1994-08-25.EL MUNDO.LA TERCERA REPÚBLICA RAUL DEL POZO

Publicado: 1994-08-25 · Medio: EL MUNDO

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LA TERCERA REPÚBLICA
EL MUNDO 25 DE AGOSTO DE 1994
RAUL DEL POZO
En este verano de pirómanos y asesinos adolescentes sólo faltaba que se sacara la teta la moza del gorro frigio y se la ha sacado. El rumor ha ardido como una tea: Camilo José Cela en el papel de Ortega, Francisco Umbral en el de Pérez de Ayala, y el resto encarnando a Pedro Sainz, a Fernando de los Ríos, a Araquistain, a Vayo, a Jiménez Asua, a Augusto Barcia se juramentaron bajo el retrato del masón Carlos III, en la Quinta de Marbella, para nombrar a Antonio García Trevijano, candidato a la presidencia de la III República. El sainete de corrala tendría chispa si no fuera porque en este país las conspiraciones falsas o verdaderas terminan en los barrancos. Cuenta Baroja que el general Van Halen le dijo a Aviraneta: «Aviraneta, con qué gusto le hubiese fusilado a usted si le llego a coger en tiempo de guerra». ¡ Con qué gusto fusilarían los aduladores del trono y del Gobierno, los comisionistas, los del soborno de la mordida, los asaltadores de autovías, los rateros del banco de España y los bandidos del tren rápido de Andalucía! Sobre todo fusilarían a Trevijano, al que ya ejecutaron políticamente en la transición. Cuánto les gustaría poner su epitafio en el cementerio civil junto a los de Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar, Alcalá Zamora y Azaña. Pero como no pueden dar matarile a los enemigos del trono y el altar echan un puñado de cieno, no a los conspiradores de un pronunciamiento, sino a los razonadores de un documento que intenta reforzar las libertades civiles. En la intoxicación cada palabra ha saltado como una ramera desnuda, en este lupanar edificado sobre un muladar. Aviso a los bomberos: han esquilmado la casa común y ahora la van a prender fuego. En agosto con un cuchillo y una conspiración contra las monjas de Pastrana, el convento de una princesa tuerta, se anuncia una conjura contra el Rey. La logia se reúne y grita que viva la blasfemia y el ateísmo. No es verdad. Los conspiradores de la Quinta saben que el himno de Riego suena más a bolero que a marsellesa y que éste no es el momento de echar la monarquía al pudridero. La monarquía de Juan Carlos no es una muñeca de ojos azules, con capa de terciopelo verde, collares de diamantes, a la que puedan forzar veinte canallas. Las pasiones son ciegas y la más fuerte de las pasiones es el poder, pero el peligro no viene de los conspiradores sino de los gentilhombres. El peligro para la monarquía casi siempre parte de los monárquicos, los aristócratas, las monjas de las llagas, los botazas. La monarquía se pudrió entre infantas ninfómanas, generales bonitos, maridos morganáticos con corsé. Recuerden a Francisco de Asís, al que los madrileños llamaban Paquita, conspirando con los carlistas y al duque de Montpensier con los progresistas. El pueblo también intentó matarlos y echarlos. Pero fallaron en lo primero, y en lo segundo también, porque volvieron. Cuando se fue una de las reinas, en medio del odio silencioso de los españoles y cruzó la frontera, los carabineros le rindieron honores, y ella dijo mirando a España: «Yo creía tener más raíces en ese país». Hoy proclamar la Tercera República no es asunto del pueblo, porque Juan Carlos sí que tiene raíces profundas en esta democracia. Y como los reyes que sobrevivieron basa su trono en la complicidad con el pueblo. A lo que temen algunos cortesanos es a la libertad de prensa, la temen como a una bomba en las manos de un niño. No han pasado los tiempos en los que se hacía necesaria la defensa de la libertad de prensa como una de las protecciones contra un gobierno corrompido. Vean si no, lo que ha ocurrido. Pero tengamos fe en la fuerza de la verdad. Trevijano no es Cromwell, ni Sebastián Mateo Morral, ni Ansón y Antonio Burgos, jacobinos. En la Quinta no se subastó como hace poco más de un siglo la corona de España, sino que se intentó con humildad fortalecer las amenazadas libertades. La mujer frigia ya no se saca la teta. Estaba en la playa, en «top-less».