1995-03-16.EL MUNDO.EN SEVILLA TODA LA JÁCARA RAUL DEL POZO
Publicado: 1995-03-16 · Medio: EL MUNDO
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EN SEVILLA TODA LA JÁCARA EL MUNDO. 16/03/1995 Página, 4 RAUL DEL POZO Ya van hacia Sevilla, en el AVE, los carteristas, los rabinos y los buscas. Los carteristas, a levantar sañas; los rabinos, a poner rabo en las aglomeraciones, y los buscas, a pillar lo que caiga. Pero eso son choris cagatas. Porque en «mystère» llegarán los grandes jefes de la corrupción y de la guerra sucia; se vestirán de pingüino y serán recibidos por Rojas Marcos, alcalde de pega, baranda por poderes, al bracete de mariquita Pérez y entre las lágrimas de todo el señoritismo bético. La verdadera capital del sistema recobrará por unas horas su fama de capa de pecadores, donde todo es necesidad y nadie la tiene. Toda la jácara se encuentra ya en las calles de plata, bajo las órdenes del oficiante, el noli me tangere de las ojeras, que le metieron el pufo en Laos. Cuentan los cronistas que Sevilla, en las fiestas, se puebla de embaucadoras con su buena ventura, rameras, truhanes, aventureros y ladrones, pero nunca como en la modernidad. Y mira que era Sevilla apicarada y buscona en el imperio. Pero su fama como madre patria de bandoleros de motorola es ahora más alta que nunca. En medio de tantos vividores, Rojas Marcos, hace de oficiante. Si lo dejaran las avutardas, se metía en la alcoba nupcial con los novios. ¡Qué a pecho se ha tomado la celebración el alzado que empezó pidiendo tierra y libertad para los peones! Los siquiatras desvelan casos de chicas con retrasos en la menstruación porque no quieren llegar a ser mayores y temen salirse de los campos Elíseos de la niñez. A millones de personas se les ha retrasado estos días la menstruación porque quieren vivir el cuento de hadas de la Infanta Elena, aunque sea de espectadores. Pero en nadie es tan evidente la falta como en el alcalde de Sevilla. Parece mentira que este edil pidiera la colaboración de Antonio García-Trevijano para aderezar sus discursos cuando era diputado en Cortes y ahora se haya puesto histérico; histérico hasta el punto de que desapareció de Sevilla el día en que Trevijano presentó su libro Discurso de la república, para que nadie le tomara el número cambiado. Dice Alejandro, al que tanto quisimos, en el prólogo del libro de Fernando Gracia Elena, crónica de un noviazgo real, cursiladas como ésta: «Sevilla enamora. Vos lo sabéis, Señora. Habéis escogido bien porque esta es una ciudad de amor. El amor aquí se da fácilmente. Todos los enamorados del mundo deberían venir a Sevilla. El amor irradia amor». Habrá que oír las cosas que dice el Duque de Alba de la jaca municipal, y de su papel de sumiller y gentilhombre. Qué le vamos a hacer. Derrotada la razón, perdida la fe en el progreso continuo, reorganizada la reacción a nivel planetario, vuelven los príncipes y las hadas, y con el tiempo volverán también las tiranías y los bragueros. La gente vuelve a sentir el tirón de lo sagrado, la fuerza de la fantasía; este pueblo que amó tanto a sus reyes lujuriosos, cazadores e imbéciles, tal vez porque intuyó que eran su baluarte contra la codicia de los nobles, se está volcando en la boda y mostrará su afecto a la actual familia real. Un pañuelo para que lloren las esposas de los paratas, las tías de los pringaos, las madres de los tiesos. La fascinación.- Pero ¿qué representa esta fascinación por la boda? Tal vez la necesidad de teatro y de fantasía. Al pueblo le conmueve esa función litúrgica -escribe Lison Tolosona- de parémbolos y epanáforas. La vida del mito se desarrolla en las celebraciones populares; nadie puede vivir al margen de los mitos de una sociedad. Nadie se dará cuenta de que están todos los jefes de la truhanería. Incluso he escuchado a la gente más progre insultar a los huelguistas. Ese formalismo mágico provoca un oleaje emotivo que me ha sorprendido. Nunca creí que la cosa llegara a estos extremos. Llevan ya hipnotizados varios días ante el televisor. Una ola de ternurismo se ha apoderado del país. El mito, he ahí la palabra clave. Lo más cerca de la divinidad y del halo. Los mitos son más fuertes que las razones. También hay necesidad de diversión y es la gran ocasión para que ardan, como siempre, coplas, corridas, luminarias.