1994-11-22.ELMUNDO.EL SOBRE UMBRAL

Publicado: 1994-11-22 · Medio: ELMUNDO

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EL SOBRE
EL MUNDO. 22-11-1994
FRANCISCO UMBRAL
http://fundacionfranciscoumbral.es/articulo.php?id=2360
No sé de qué se escandaliza este periódico ni por qué se pone tarasca con eso de los sobresueldos y los fondos reservados, o sea el sobre. Se nota que somos un periódico joven y aquí nadie recuerda que el sobre es una vieja institución en la vida española, una cosa castiza, galdosiana y muy madrileña, como la Salve de Atocha o el timo de la estampita. Lo que yo, un poco más viejo, no puedo determinar, es si la saludable y típica costumbre del sobre nace primero en los toros y luego en la política, o a la viceversa. En el mundo de los toros tenemos de toda la vida los sobrecogedores o gacetilleros o revisteros taurinos que (algunos) siempre han vivido del sobre que les pasaba el mozo de espás por cuenta del maestro. En política tenemos el «fondo de reptiles», que aparece ya en Valle-Inclán y antes, y que el otro día un periodista, por la tele, invocaba como costumbre, uso y frase de esta democracia. Y es que estas cosas, claro, no las enseñan en la escuela esa de periodismo, o como se llame. El sobre ha sido desde siempre la alegría de la casa, la bufanda de las clases medias, la limosna que compra conciencias, adhesiones, votos, lo que asegura el cocido y le echa sustancia. Un funcionario sin sobre sería como un general sin sable o un senador sin entretenida. Cánovas y Sagasta tenían tantos votos de base como funcionarios, que lo eran también de su partido. El sobre es ese punto de corrupción que le pone sabor al guisote nacional, al queso pasado y el vino picado de los traidores. A mí el sobre me gusta porque me parece que es una manera de compensar, a mayores del sueldo, siempre escaso, la grisalla y el tedio nada plateresco en que viven nuestras clases funcionariales, la maquinaria del Estado, los insectos humanos de la inmensa colmena burocrática, que son fieles al negociado e indiferentes a los altos y escandalosos secretos de Estado que pasan por sus manos. El Estado, el Gobierno, el ministro les mata de hambre, de frío, de mediocridad, de cafelito malo, periódico atrasado y oficina siniestra, y encima les exige que voten a favor cada cuatro años, o cuando haga falta. Ese estado de gracia es que no tiene precio y el sobre es un inocente soborno que ayuda a llegar a fin de mes y comprarle otro leotardo a la niña casadera, que anda con el culo al aire (entre otras cosas porque le gusta). El sobre era el bingo que siempre toca, el quinielón fijo, el abrazo del oso de Corcuera, el gordo de navidad antes de tiempo, la lotería del Niño, muy repartida entre los funcionarios, según las categorías y cifras que cita este periódico en su informe. Pero llega el señor Belloch, que es el que va para González cuando González se pase, que se está pasando, y quita el sobre. Esto me parece una falta de sensibilidad en hombre tan inteligente y astuto, una falta de «instinto moral», que diría Trevijano, y el instinto moral es, como se dice ahora, una prioridad en el hombre político. España siempre ha funcionado mediante el sobre. Pedro J. Ramírez ha inventado el Mediterráneo y descubierto la pólvora con su investigación del sobre. Sobre ha habido, como digo, con Cánovas, con Sagasta, con Primo, con Gil Robles, con la República, con Franco, y así hasta hoy, hasta Corcuera, que es del pueblo y sabe cómo el pueblo agradece ese remiendo, ese paquetillo, esa bufandilla, esa paguilla extra que hace mucha más ilusión que el sueldo de nómina, porque la propina va sin descuentos y una pequeña corrupción secreta, como el adulterio, siempre es más excitante que estar casado por la iglesia con el Estado o la Administración. Señor Belloch, diga lo que diga Pedro J., tiene que volver el sobre, ese sobre blanco, tripón de billetes, que es la paloma buchona y mensual que sobrevuela las vidas sombrías de tantos pútridos y honestos hogares nacionales.