2003-01-19.EL MUNDO.PANTOJA PASÓ POR VENTANILLA CARMEN RIGALT
Publicado: 2003-01-19 · Medio: EL MUNDO
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PANTOJA PASÓ POR VENTANILLA EL MUNDO. 19/01/2003. Página, 64 CARMEN RIGALT Fumar acabará siendo delito, estoy segura. Tarde o temprano los fumadores tendremos nuestro holocausto legal. De la reforma Michavila nos estamos librando por los pelos, pero no duraremos mucho. Todo está pensado para que la ley nos caiga encima con todo el equipo. La ley y la cárcel. Por el apartamiento se llegará al orden (al fin y al cabo el orden es eso: la desactivación, la ausencia de respuesta, el eco robotizado de la nada). El futuro se presenta, pues, negro. Nos delatarán los vecinos y la policía dará una patada a la puerta e irrumpirá en nuestras viviendas buscando la huella apestosa y rancia de la nicotina.En vez de echarnos a los leones nos aparcarán en las trenas. Allí seremos la risa de los carteristas, nos mearán encima los estafadores y a nuestro paso los asesinos se taparán la nariz para contener el asco. Viviremos aislados en celdas de castigo y las ratas no nos dejarán ni las fundas de los dientes. Para entonces la palabra tabaco habrá desaparecido del diccionario y no quedará rastro de ella. En las escuelas los maestros explicarán que los hombres primitivos eran cortos de talla, conducían armastostes de ruedas y echaban humo por la boca. No pongan esa cara. Tampoco exagero tanto. Estamos a un paso de que la seguridad ciudadana pase por pedir las cabezas de los fumadores. De hecho, hoy ya merece más consideración social un caco que un fumador. Si hace años las personas que me enseñaron a fumar me hubieran enseñado a volar carteras, ahora todo sería distinto y hasta saldría en los telediarios midiéndome con los notables. No lo digo por molestar. Hay personajes cualificados cuyas biografías han engordado a golpe de estafas. Se empieza trincando la cartera de los turistas y se termina comprando un equipo de fútbol o montando un holding. Ya que estamos: la habilidad de un buen ladrón no se entiende sin un master de aprendizaje previo. Alfredo Pérez Rubalcaba lo contaba el otro día. Iba el tío por la Carrera de San Jerónimo con el móvil pegado a la oreja cuando de pronto un joven pasó por su lado y le levantó el móvil con la ligereza del mago que levanta conejos de la chistera. Fue visto y no visto. Rubalcaba se quedó con la mano quieta en la oreja, sujetando el molde vacío que momentos antes había ocupado el teléfono. Bien mirado, supongo que la cosa tuvo su punto cómico. Para los encuestadores, el político fue una víctima más de las muchas que diariamente sufren el robo del móvil. Para los analistas políticos, el caco no le había robado el móvil sino la conversación. Rubalcaba despacha demasiado por teléfono y eso tiene un riesgo. ¿Estaba recibiendo un soplo sobre la decisión de Aznar de convertirse en el último de la lista? (miren por dónde acabo de improvisar un mote) o ¿hablaba de la vida privada de ese ministro que ha vuelto a las andadas? El político debería plantearse la necesidad de blindar las palabras en la caja fuerte del hermetismo. Valen más sus secretos que ese viejo modelo de móvil cuya carcasa estará ahora dando vueltas por el Rastro. La inseguridad ciudadana no sólo son los tirones y las navajas a pie de cajero automático. Inseguridad ciudadana también son otras cosas aparentemente inocuas que sin embargo crean desasosiego entre la población y disparan las alarmas de las comisarías.El efecto Matamoros, por ejemplo. Después de escuchar sus diatribas televisivas no hay guapo que no sucumba al frenesí taquicárdico y se sienta invadido por unas irreprimibles ganas de liarse a hostias con el mundo. Inseguridad es también la sombra de Cuiña, a quien según el magistral Alvite le ha quedado grande la sombra de Rajoy. Eso por no hablar de Pantoja, que en definitiva es donde quería llegar. Vuelve el tema de su paso por la ventanilla del peruano Vladimiro Montesinos, uno de los mayores sinvergüenzas de la Historia, que al parecer controlaba la compraventa de niños en Perú y, por tanto, cobró su parte en la adopción de Chabelita. Ya están los paparazzi investigando qué parte se llevaría Laura, la gallina loca de la televisión peruana. Una piedra en el bolsillo de González PINTOR Y ESCRITOR. El protagonista era Fernando G. Tola, que exponía sus cuadros en Vao-Va, entre evocaciones africanas y delirios de El Bosco. El gran mundo madrileño, ese que sale a la calle a las ocho de la tarde y no se recoge hasta el alba, arropaba a un hombre que vive para sorprender. Atrás queda su etapa como mago de la televisión y, al margen, su faceta de escritor novísimo (Tola es el inventor de la literatura para móvil, una modalidad de la que es maestro: sus relatos cortos pueden alcanzar un día la misma cotización que sus cuadros). Pero el Tola que se festejaba esa noche era el pintor. Y allí estaban sus amigos y sus admiradores, convocados por Pedro Trapote, amo de la noche madrileña pero, especialmente, filántropo y mecenas. Había de todo: periodistas y pijos, políticos y bohemios, intelectuales y ricachones. El ex presidente colombiano Andrés Pastrana; Antonio García Trevijano, Carlos Iturgaiz y Miguel Angel Rodríguez; Alvaro de Luna, Lita Trujillo, Raúl del Pozo.Y más mezcla: Silvia Polakov, Giménez Alemán, Lourdes Barroso, Ramón Calderón. Y hasta un mexicano que es dueño de medio Chiapas y tiene dos obispos en su haber, uno de izquierdas y otro de derechas. Al final, cuando ya las cámaras se estaban batiendo en retirada, apareció Felipe González, solo, relajado, desprovisto de club de fans. La ausencia de pelotas le favorecía. Quedaba el hombre como muy natural, sin empaque. González habló de su pasión por las piedras (su último hallazgo es un meteorito). Luego confesó que en el bolsillo suele llevar siempre alguna, generalmente un ámbar.