1976-10-09.MUNDO.1894.ENTREVISTA AGT JULIAN LAGO

Publicado: 1976-10-09 · Medio: MUNDO

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ENTREVISTA AGT
MUNDO. 9 OCTUBRE 1976
JULIAN LAGO
GARCÍA TREVIJANO: NO AL PARLAMENTARISMO
POR UN RÉGIMEN PRESIDENCIALISTA
García Trevijano calificado dirigente de la oposición asegura a Julián Lago que es partidario de un régimen presidencialista en contra del sistema parlamentario que acapara la actualidad. En la entrevista, realizada pocas horas después de la última reunión de Coordinación Democrática en Madrid, se desvelan también otros aspectos inéditos del líder
Madrid. Castellana, 106. Han transcurrido escasas horas desde que tuvo lugar le controvertida sesión de «Coordinación Democrática» del 23 de septiembre. Son exactamente las doce de la mañana del día siguiente cuando Julián Lago accedía al despacho de Antonio García-Trevijano para entrevistarle.
Hay en sus palabras una mezcla de sentimiento de incomprensión política y de rabia contenida. Está todavía muy reciente la herida que el PSOE acaba de infringirle. Primero fue el veto de Enrique Múgica quien -junto al resto de compañeros de partido y de UGT —abandonó la reunión de la «Platajunta» al conocer que los votos, elegían a Antonio García Trevijano Forte, como uno de los dos representantes de la instancia unitaria en la cumbre que la oposición celebrara el pasado 25 en Valencia, luego, vino el comunicado oficial del partido socialista a través del cual, pública y abiertamente, se ponía en entredicho la «catadura moral» del líder del llamado «Grupo de Demócratas Independientes» y otrora portavoz de la extinta «Junta Democrática de España» Así analizaba él mismo el suceso:
— No se trata de un enfrentamiento personal ha sido un enfrentamiento puramente político, motivado por divergencias puramente políticas. En mi no hay ni la menor enemistad, ni antipatía, ni simpatía, ni siquiera relación alguna a nivel particular con el señor Mujica. O con cualquier otro dirigente del PSOE. Ellos han mantenido unas tesis dentro de «Coordinación» y yo otras totalmente distintas. Las contrarias. Ocurre que les ha dolido enormemente que mi postura haya tenido mayor respaldo. Eso es todo.
— ¿Pero cuál fue en concreto el hecho en sí que produjo, en su opinión, la reacción de los socialistas?
— Mire... Ocurrió que había que nombrar a dos personas para que representaran a «Coordinación» en Valencia. Una fue Sánchez Montero y otra yo. Pero yo no había presentado ninguna candidatura, mientras que Mújica, si. Es decir, yo me abstuve de toda intervención. Por otro lado, él dijo que aceptaría los resultados de la votación, cosa que no fue así. Porque, cuando comprobó que no era el que esperaba se volvió contra mí en un ataque personal violentísimo, que luego tuvo también su reflejo en la prensa.
— ¿Puede esta tensión dificultar definitivamente la pervivencia de «Coordinación»
-Confío en que no. El PSOE, como tal partido, no tomará decisiones apasionadas. Reflexionará, porque creo que no puede cargar con la responsabilidad de haber roto «Coordinación». En aquella reunión yo defendí desde el principio una cosa: la necesidad de llegar a un acuerdo urgente con catalanes, valencianos, gallegos y etcétera. Ya dije entonces, que si no, mejor era no moverse de Madrid. Expuse que si íbamos a Valencia tenía que ser con la conciencia plena de asumir —esto es muy importante para ustedes— las reivindicaciones específicamente catalanas. Sin reserva mental de ningún tipo. Y estas reivindicaciones se concretizan en el restablecimiento del Estatuto de Autonomía y el reconocimiento del gobierno provisional de la Generalitat.
— Sin embargo, el «Consell de Forccs Politiques de Catalunva», al igual que el 4 de septiembre en Madrid, se ha negado a asistir a este encuentro.
— Sí, sí. Ya lo preveía y lo lamento sinceramente. Porque creo que el «Consell» está cometiendo un grave error histórico con su postura. Tengo buenos amigos dentro de él, amigos que no han querido ir a Valencia, Jordi Pujol me merece una gran opinión. Pero ello no quita para que piense que están equivocándose lo que creo es que quienes están defendiendo de verdad los intereses catalanes son aquellos partidos que están buscando la aproximación con quienes son sus únicos aliados naturales: las fuerzas democráticas del resto del Estado. Lo demás es soñar O lo que es peor, contribuir a alejar el problema catalán bajo la apariencia de un radicalismo nacionalista que puede resultar peligroso.
¿A usted le produce miedo el fantasma del separatismo?
— A mí en política ya no me produce miedo nada. Pero no soy federalista.
