1990-12-26.EL INDEPENDIENTE.EL PODER DE LOCUTORIO AGT

Publicado: 1990-12-26 · Medio: EL INDEPENDIENTE

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EL PODER DE LOCUTORIO 
EL INDEPENDIENTE, 26 DICIEMBRE 1990 
TOM PAINE = ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
De los comportamientos sexuales de los personajes arribistas no se puede deducir la calidad amorosa de su época. Una misma demasía puede responder, tratándose de satisfacción de los sentidos, a causas y finalidades de muy distinta, y hasta opuesta, naturaleza. La pastoral de los obispos ha confundido el sensualismo glotón de los recién llegados, su hambre acumulada de placeres indiscriminados, con el imposible sibaritismo de una sociedad que emerge de la miseria y con la, no menos imposible, condición libertina de unas capas sociales carentes de refinamiento. ¿Por qué se confunde la Iglesia? ¿Por qué continúa haciendo del sexo la cuestión moral por excelencia?
Una interesada evolución tiende, desde la Contrarreforma, a centrar en la carne la matriz de todos los pecados y a desplazar hacia el deseo, tan laborioso de expresar, el momento decisivo del drama sexual. El poder de la Iglesia sobre la familia, que el naciente orden burgués fomentaba, era sobre todo un poder de locutorio. Su institucionalización requería una ilimitada libertad de palabra, en la intimidad del confesonario, y una ilimitada represión de la palabra, fuera de él. Ninguna otra materia de pecado, como la del deseo, ofrecía tan fantástica posibilidad.
Un movimiento emocional de liberación empuja al confesante, como al libertino, a vencer su pudor. El combate de la religión contra el libertinaje no está fundado en su degradación sexual, idéntica a la que perdona en el confesonario, sino en su impiedad. La necesidad de confesar los deseos turbadores de la persona a una autoridad institucional hace de su oreja el báculo de su poder. La literatura sexual comienza su discurso, para explicitar el deseo, con la pastoral católica sobre la adecuación de la penitencia a la interminable graduación de las insinuaciones de la carne. El material más idóneo para edificar el poder de locutorio, la fuente oscura del deseo, se encuentra en el sexo sin amor. No debe extrañar que la Iglesia lo busque, con obsesión, en todas partes.