1997-06-18.ELMUNDO.LA TRANSICIÓN CAMP UMBRAL

Publicado: 1997-06-18 · Medio: ELMUNDO

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LA TRANSICIÓN CAMP 
EL MUNDO. 18-06-1997
FRANCISCO UMBRAL
http://fundacionfranciscoumbral.es/articulo.php?id=466
El Orfeón Donostiarra es uno de los pocos artefactos musicales que a mí pueden emocionarme, pero el otro día, ya saben, en el Congreso, alguien les dio la consigna de cantar anuncios de cuando entonces por darle al aniversario de la Santa Transición, mayormente, el perfume camp de la nostalgia. Y como la música es inocente, pues hala. Alguien dijo, sí, que la música es inocente (mentira). Uno diría que los anuncios fueron lo único subversivo de tan hermanado y orfeónico día. Y si no miren: «Yo soy aquel negrito del Africa tropical». Un negrito feliz que anuncia Colacao. Mas por entonces estaban los verdaderos negritos españoles, los saharauis, los polisarios, todo eso, sentándose en Las Cortes, haciendo marchas, muriendo bajo el sol africano de otro Imperio, y en 20 años esta democracia no ha querido saber nada de esos africanos españoles que todo lo esperaban de nosotros, porque hay que estar a bien con el moro amigo y dejarle que disfrute con su holocausto. Todos los saharauis mártires cantaban en la voz inocente del colacao, del negrito bien alimentado en un paraíso de ciclistas y boxeadores colacaoizados. Las muñecas de «Famosa» eran fungibles como las niñas de Alcàsser, qué hay de lo mío, dice un padre pávido en todas las radios y televisiones del país. El Lobo, qué gran turrón, pero los lobos de azul y brillantina infestaban la zona nacional y nos soplaron algunas hostias. Qué buenas son las galletas Fontaneda, pero llevábamos 40 años comiendo galletas de tierra. Toma Danone. A mí me daban leche desnatada de caridad en La Gota de Leche. «Un poco de pasta basta». Es lo que luego ha dicho Roldán. Heno de Pravia, el aroma de mi hogar. Mi hogar olía a brasero de picón y rojo muerto, he tardado medio siglo en echarme Heno de Pravia en los huevos, el día que hay flete. Chocolate con leche Nestlé, extrafino. También el chocolate era de tierra, o de cacahuete el extrafino, y si no que le pregunten a Luis Otero, que acaba de sacar una documentada y conmovedora novela sobre eso. Cocacola llevaba «al mundo entero» la chispa de la vida como hoy lleva la OTAN y la Catorceava Flota, cocacola es el refresco del Emperador Clinton y el englobe que coges en casa de los Kennedy antes de que un Kennedy bastardo estupre a una chica que no era invitada de nadie. Y en este plan. Yo creo, o sea, que la música no es inocente y que alguien ha cometido la equivocación (a lo mejor son maldades de Trevijano) de meter al Orfeón Donostiarra en los pantanosos territorios de la nostalgia, pues, como dijera el otro, «la nostalgia es un error» y, a lo tonto a lo tonto, empiezan a salir cosas y al final se escoña la Santa Transición porque la España real estaba en los anuncios y no en la televisión llorandera de Arias Navarro. Lo cual que nos dieron el domingo, como te digo una cosa te digo otra. Ya el autoagasajo de los 20 Años de Paz tiene algo de trampa fraguista, sólo que Fraga, mucho más listo, no hubiera caído en la orgía kitsch del revival porque el pasado siempre está lleno de cepos, el pasado es un campo de minas, y cuando Marcel Proust se lanza a la busca del tiempo perdido, se encuentra con que todo habían sido putas y maricones. La Santa Transición más vale no tocarla, que luego empiezan a saberse las cosas. Ayer me entrevistaba una profesora francesa sobre el tema. Por ahí fuera la Transición les parece un retablo barroco y la muerte de Franco el entierro del Conde de Orgaz. Suárez ha quedado como el caballero de la mano al pecho, pero el Orfeón Donostiarra, con la mejor voluntad, es que la ha cagado, o sea.