— ¿Por qué razón
— Sencillamente, porque el federalismo no es la respuesta histórica adecuada a las estructuras sociales de la economía española en general y a diferencia de estructura económica entre Andalucía y Cataluña, entre Galicia y el País Vasco, pongo por caso, hace imposible una solución federal para todo el Estado.
— Qué defiende entonces usted?
— Yo defiendo los poderes políticos, verdaderos y autónomos, para las distintas nacionalidades y regiones. Y para Cataluña en concreto defiendo un régimen parlamentario. Es decir, una Generalitat o asamblea elegida democráticamente que designe un gobierno que controle los asuntos de competencia exclusivamente catalana, tanto política como económica. Todo esto dentro de un contexto a nivel de Estado plasmado en un régimen presidencialista. Esto, que en cualquier país del mundo lo entenderían, aquí parece que nadie lo entiende. Y por eso la oposición no ha ofrecido todavía una alternativa constitucional. Porque todos sus partidos, casi sin excepciones, continúan repitiendo los viejos tópicos del sistema parlamentario. Creen que no hay más sistema representativo que el parlamentario cuando no es así. No hay que confundir sistema representativo con sistema partidista
— Y se confunde
Claro que se confunde. Y éste, precisamente es el fruto que se está recogiendo de la incultura política de estos cuarenta años de dictadura Yo lucho por la democracia yo lucho porque existan partidos, pero aspiro a un sistema concorde con un estado moderno e industrial. De ahí que defienda el sistema presidencialista frente al sistema parlamentario. ¿Qué ocurre? Pues, nada. Que la oposición y el Gobierno están hablando de lo mismo del parlamento. Los partidos son libres de hacer lo que quieran. Pero en «Coordinación», gracias a mi presión, hasta ahora no ha habido ningún documento en el que se hable de parlamentarismo. Esa es mi batalla. Mi insistencia es poder ofrecer a España una constitución de nuestros días, un sistema presidencial moderno, con una cámara legislativa con verdadero control, con una democracia auténtica en la que participen los obreros. En definitiva, un modelo que evite el lamentable espectáculo de todas las constituciones precedentes, incluso la de la República del 31, que eran constituciones de la clase gobernante y nunca fueron constituciones del pueblo.
— ¿Pero usted qué es de derechas o de izquierdas?
— Yo no soy de derechas ni de izquierdas. Y menos de centro por que el centro en política no existe. No soy de derechas, evidentemente. Pero tampoco soy de izquierdas en su sentido tradicional. No soy socialista, no creo en el principio de la autodeterminación, no he hablado nunca de nacionalizar la banca, ni tan siquiera de la necesidad de una reforma fiscal y estoy a favor de la iniciativa privada. Procuro ser un hombre moderno que recoja las aspiraciones del pueblo. Por eso no estoy en ningún partido. Porque ningún partido está defendiendo las necesidades que actualmente tienen los españoles. Para mí la preocupación por mantener la producción económica es esencial y mis análisis históricos están basados en el estudio de las verdaderas estructuras. Mi objetivo es construir una alternativa que mejore la situación económica de España, que la lance de lleno al futuro. Para eso estoy luchando, para eso me he preparado y para eso he dedicado toda mi vida.
— ¿Tiene ambición de Poder?
— Quisiera responderle sinceramente a su pregunta. El político que diga que no tiene ambición de Poder es un aventurero o un farsante. La política es imposible sin esta condición. Pero ¡ojo! hay dos clases de ambiciones: la mezquina, que yo nunca he tenido ni tendré jamás, en la que el político hace el desierto a su alrededor, no deja que surja competencia y que salgan otros líderes porque busca el cargo. Y hay otra, noble y generosa, que va indefectiblemente unida a la ambición de un grupo o sector. En este sentido, mi ambición es más grande que la de ningún otro de los personajes políticos con los que hablo, porque mi ambición es elevar a todo el pueblo español, a todos los pueblos de España. Y yo no me elevaré si no me elevo con ellos y sucumbiré si ellos sucumben.
— Hasta que punto sería capaz de sacrificar su porvenir por su ideas?
— Hasta las últimas consecuencias. Cuando yo digo libertad para todos, si hay uno que no tenga libertad prefiero estar encerrado. Cuando digo que asumo el hecho nacional catalán, significa que estoy dispuesto a cualquier sacrificio por ser consecuente con ese compromiso. Soy el más moderado en «Coordinación», pero es posible que sea el más extremista en cumplir al pie de la letra lo que mantengo en «Coordinación».
— ¿Considera que hay partidos dentro de ella que tienen sobre la mesa dos barajas?
— Yo no permitiré que por mis palabras se resquebraje «Coordinación» poniendo en mi boca juicio de valor que nunca he hecho. Y que han sido el pretexto para el ataque inverosímil e injusto que el PSOE me ha dirigido. He afirmado y los repito que ciertos partidos de «Coordinación» tienen que poner su conducta de acuerdo con su conciencia o su conciencia de acuerdo con su conducta. Con lo cual no afirmo nada que pueda ser ofensivo a ningún grupo que se sienta aludido. Ni les llamo oportunistas ni les acuso de doble juego, fíjese usted. Lo que si les digo es que resulta imposible hacer hoy una declaración y al día siguiente otra en sentido distinto. Eso crea confusión en la opinión pública. Lo único que pido es coherencia, pero coherencia histórica, coherencia objetiva, coherencia política.
