2015-07-12.EL IMPARCIAL.MEMORIAS DE AGT CASESMEIRO ROGER
Publicado: 2015-07-12 · Medio: EL IMPARCIAL
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MEMORIAS DE GARCÍA-TREVIJANO EL IMPARCIAL 12 DE JULIO DE 2015 JORGE CASESMEIRO ROGER https://www.elimparcial.es/noticia/153619/opinion/memorias-de-garcia-trevijano.html Si García-Trevijano escribió en seis meses las setecientas páginas de su Teoría Pura de la República(2010) a la edad de ochenta y tres años. Y si frisando ahora los ochenta y ocho ha impartido durante dos horas la conferencia “Sobre el porvenir de España” con una potencia y claridad inverosímiles. Entonces yo me declaro en contagio de la vitalidad de este octogenario, y decido que esta noche voy a dedicarme a pensar con el teclado de mi ordenador lo que presencié el pasado 2 de mayo en el Ateneo de Madrid. Porque no fue ese día un concierto de música lo que me llevó al Salón de Actos del Ateneo, sino el arte de la elocuencia en boca de Antonio García-Trevijano, repúblico español a quien durante la Transición los diplomáticos estadounidenses se referían como Maverick; es decir, persona que piensa y actúa con independencia. No temió Trevijano en la hora clave, citando a Robert Frost, escoger el camino menos transitado; lealtad, en su caso, a la auténtica libertad política. Y esto marcó tanto su diferencia, que siendo un hombre ineludible de nuestra historia reciente ha resultado a su vez un outsider o marginal de la res publica española; por empecinarse en ser libre se quedó en verso suelto. De lo que se consolaba así en la dedicatoria a su hijo que abría Frente a la gran mentira (1996): “Los vástagos de la rebeldía política padecen una suerte de severa incomprensión de lo público que los empuja a buscar su camino en la dulce independencia de lo privado. Así devuelven a sus padres el tesoro de la vida íntima”. Pero es repúblico fuerte, muy fuerte aún este granadino nacido en 1927, Antonio García-Trevijano Forte, abogado, filósofo de la política, o sea del pensamiento en acción en estado puro; esto es, depurado de ideología e intereses creados. Fuerte él y más todavía lo que cuenta: miserias de las más altas magistraturas eméritas del Estado que podría entrecomillar con cargo a las cámaras y que ni aun así me atrevo a dejar aquí por escrito. Secretos de corrala, por otra parte, que Trevijano viene repitiendo desde hace décadas sin que nadie le silencie con denuncia ni argumento. García-Trevijano es, todavía hoy, el tábano socrático mayor de nuestra polis. Es el modelo vivo del cervantismo con el que nos retaba Unamuno en “El sepulcro de Don Quijote” (1905) cuando escribía: “Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: ¡mentira! ¡Y adelante! ¿Tropezáis con uno que roba? Gritarle a la cara: ¡Ladrón! ¡Y adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías ante la muchedumbre que escucha con la boca abierta? Gritarles: ¡Estúpidos! ¡Y adelante, adelante siempre!”. Y habría que ser estúpido, mentiroso, ladrón o un combi de todo ello, para hablar así teniendo ropa sucia en la rebotica. Pero no es este el caso de García-Trevijano. Quien el otro día demostró una vez más –en un acto memorable–, que su fracaso político es el fracaso de aquellos que no estuvieron a su altura cuando España pudo haber acometido un proceso formal de libertad constituyente ejemplar para Europa. No fue así. Por eso él continua defendiendo lo mismo de entonces, años 70 del siglo XX, cuando la Junta Democrática y la Platajunta. No ha cambiado de chaqueta. Ha enriquecido y madurado su programa sin traicionarlo. Y esa coherencia hace de él un polemista convincente. Fue emocionante acompañar a este hombre inteligente, magro, en una alegre ceremonia donde planeaba la pena de la despedida. Que no del fin; en el aforo, desbordado