2006-01-29.BITACORAS.YO ACUSO OLIVER-JESUS NAVAS

Publicado: 2006-01-29 · Medio: BITACORAS

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YO ACUSO
BITACORAS.29-01-2006 
OLIVER-JESUS NAVAS
“En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio. Las considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de la verdad y de la justicia” (Émile Zola).
Hago un paréntesis, entre los artículos, propios o ajenos, que vengo publicando en esta bitácora, para permitirme realizar un acto que sería tan ridículo por mi parte calificar de revolucionario, como hipócrita sería disimular que me mueve a efectuarlo un sentimiento apremiante, “de activar la explosión de la verdad y de la justicia”.
Cuando Émile Zola, padre del naturalismo francés, acusó al gobierno de la República francesa, de cometer con el capitán Dreyfus, una atroz injusticia, lo hizo a sabiendas de que todo el código penal caería sobre él. Aún así, lo hizo. El artículo “¡Yo acuso!”, ha pasado a la Historia como la más encendida defensa que nadie haya hecho jamás de un inocente condenado por la canalla política, militar y judicial.
Sinceramente preocupado por el rumbo que está tomando la política española, no puedo limitarme, como se hace en la mayoría de los casos, a criticar lo que se está haciendo mal. Espero que haya quedado patente, hasta el momento, que no sólo me esfuerzo por diagnosticar, con la mayor exactitud posible, las enfermedades de nuestro cuerpo social y nuestra alma política, sino en proponer las terapias pertinentes, si las hay. 
Cuando hace dos meses empecé a publicar mis reflexiones aquí, no esperaba que la política me ocupara tanto tiempo. Mi interés se centra en la filosofía. Pero, en esta hora crucial para España, permanecer callado lo consideraría una traición a mis principios e ideales de siempre. Probablemente, en breve plazo de tiempo, diga todo lo que tengo que decir, y luego me calle. Pero, ahora, ¡yo acuso!
ACUSO A LA CLASE GOBERNANTE, especialmente a la generación de Juan Carlos, Suárez, González, Fraga, Carrillo, Pujol, y demás líderes políticos -responsables de la transición desde la dictadura a la monarquía-, de traicionar el ideal de la democracia y de engañar a los españoles. Todo lo que hay que saber sobre la transición es más que sabido. Está publicado y contrastado. García-Trevijano no ha sido el único en denunciarlo. En esta extraordinaria república de la libertad de expresión, que es Internet, consta también casi todo. Y en este rincón ignorado, sacaremos a la luz, en la medida de lo posible, el crimen de la transición. Aunque haya prescrito. Porque la verdad y la justicia lo exigen. 
ACUSO A TODOS LOS SECTORES DE LA CLASE DIRIGENTE, ya sean banqueros, abogados, economistas, periodistas, clérigos o profesores, de blindar la corrupción del régimen político y ocultar el pecado original de la transición, para obtener todo tipo de prebendas, trepar hasta las antesalas del poder o sentarse en la poltrona, aunque fuera a costa de renunciar a la honradez intelectual, la ética profesional o la simple moralidad privada. Les acuso de esconder sus “razones de establo” tras la hipócrita apelación a la “razón de Estado”, la cantinela favorita de todos los tiranos, con la cual pretenden engatusar a los ciudadanos, haciéndoles creer que “es del máximo interés para la sociedad que sus asuntos se lleven en secreto”, ya sea para apoderarse de la soberanía popular, negociar con terroristas, repartirse la nación con los separatistas o negarse a investigar las matanzas de "los últimos bárbaros".
ACUSO A LOS NACIONALISTAS Y CENTRALISTAS, ya sean defensores del “egoísta patriotismo económico del nacionalismo catalán”, del “aldeano patriotismo étnico del nacionalismo vasco” o del "hipócrita patriotismo constitucional" de los partidos nacionales, de envenenar las relaciones entre los pueblos de España y, con la ayuda de un gobierno revanchista e irresponsable, sembrar la discordia entre hermanos, consiguiendo, como dijo Zola,
“que los bribones triunfen insolentemente, derrotando el derecho y la probidad. Es un crimen haber acusado como perturbadores de Francia (léase España) a cuantos quieren verla generosa y noble a la cabeza de las naciones libres y justas, mientras los canallas urden impunemente el error que tratan de imponer al mundo entero. Es un crimen extraviar la opinión con tareas mortíferas que la pervierten y la conducen al delirio. Es un crimen envenenar a los pequeños y a los humildes, exasperando las pasiones de reacción y de intolerancia, y cubriéndose con el antisemitismo (léase anticatolicismo), de cuyo mal morirá sin duda la Francia libre (léase España libre), si no sabe curarse a tiempo. Es un crimen explotar el patriotismo para trabajos de odio”.
ACUSO AL MUNDO DE LA CULTURA de haber introducido en el país ese engendro llamado “posmodernidad”, que ni sus promotores sabrían definir, pero que nos ha traído “el desprestigio cultural de la familia, del trabajo productivo, del pensamiento serio, de la estética, de la moral de la responsabilidad, de la democracia, del Estado y de la nación”. Acuso a los medios de comunicación, especialmente a la televisión, de embrutecer a la población con la basura ideológica pseudoprogresista, haciendo gala, como diría Spinoza, “de cierto encanto en los vicios, de cierta cultura en la necedad y de cierta elegancia en la indecencia. De ahí que, aunque sus vicios resultan repugnantes y vergonzosos, cuando se los considera uno por uno, que es como más destacan, parecen dignos y hermosos a los inexpertos e ignorantes”. 
ACUSO A LOS ESPAÑOLES de cobardía ante el poder y de indiferencia ante los males de su patria. No es cobarde el que siente miedo, sino el que es incapaz de sobreponerse a él. Ahora mismo, no hay motivo alguno, excepto el apocamiento y la indolencia, que justifiquen el que los españoles permitan a la clase gobernante destrozar la nación, hipotecar su futuro y arruinar el de sus hijos. Cuando acuso a la generación de la transición, “no quiero decir con ello que solamente el rey Juan Carlos; el jefe de Falange y del Gobierno, Suárez; el jefe del Ejército, general Gutiérrez Mellado; y el símbolo de la continuidad de los políticos franquistas en un régimen de libertades, el señor Fraga, tengan en exclusiva la responsabilidad histórica de haber causado la degeneración del sentimiento español. Muchas causas colectivas tienen que haber concurrido para producir tan lamentable deterioro histórico. Y el pueblo español, dominado por el miedo a peligros irreales y por ignorancias culpables, no puede ser considerado en modo alguno como simple víctima inocente del egoísmo de sus clases dirigentes. Basta ya de tanta demagogia irresponsable” (García-Trevijano).
Al hacer estas acusaciones, cuya dureza no ignoro, digo, para terminar con Émile Zola, que: “Sólo un sentimiento me mueve: que la luz se haga; y lo imploro en nombre de la humanidad, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los tribunales y que me juzguen públicamente. Así lo espero”.
Aunque sea en vano.