— ¿Usted está en contra de que la oposición negocie con el Poder?
— Eso no es verdad. Yo siempre he apoyado la negociación con el Poder. Pero no se puede negociar con un Gobierno que no te respeta. Y para que te respete hay que tener fuerza. De ahí que yo sea partidario de las movilizaciones pacíficas populares, que son las que han arrancado la poca tolerancia que hay y la miniamnistía. Pero negociar no significa ceder en lo fundamental. Se podrá negociar el cómo, el cuándo y el con quién se hace la ruptura, pero nunca el contenido de la ruptura. Yo he hecho mis análisis, puedo equivocarme. Que me lo digan, pero no que me insulten. No exijo que los demás partidos de «Coordinación» piensen como yo. No, no. Deseo que haya posiciones contrarias a la mía, pero racionales, explicadas. De ahí que lo que esté reclamando sea que haya una postura inequívoca en todos. Entre lo que afirman y lo que hacen, entre lo que explican desde «Coordinación» piensen como yo. No, desde fuera de «Coordinación». Entre lo que declaran hoy y lo que declararán mañana.
— ¿A usted no le puede nadie acusar con el dedo de incoherente?
— ¿A mí? ¡No! Absolutamente nadie. Ni en mi vida privada ni en mi vida pública.
— ¿No le molesto si le hago una pregunta?
— No me molesta.
— ¿Por qué hay partidos de izquierdas que están atacándole por lo que dicen ellos hizo usted en Guinea?
— En primer lugar, de izquierdas no es nadie que ataca a un demócrata. Probablemente todo parta de la propaganda que Emilio Romero inició contra mí en 1967. El alto honor de mi vida ha sido haber contribuido a la independencia de Guinea. Asumo la responsabilidad histórica de mi actuación. Volvería a repetirla. La difamación es grave por parte de quien la inicia. Yo lucho solo. No tengo ayuda exterior detrás de mí. Las razones de estos ataques que lanzan partidos que incluso se llaman revolucionarios son muy profundas y espero algún día contestar con toda documentación, con toda rigurosidad, con toda claridad a esta cuestión. No hay nada que la opinión pública no deba saber de este asunto y por eso he pedido al Gobierno que levante la «materia reservada» Es muy fácil atacar a un hombre que no puede defenderse desde el silencio. Nadie se preocuparía de mí, nadie se preocuparía de saber cuál ha sido mi conducta en Guinea, si no estuviera en la posición política que mantengo desde hace veinticinco años. No sé qué delito pude haber cometido allí, ni político ni económico, ni de ningún otro tipo.
— ¿Sigue siendo amigo del presidente Macías?
— Si. Siento un gran respeto y amistad por el presidente Macías y creo que la campaña difamatoria, en la que se habla entre otras cosas de un genocidio que nunca ha existido, se debe a la conveniencia de ciertos sectores españoles colonialistas que quieren ocultar el pasado y el presente de Guinea.
— ¿Ha leído usted un informe de una llamada Alianza Nacional de Restauración Democrática que habla sobre su actuación en aquella República?
— Todo eso forma parte de un grupo de estudiantes que estaban viviendo en España becados, gastándose el dinero, sin estudiar y repitiendo curso tras curso. Había quienes llevaban incluso diez años en un mismo curso. Pues bien, cuando llegó Macías a la presidencia mantuvo las becas el primer año, pero, al repetir nuevamente, en el segundo se las retiró. Ahora se han convertido en enemigos acérrimos de Macías y no hacen otra cosa que inventarse toda esta clase de carroña contra él y contra mí y contra Guinea.
— ¿Cuánto hace que no va por allí?
— Tres años, aproximadamente. En primer lugar, por la intensidad del momento político en España y en segundo porque estoy sin pasaporte desde hace dos.
— Se decía que usted viajaba con pasaporte diplomático guineano.
— Esa es una broma infantil. Solamente he salido de España sin pasaporte en una ocasión: cuando tuve que acompañar a mi hijo a París para que fuera operado de un brazo y lo hice con un permiso expedido por la Dirección General de Seguridad ¿Cómo va a darme un pasaporte diplomático guineano Macías, que es un presidente serio y honorable, a mi que soy un ciudadano español? Yo le digo que hablaré en cuanto pueda.
— ¿Con nombres y apellidos?
— Sí, sí. Tengo derecho de explicar a la opinión que ha sucedido realmente y acabar con todas esas infamias que contra mi persona han lanzado los enemigos de la libertad y de la democracia, aunque algunos de ellos se hagan pasar por defensores de la libertad y de la democracia.