1994-08-25.ABC.ZIGZAG.AGT UNA POSICION CLARA

Publicado: 1994-08-25 · Medio: ABC

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18/ABC

OPINIÓN

JUEVES 25-8-94

. Postales
HERENCIA  FELIPISTA

C UANDO  Felipe  González

y  sus  chicos  llegaron  a
la  Moncloa,  los  comentaristas
norteamericanos  les  llamaron
«jóvenes  naciona-
listas  de  izquier-
das».  No  sé  cómo
les  llamarán  ahora,
si es que les  llaman
de  alguna  manera,
pues  España  casi
ha desaparecido  de
la  actualidad  inter-
nacional,  excepto
para  dar  noticia  de
los  incendios  que
pueden  poner  en
peligro  a  los  turis-
tas  o  del  último  es-
cándalo,  que  nos
permite  competir  con  Italia  en
la olimpiada  europea  de  la co-
rrupción.  No  sé  cómo  les  lla-
marán ahora, digo, pero desde
luego  sé  que  no  les  llamarán
ni  de  izquierdas  ni  nacionalis-
tas.  Si  ha  habido  un  Gobierno
que diera  más  bandazos  ideo-
lógicos y defendiera  menos los
intereses  españoles  en  el  ex-
tranjero  ha  sido  éste,  y  eso  lo
saben a  estas  alturas  tan  bien
los extranjeros  como  los espa-
ñoles.  Ninguno  ha  estado  tan
dispuesto  a  sacrificar  los  prin-
cipios  ideológicos  y  los  intere-
ses  nacionales  a  la  razón
práctica  o  a  la  comunidad  eu-
ropea  para  ser  aceptado  en
ella.  Por  algo  nos  han  puesto
allí  siempre  por  las nubes. Era
Bismark  quien  decía  que  en
cuanto  un Gobierno  extranjero
le alababa  un embajador  suyo,
lo  cambiaba  inmediatamente.
Tal  embajador  se  había  con-
vertido, posiblemente sin darse
cuenta,  por  puro  roce,  en  de-
fensor  más  del  país  ante  el
que estaba  acreditado  que  del
que representaba.

Pero el estropicio que el Go-
bierno  González  ha  hecho  en
la  escena  internacional  no  es
nada  comparado  con  el  que
ha  causado  en  la  nacional.
Basta  echar  una  ojeada  a  lo
que  hoy  es  España  para com-
probar  la  magnitud  del  des-
trozo.  Pocas  veces  los  espa-
ñoles  habremos  estado  más
enfrentados  con  nosotros  mis-
mos.  España  no  es  hoy  sólo
un Estado de Autonomías, que
al fin y al cabo fue  lo que bus-
camos y votamos con la Cons-
titución  del  78.  España  es  hoy
un  Estado  de  tribus,  cada  vez
más  pequeñas  y  hostiles  entre
sí.  Felipe  González  ha  conse-
guido  que  la  animosidad  del
resto  de  España  hacia  Cata-
luña,  y  de  rechazo  de  Cata-
luña  hacia el  resto  de  España,
alcance  niveles  preocupantes.
I  Pero  tales  enfrentamientos  no
I  se  dan  sólo  a  nivel  autonó-
l  mico.  Los  de  León  no  quieren

estar  unidos  con  los  de  Casti-
lla,  y  viceversa,  los  del  Bierzo
rechazan  estar  incluidos  en
León,  en  Alicante  no  hablan
más que del «impe-
rialismo»  de  los va-
lencianos,  en  Car-
tagena,  que  de  la
dictadura  insoporta-
ble de Murcia, y así
sucesivamente.  An-
damos  peleados
por el agua y la pe-
lea  se  e x t i e n de
ahora  a  la  pesca.
Los  pescadores  del
Cantábrico  no  es-
tán  de  acuerdo  con
los  del  Estrecho  de
Gibraltar,  y  vice-
versa.  La razón  son  las  redes
de volanta, que  unos tratan de
prohibir,  y  los  otros  intentan
seguir  usando.  Sin  que  desde
el  Gobierno  llegue  una  voz
clara  al  respecto.  España  es
cada  vez  más  una  cacofonía
de  voces,  un  conjunto  de  rei-
nos  de  taifas  cada  vez  más
pequeños. Vamos hacia la ato-
mización,  o  hacia  la  tribu,  ya
sea  étnica,  lingüística, geográ-
fica  o  profesional. Tribus, ade-
más,  en  guerra.  Todo  ello  se
lo  debemos  a  estos  «jóvenes
nacionalistas»,  que  de  seguir
así  van  a  hacer  la  hombrada
[Bde dinamitar  la  nación espa-
ñola,  para  poner  en  su  lugar
mil nacioncitas.

