2001-03-08.LA RAZON.ELOGIOS DE UMBRAL ANSON

Publicado: 2001-03-08 · Medio: LA RAZON

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ELOGIOS DE UMBRAL 
LA RAZON, JUEVES 8 DE MARZO DE 2001
LUIS MARÍA ANSON
-Oye, qué tío -me dice por teléfono el doble radiofónico que imita a Ussía-, Umbral te pone por las nubes en «El Mundo», ¿lo has leído?
    -Claro, Alfonso bis.
    -Estoy en el yate, ya te puedes suponer, paseando por la cubierta, y te llamo desde el móvil. Me he venido aquí, a las calas de Conejera, lejos del estrés y de las zarzas de Madrid, y de tantas chicas como esas de Azúcar Moreno, que están cojonudas y no caben nunca en el traje que se ponen.
    -Hablando de trajes... Te habrás puesto tu traje de baño color mandarina...
    -¿Cómo lo sabes? Lo que pasa es que hace un poco de frío. Menos mal que tengo buena calefacción en el yate. Para salir del pasmo, me voy a poner ahora mi «blazer», unos zapatos de rejilla y mi camisa a cuadros rojinegros con los gemelos de perlita que me regaló la Cantudo. Enseguida voy a leer LA RAZÓN, que llega de puta madre aquí a Conejera.
    -Gracias, Alfonso bis. A eso se le llama buenas maneras.
    -¿Y contra quién crees que van los elogios de Umbral?
    -Pues contra nadie. Umbral tendrá muchos defectos, pero no es cicatero. Es generoso, sobre todo cuando se adentra por la selva literaria, aunque lleve el machete entre los dientes.
    -Espera, no te pongas ansoniano, que lo del machete no lo he oído bien, así que voy a cambiar de móvil. Siempre llevo dos, ¿sabes?, para no quedarme aislado.
    -¿También en el traje de baño mandarina?
    -Claro, me cuelgo uno a cada lado, con dos dídimos, que no sé si es expresión de Umbral o de Campmany o de quién, seguro que de Penélope Cruz, no, pero la he aprovechado en mis artículos con cierta delectación, que no doy abasto con tanta colaboración y tantas lacas locas.
    -Sigue, sigue -aliento al aspirante indeclinable a escribir en LA RAZÓN, por su natural anhelo de compartir firma con García Trevijano y Joaquín Navarro.
    -Que te felicito hombre, Anson, que es una gran cosa que Umbral diga que te has «liberado de caligrafías protocolarias, convirtiéndote en un jarrapellejos del político, el financiero, el intelectual o el editor que se te pone por delante».
    -Bueno, es que a veces tengo el día un poco cabrón.
    -Y que lo digas, y que lo digas. Pero reconoce que los elogios de Umbral son canela fina.
    -Y azúcar moreno, Alfonso.
    -¡Qué tío!