1996-04-08.EL MUNDO.VACACIONES DE LA CRÍTICA POLÍTICA AGT

Publicado: 1996-04-08 · Medio: EL MUNDO

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VACACIONES DE 
EL MUNDO. LUNES 8 DE ABRIL DE 1996
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Las vacaciones son para el cuerpo político lo que el sueño para los cuerpos individuales. Una necesidad vital de compensar, con visiones oníricas agradables, la tristeza ante una realidad que se empeña en desbaratar la voluntad de bienestar en el mundo. Recreamos bellos horizontes, sabiendo que la Naturaleza y la sociedad no tienen días de asueto en su labor obstructiva de la felicidad familiar y universal. Catástrofes naturales, conflictos bélicos, accidentes de tráfico, situaciones sociales de agobio personal y enfermedades incurables siguen su implacable curso, mientras soñamos y disfrutamos con lo inédito. Lo único que acompaña a nuestra huida temporal de la realidad es la vacación política. Salvo las grandes revoluciones, nada pasa en el mundo político durante los fines de semana y las vacaciones laborales. A falta de noticias, cobran relieve las especulaciones. Pero al despertar, como al volver de vacaciones, tomamos de golpe, pero con ánimo diferente, la conciencia que teníamos de la realidad en el momento de eludirla. Y si no podemos cambiar la realidad, decidimos cambiar nuestra actitud ante la misma. 
Este parece ser el único cambio operado en estos días oníricos ante el hecho insoslayable de que un Aznar, ganador de las elecciones, está en manos de Pujol para formar gobierno. Lo mismo que en Felipe González se veía como falta de conciencia de la unidad de España, en Aznar se ve como patriotismo. Lo mismo que en Felipe se entendía como chalaneo de votos contra dinero, en Aznar se interpreta como solidaridad regional. Lo mismo que se criticaba en Felipe, su secreteo con Pujol, se alaba ahora en Aznar. Lo que en Felipe era atribuido a su inconsciencia cultural de España, en Aznar se convierte en visión de un estadista del pluralismo nacional. Lo que en Felipe era medro personal de coyuntura, se convierte con Aznar en conciencia objetiva de una oportunidad histórica. Ya ni siquiera basta con las autonomías. Los mismos que ponían el grito en el cielo ante la reforma de la Constitución para transformar la corrupta partitocracia en una sana democracia, es decir, los que no quieren un gobierno representativo de la sociedad civil, surgido de la mayoría absoluta, que es lo característico de la forma presidencialista de gobierno, piden cambiar la Constitución para desmembrar España en un Estado federal a lo alemán, o confederal a lo suizo. 
Como en el despertar hambriento de un fauno, aquí no ha cambiado la realidad política sino el apetito de poder. Ha crecido el de Pujol y de Fraga. Y en plena indiferencia de los españoles y del monarca, la pequeña oligarquía de los jefes de partido se dispone a repartirse el Estado en un nuevo festín federal. Y la única voz que parece vislumbrar el desastre, surge del seno marginal del PSOE para proponer una alianza de gobierno entre su partido y el PP. Lo que nos faltaba. El gobierno de la corrupción no tiene otra alternativa, en este sistema de partitocracia con borrón de la responsabilidad política, que el gobierno de la descomposición estatal. Pero no hay que esperar límites en una decadencia tan profunda. La corrupción y la descomposición del Estado se alargan y estrechan las manos cuando no hay sentido de la responsabilidad en las cabezas pensantes de la sociedad. ¿Para qué se denunció la corrupción de los gobernantes anteriores y su entrega a las exigencias de un cuatro por ciento del electorado? ¿Es que nadie creía en lo que decía y sólo eran pretextos para desplazar del poder a Felipe González? ¿Acaso era simple cuestión personal, como si lo molesto del delito estuviera en el delincuente? ¿Por qué dar a Aznar, ante Pujol, más crédito político que a González si no tiene otras bazas de juego? ¿Por qué razón ha cambiado el discurso de oposición, a las maneras secretas de practicar la política y a los cambalaches de poder, en aquellos líderes de opinión que nos hicieron concebir esperanzas de que la sociedad no estaba muerta de indiferencia ante el crimen de Estado y la insensatez de las ambiciones nacionalistas?