Puesto  a dividir,  Felipe Gon-
zález  ha  dividido  incluso  a  su
propio partido. El PSOE se ha-
lla  hoy  cuarteado  en  varios
bloques,  los  más  importantes
de  los  cuales  son  el  guerrista
y  el  renovador,  que  se  miran
ya  más  como  enemigos  que
como  correligionarios.  Sólo  el
ansia  de  retener  el  poder,  o
para ser  más exactos el miedo
a  perderlo,  les  mantiene  uni-
dos.  Pero  ya  verán  ustedes
cuando lo pierdan. Los navaja-
zos  van  a  ser  de  juzgado  de
guardia,  si  es  que  entonces
hay  juzgados  de  guardia  en
España.

¿A qué  se  debe  esta atomi-
zación de nuestro  país?  Felipe
González  no  puede  ser  ajeno
a ello, ya que lo ha regido casi
de  forma  omnímoda  durante
los  últimos  doce  años.  Lo co-
gió  cohesionado  o  al  menos
dividido  tan  sólo  en  dos  gran-
des  bloques,  él  contando  con
la  confianza  del  mayor.  Lo
deja fragmentado  en  mil peda1
zos.  El  nacionalista  convertido
en  revientanaciones.  ¿Qué
hay  en  su  persona  o  en  su
forma  de  gobernar  que  divide
más  que  auna?  He  ahí  un
buen tema  de  estudio  para fu-
turos politicólogos.

José María CARRASCAL

ZIGZAG

Una posición clara

Antonio  García Trevijano  publi-
caba  ayer  en  nuestro  colega «El
Mundo» un artículo del que repro-
ducimos sus párrafos principales:
«La única  forma  democrática  de
gobierno  es  el  presidencialismo,
con  sistema  electoral  uninominal
para la representación  en el Par-
lamento  de  la  sociedad  civil.  El
sistema proporcional  de listas de
partido sólo lleva al Parlamento la
redundancia  de  la sociedad polí-
tica  financiada  por  el  Estado.  El
presidencialismoes  la  única
forma  democrática  de  gobierno,
porque  es la única que separa al
poder  ejecutivo  del  legislativo.
Entre una Monarquía Parlamenta-
ria,  como  la actual, y  una  Repú- *

blica  Presidencialista,  yo defen-
deré siempre  a la República. En-
tre  una  República  parlamentaria,
como  la  italiana  o  la alemana, y
una  Monarquía  presidencialista,
yo defenderé siempre a la Monar-
quía. O sea, que en ambos casos
mi combate no tiene otro objetivo
que  la  democracia.  Y  si  de  una
cosa  estoy  seguro  es  de  que  la
democracia  jamás  puede  llegar
desde arriba por un golpe de Es-
tado  o  una  conjuración  de ilumi-
nados.  O  la  conquista  el  pueblo
con  un cambio  de  la opinión pú-
blica  o  no  hay  democracia.  Por
eso colaboro  habitualmente en la
prensa, escribo libros, doy confe-
rencias y hablo en la radio.»

Ladrones nucleares
La comunicación  del  Gobierno
ruso para informar sobre la deten-
ción  por  la policía  de  dos indivi-
duos que intentaban sustraer diez
kilos de uranio 235 de una central
en  los  Urales,  viene  a  confirmar
las  graves  sospechas  que  se
venían  alimentando  en  relación a
la  escasa  vigilancia  a  que  están
sometidos  los  materiales  atómi-
cos en los centros de producción
rusos  , sospechas  que ya fueron
denunciadas  ayer  en  la  sección
editorial  de ABC,  en  referencia a
las siniestras actividades de estos
nuevos contrabandistas de explo-
sivos  nucleares,  con  capacidad
para  la  destrucción  de  enormes
masas de población si son emple-
ados en forma militar o del enve-
nenamiento  de  miles  de  perso-
nas,  en el caso de que fuesen uti-
lizados  por  una  banda  terrorista
después  de  ser  pulverizados  y
dispersos  en  la  atmósfera.  Las
autoridades  rusas  han  querido
demostrar que vigilan sus arsena-
les,  pero resulta inquietante el her
cho de que el primer anuncio so-
bre arresto  de  ladrones  atómicos
llegue  a  Occidente  pocos  días
después de la gran denuncia uni-
versal sobre  la insegura vigilancia
que  los  rusos  mantienen  alrede-
dor de su gigantesca industria nu-
clear.

