1992-04-12.LAVOZDEGALICIA.LEALTADES INQUEBRANTABLES JOSE LUIS LOSA
Publicado: 1992-04-12 · Medio: LAVOZDEGALICIA
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XSOCIEDADLa Voz de Galicia, domingo, 12 de abril de 1992Repaso por los líderes populares de la España de la convergenciaIdolos de fin de sigloe vive una crisis de liderazgo, oímos. Los partidos tradicionales, que hacen agua de aquí a Lima, en donde nos han instaurado un shogunato como quien no quiere la cosa. Más bien, uno piensa que la conmoción general es cuestión de crisis de idolatrías. El sistema se asienta en un culto al icono, como cruce de la tradición de imaginería barroca y judeo-cristiana y el sentido protestante del show-bizz, del sistema de estrellas que nos domina. Vivimos entre los pasos de Semana Santa y Hollywood, Salzillo y Antonio Banderas, en un orden que se alimenta de sueños encarnados en figuras ciclópeas.JOSÉ LUIS LOSAY cuando escasea el ídolo, o cuando hacemos prohombre y semidiós de un don Tancredo de medio pelo, sobreviene el cataclismo, la desubicación, lo que jesuítica/interesadamente se define como pérdida de valores. Y después, pasa lo que pasa, aparecen Julio Salinas o Martín Vázquez anunciando crecepelo.En esta sociedad del bombardeo que noquea, indigestión mediática que lo llaman, hay que pillar las claves al vuelo. Salinas y Martín Vázquez como supuestos modelos de reclamo publicitario marcan muy fielmente el curso de los tiempos; tampoco son mayor novedad. Hay están los quince kilos que la selección nacional de Miguel Muñoz cobró en su día de El Corte Inglés por vestirse de largo. (También, claro, aquellos eran tiempos de vacas gordas, expansión económica y cinco-uno a Dinamarca, Bu- tragueño-PSOE y así). Estamos en un país en donde se pasea el cuerpo de Juanito, de procesión por los campos de España entre inciensos de puro dominical y copita de Soberano, como una reliquia, mientras muere en silencio —y eso que sale ganando Juan García Hortelano, que era del Atlético de Madrid, perdedor, y no tenía Curro Romero que le cortara la coleta ni falta que le hacía. Y es que, ya insiste Severo Ochoa siempre que tiene oportunidad, aquí jugamos las cartas de la valoración social con el orden de valores invertido, confundimos la charanga con la vida. Y los paseados bajo palio popular son los maradonas del área, los chicos de la beautiful, la tecnocracia al fin y a la postre, siempre fascista del IPC y las cacerías en Ciudad Real, Julio Iglesias-Pelegrín, los boys del traje de luces, los cantaores con voz ambigua de España del boniato y del puente de coplas, los siervos del principio de Peter, Emilio Aragón, Nieves Herrero y peor. Mientras, los hombres de ciencia que da la tierra se los lleva la Nasa a trabajar a Houston, o se nos muere García Hortelano despachado con una par de epitafios al buen escritor/buen chico de la generación etílica, como si de un Bukowski y no de un niño de la guerra estuviéramos hablando. Casi nada ha cambiado, de Manolete a Juanito pasando por el Valle de los Caídos, somos quienes somos y ni cien puñeteros años de regeneracíonismo valdrán para terminar de cortar la coleta/pelo de la dehesa a esta España de idolatrías tal cual salidas de una página/pintura de Gutiérrez Solana.Martín Vázquez, entre el balón y el crecepeloY ahora, los ídolos del crecepelo. A Julio Salinas le ponen una vela un domingo sí y otro también en Can Barga para que resuelva la papeleta en la media hora de rigor que Cruyff lo saca, a saludar a las visitas. Es un santo tajador, rentabillzador de las torpezas propias y ajenas, imán en la bota. Nos dice Salinas que desde que usa el tónico capilar con nombre de premier sueco remata mejor de cabeza. (Que se lo cuenten a Dertycia). Lo de Martín Vázquez es otra cosa. Viendo como le silbaban hace diez días en el Bernabeu, y a la espera de las banderillas que uno confía que le plante el miércoles a Paco Buyo en Turín (pintan bastos), no es tan seguro que el cerebro ex-madridista sea un ídolo comercial rentable por estos pagos, en los que, hay que invertir la carga de la prueba, todo el mundo es ma- dridista y conspirador mientras no se demuestre lo contrario.La Basínger no daría un mal presidente de parlamentoLas lealtades inquebrantablesAI Nadie se salva de caer en vicio de idolatría. A veces, el acto de adoración sale a la luz inopinadamente, se destapa, y pasa como con ese diputado fantasma a quien sobrevino un irreprimible arrebato de fangoria y votó para presidente de Parlamento catalán a Kim Basinger, candidatura que, a lo que se ve, le motivó más que la del señor democristiano y bajito que postulaban Roca/Pujol.Hay idolatrías pertinaces: así, George Harrison, que sigue erre que erre, como en los floridos y psicodélicos sesenta, predicando la doctrina de aquel gurú meridional —Majarashi se llama—que codo a codo con Yoko Ono se cargó el rentable invento de los Beatles. Se veía a Harrison estos días en las imágenes de un informativo, dando un concierto en el cierre de la campaña electoral británica del Partido de la Ley Natural, que apadrina el santón hindú. Se le adivinaba plácido, poseído de la paz de espíritu que proporcionan veinte años de fidelidad en la idolatría, dos décadas de de lealtad inquebrantable, puerta a la pax eterna y a la calma chicha, mar muerto. Lealtad inquebrantable, que es lo que conocimos aquí durante cuarenta años, que fueron de relax, de verdades inconmovibles y gélidas,funerarias, mirando a la estrella polar/lucecita de El Pardo. Da seguridad la idolatría; después, desde el 77, la iconodastia, el descreimiento, puro protestantismo.Cuando niño, el cronista idolatraba a Cruyff, a Luis Pereira y al teniente Colombo. Ahora, debacle tras debacle (la última, por cierto, la reposición televisiva de las pesquisas de Peter Falk, que, vueltas a ver, no tienen defensa, de chapuceras) sólo queda una cierta estima por García Trevijano. La razón inmarchitable que habla con la voz del resentimiento, la más sana/sabia de las voces. Resentimiento erudito del un punto bufo conspirador de salón a quien los pactos de La Moncloa cerraron la puerta por fuera. Daba gusto verle la pasada semana en «La Clave», desmontando una por una, desde su cátedra de had been, las claves de bóveda de este sistema tan odiosamente pagado de si mismo. Será cierto que hace falta alguien en quien creer, pero cuando se han visto tantas/tan pocas cosas los ídolos son pesos muertos. Seres del país de nunca jamás, placidez del inocente, sustento de cuatro afortunados y de Peter Pan. Es tiempo de deicidios. Ya lo decía Marx, que también se ha quedado sin parroquia.