorizados a residir en el cementerio porque han sido contra-tados por los parientes de los difuntos, pero cada vez se cuelan más mendigos, drogadictos y delincuentes que se ocul-tan entre sus tumbas. Como algunas partes son peligrosas porque hay robos, la familia se alum-bra de noche con una batería de coche porque no hay electricidad ni agua, sal-vo la de las fuentes que traen las por-teadoras. Pero, como advierte Mario Formales, «vivir en el cementerio no significa perder el miedo a la muerte, que me preocupa como a cualquiera porque quiero ver crecer a mis nietos». Nada como la cercanía de la muerte para apreciar aún más la vida.EL PULSO DEL PLANETAUn cementerio lleno de vidaEntre tumbas ilustres y panteones familiares, miles de familias pobres viven en el Cementerio del Norte de Manila, un camposanto centenarioPABLO M. DÍEZ Las familias hacen su vida entre las tumbas y los panteones del cementerio de ManilaPABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL  A MANILAMario Formales lleva más de treinta años viviendo en el panteón de la familia De Castro Como pueblo, pagamos la merma genética que suponen la expulsión de moros y judíos, las sangrías de la Conquista y la Guerra Civil El sábado coincidí con una in-glesa (¿hispanista?) en la caja de un supermercado de pue-blo. La inglesa, que iba por delante, llevaba un cajón de fresas, y yo, un yogur griego (como los que Xantipa le batía a Sócrates, después de atizar-le). En esto, de la calle vino una gri-tería espantosa. La cajera dejó la caja, con sus billetes de euro al aire, son-rientes como gatitos en una cesta, y salió corriendo. Tras ella, nosotros. Eran tres mujeres (una «en avanza-do estado de gestación») pegándose, y la de mayor pegada fue la gestan-te. Un señorín intentaba separarlas a lo Nino Manfredi en «El verdugo», pero aquello era cosa de John Wayne en «El hombre tranquilo». Llegaron en auto dos guardias, brazos en ja-rras y gafas de espejo. La más perju-dicada, aferrada a su nariz, les hizo el cuento: –¡Es la Rebe, que se ha c… en mis muertos y me ha mandao a Parla a m…! El español ya no se pega como la española, reserva espiritual de nues-tras pasiones: camorrea en los ten-didos, y de aquí no pasa. Carece de orgullo. La inglesa quiere saber por qué el español ya no es apasionado (por qué ya no se pega), y, a cambio de una fre-sa, le explico que Trevijano, que es nuestro Tom Payne, tiene la teoría de que el español es el pueblo más dó-cil de la Tierra, por delante incluso del alemán y el japonés, nacidos para obedecer, y tampoco es cosa de dete-nerse ahora en las ordenanzas mu-nicipales sobre el tabaco y el alcohol. Como pueblo, pagamos la merma genética que suponen la expulsión de moros y judíos (se quedan los que se cambian de chaqueta: hasta hoy), las sangrías de la Conquista (se van los aventureros) y la Guerra Civil (mueren los valientes y se salvan los emboscados), más el derroche de la inmigración (de la que se excluyen los acomodaticios del «tú no llames la atención» y el «a mí que no me to-quen el cocido»). –¡Anda, que no le tengo yo ganas a ésa! –nos dice la cajera, de vuelta a la caja, ella, y nosotros, a la cola. Y señala a la Rebe.IGNACIO  RUIZ-QUINTANOPASIÓNVISTO Y NO VISTO(cid:110)(cid:123)(cid:211)(cid:123)(cid:123)(cid:153)(cid:153)(cid:228)(cid:228)(cid:228)(cid:228)(cid:163)(cid:206)(cid:163)(cid:123)(cid:163)(cid:200)(cid:211)MARTES 15.4.2014Editado por Diario ABC, S. L., Juan Ignacio Luca de Tena, 7, 28027 Madrid. Diario ABC, S.L. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta publicación, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa. Número 35.901 D.L.I: M-13-58 Apartado de Correos 43, Madrid. Publicidad 902 334 556 / Suscripciones 901 334 554 / Atención al cliente 902 334 555.