La ecorrapiña
Es asunto de muy preferente in-
terés para España. La prohibición
comunitaria  de  las volantas  en la
pesca del bonito y otras especies,
que  se  habrá  de debatir  el  pró-
ximo mes en el Parlamento Euro-
peo,  merecería  el  mayor  de  los
esfuerzos  por  parte  de  Asuntos
Exteriores; e  incuestionablemente
del departamento de Agricultura y
pesca.  ¿Sería  pecar  de  ilusorios
creer que en esta cuestión sabrán
ponerse de  la debida, forma  para
que  sean  defendidos  intereses
nacionales tan claros?  Parece no
haberse enterado aún el Gobierno
de  por  dónde  van tentaciones  y
pecados  en  esta  revuelta  cama
del  Mercado  Único.  Con  eso  de
las  volantas  acabarán  con  todo
después  de  habernos  llenado  a
nosotros  con  el  producto  de  su
ecorrapiña. Nadie se acuerda por
Bruselas de cómo se ponían con-
tra el ejercicio español de sus de-
rechos  históricos  en  materia  de
pesca,  cuando  aún  estábamos
fuera del club. Todos eran ecolo-
gistas, y nosotros  unos  predado-
res.  Ahora,  sin  embargo,  los vo-
lanteros  de  Europa  arramblan
hasta  con  las  gaviotas.  Urge  un
Derecho  comunitario  para  la
Pesca, que sea de efectivo cum-
plimiento  con el concurso  leal de
ios Estados.

PUNTOS  DE VENTA  DE A BC  EN  ITALIA

Roma:  Besi.  P.zza  Siculi;  Cimaroli.  Via  Carducci:  Caracci.  P.zza  Barberin:
Caiafia,  Via Del  Traloro;  Balzotti. P.zza Del  Tritone: Volpini,  Via S.  Vincenzo: Bar-
botti. P.zza Poli (Tritone);  Censi, P.zza S  Silvestro:  Mondini. P.zza  Colorína: Pas-
cucci.  Via Del  Corso;  Millo.  P.zza  Colonna:  Camponeschi.  P.zza  Colorína;  Lgo
Chigi;  Giustiniani,  P.zza  Di  Spagna:  Bonomi,  P.zza  Di  Spagna:  Verdone.  Via M.
De Fiori; Moroni, L.go Lombardi;  Gabbianelli. L.go  Goldani:  Lupelli.  P.zza S. Lucia
in  Lucina:  Luchetti.  Via  Capo  e  Case:  Del  Bene.  Via  Solferino:  Fagioli.  Via Ve-
neto:  Notarpletro,  Via  Bancompagni;. Vetro.  Via  Sardegna:  Pieroni.  Via  Véneto:
Gigu.  Via  Véneto; Giovannelli.  Via Napoli:  Di  Laudo,  Via Nazionale;  Macchini. Via
Delta  Consulta:  Ergasti.  Via  Nazionale:  Castellino.  P.zza  Venezia;  Nesta.  Vicolo
Doria;  Colasanti.  V.le Mazzini;  Nencetti,  Porta  Angélica;  Antrilli,  Via  Giolitti:  Fraz-
zitta, P.zza Cinquento:  Renelli. P.zza Cinquecento;  Petroni. L.go  Villa Peretti:  Tor-
zetti, P.zza Cinquecento:  Frollano. P.zza Cinquecento:  Rinolfi, P.zza Delta  fíepub-
blica;  Ceccarelli,  Via Nazionale;  Banal.  V.le Aventino  F.A.O.;  Giusti.  Via Palermo:
Furini.  P.zza  Del  Gesú:  Casucci,  P.zza  Sonnino:  Soderini.  P.zza  Mastai;  Aranci.
L.go Argentina:  Di Camino. P.zza Della  Rotonda;  Liberti.  Via Dagana  Vecchia; To-
daro.  L.go  Argentina:  Mercoli,  P.zza  Navona:  Albanesi.  P.zza  S. 'Pió  X:  Galli.
P.zza Pió  XII; Bigi. Colonnato S  Pietro

ABC (Madrid) - 25/08/1994, Página 18
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