por un público heterogéneo de unas cuatrocientas personas, destacaba la presencia de gente joven. La conferencia llevaba el mismo título que la censurada el 20 de mayo en el Colegio Mayor Barberán: “El porvenir de España”. Pero García-Trevijano, que como el sabio Julián Marías sabe que las conferencias no se escriben ni se leen, sino que se cuentan según la circunstancia, nos dio el dardo de su pensamiento con una mezcla de precisión anglosajona y desenvoltura andaluza. Nos habló, por la senda clara, de los ángulos oscuros de nuestro Estado de partidos. Nos dijo que lo que viene, lo que ya está en marcha en España, era lo “por llegar”, lo que tenía que suceder en un régimen degenerado de libertades individuales: la profanación de capillas trocada en derecho de expresión y el arte de los urinarios móviles como currículum de partido. Política de aventureros que en tales gestos anuncian su propio derrumbe. Porque como advertía García-Trevijano en el epílogo de su opus magnum citando a Malraux, esa forma de hacer política ignora que el porvenir no se alcanza sin la tradición. Y que la tradición fracasa tanto cuando se hereda como cuando se derriba. Debe conquistarse. Aventura pues de lo por llegar, pero no del “porvenir” de España, que es la conquista todavía pendiente de nuestra libertad política colectiva. ¿La veremos alguna vez? “Te llaman porvenir porque no vienes nunca”, bromeaba en su intervención el vicepresidente segundo del Ateneo, Antonio Chazarra, citando al poeta Ángel González a colación del título de la ponencia. Si al menos pudiésemos leer entre tanto las memorias de Antonio García-Trevijano..., entonces la espera o camino se nos haría más leve. Pero esto no sucederá, porque en otra ocasión le he escuchado que nunca las escribiría. Sin embargo, hablando de cierto episodio de la Platajunta, todavía nos decía: “Algún día lo explicaré”. ¡Y este mes cumple 88 años! Algún día... Una verdadera lástima. En términos literarios y de crónica, sus memorias no pergeñadas dejarán un vacío irremplazable. Cierto que ha escrito mucho, y que ya lo ha dicho y grabado prácticamente todo. Pero esa autobiografía que no escribirá en ese castellano suyo, macizo, diáfano, es el libro que quedaría. Será este, eso sí, el único gesto que le agradecerán de corazón los candidatos a figurar en su índice onomástico. Mientras meditaba esto, cumplidas ya dos horas y media del evento, García-Trevijano continuaba respondiendo preguntas sin dar señales de fatiga: el mismo donaire de las 19:30, el mismo chorro de voz y lucidez. Eran casi las 22 horas. Quería quedarme, pero me fui con mis dos libros bajo el brazo. Además, tampoco estaba el patio como para pedirle luego una rúbrica en mi ejemplar de su Teoría Pura de la República. El otro libro que cargaba lo había recogido camino del Ateneo. Es una primera edición intonsa del segundo volumen autobiográfico de Rodolfo Reyes: De mi vida -Memorias políticas- México 1913-1914 (Biblioteca Nueva, 1930). De vuelta a casa lo abrí por donde pude y leí: “Quien llegue al fin sin haber recorrido todas las etapas sólo lo alcanza en apariencia, que la finalidad de la vida no es tanto el conocimiento exterior cuanto la íntima metamorfosis. A cada etapa de nuestra existencia corresponde una cierta verdad, y hasta los errores son precisos, pues como afirma el filósofo parece existir un lote de culpa que nos está destinado y que hay que apurar como precio de nuestro perfeccionamiento espiritual”. Sí, esta es la teoría que me gustaría leerle a García-Trevijano, cópula de intimidad y conocimiento con su descarga de mandobles y sus descargos de conciencia. Porque es en ese entrecruzamiento donde respira la paideía, la educación; o sea, el porvenir de España. Son las cinco menos veinte de la madrugada.