2001-12-20.LA RAZON.UTILIDAD DE ETA AGT
Publicado: 2001-12-20 · Medio: LA RAZON
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OTRAS RAZONES 18 LA RAZÓN JUEVES, 20 - XII - 2001 UTILIDAD DE ETA ESPECIES A EXTINGUIR OTRAS RAZONES –por ciega obedien- cia a la fantasía dic- tatorial de negar la realidad de la histo- ria española que ha diferenciado territo- rios por sus lenguas y culturas–, será in- justo dejar de atri- buir a la existencia de Eta tanto la rega- lía de altos techos decisionales a nacio- nalidades culturales, como la extensión igualitaria de esas competencias estatales a todas las Comunidades Autonómicas. Nada ni nadie ha influido tanto como Eta en la configuración territorial del actual Estado español. Los matices de la ambigüedad de senti- mientos ante el crimen terrorista, produci- da por la importancia de su utilidad políti- ca, se dejan ver en los distintos signos de su condena, desde la lamentación por la desgracia inevitable, o el rechazo pura- mente intelectual de las acciones san- grientas, a la desaprobación de los atenta- dos contra personas insignificantes. El grado de dolor por el asesinato terro- rista se establece en función, inversamente proporcional, de la espúrias rentas del te- rror. Y ésta utilidad no beneficia en exclu- siva al PNV. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO A quella per- manente em- bestida de la soledad royendo los intersticios de la ra- zón como una que- madura se queda cor- ta, con el aliento pútrido, comparada con esta horrenda de- molición de la razón democrática que se está perpetrando en nombre de la ideología antiterrorista. ¡Qué banquete del poder a cargo de la sangre ase- sinada el 11-S en Nueva York y Washington! Decía Pablo Neruda, maldiciendo a un os- curo funcionario de Dios: «Otro plato de sangre para el obispo de Almería». Ahora se sirve en enormes soperas imperiales para concelebrar sin inhibiciones proditorias la liturgia de la venganza bautizada como li- bertad duradera. Soperas de sangre para el festín imperial de la conquista. De nuevo la oración del monje Bulloch ante el asesinato del pingüino hortelano a manos de Greatuk y frente a la condena del anciano Mael: «Cuidado, padre mío, pues lo que llamáis robo y asesinato es la conquista, fundamen- to sagrado de los imperios, origen de todas las virtudes y todas las grandezas. Padre mío, bendecid a Greatuk porque todo poder viene de Dios». Anatole France afinó más que Orwell. El gran pingüino de piel blanca y pelo rojo, cargado con su enorme maza EL JAMÓN L os habrá mas caros, más elegantes, más modernos, más sofisticados o más bellos; los habrá, incluso, peca- dores, que hagan traspasar la línea del co- hecho, los desfiladeros de la tentación y los arroyuelos de la honradez. De todos ellos habrá, pero como él, hasta hoy y por los si- glos de los siglos hispánicos, el jamón es el jamón. Es el obsequio con mayúsculas, cer- tero, definitivo, contundente; un clásico; un estilo que no pasa; un exacto nombre, re- dondo y rotundo, para un aroma, un sabor, un poderío, un todo inmarchitable. Es el símbolo imperecedero de nuestra manera de pagar lo que no tiene ni por lo que se ha co- brado precio, del obsequio, de la dádiva, de la merced y el agasajo. Es la imagen impresa, en la raza y en la lengua, del regalo. Te pueden regalar de to- do, de cualquier precio y condición; gusto o disgus- to; envuelto, de diseño o en botella. Te pue- den mandar hasta la luna y la Biblia en ver- so –los de márketing mandan cosas aún más raras– pero si en Navidades a uno no le mandan un jamón, es que no es nadie. AAnnttoonniioo PPÉÉRREEZZ HHEENNAARREESS REBOREDO Y SAÑUDO E l fenómeno del terrorismo separatista no puede ser visto de la misma manera, ni sentido con el mismo horror, por todos los que lo condenan en su corazón o de pala- bra. La utilidad polí- tica del crimen, aun- que sea indirecta o no buscada, merma o anestesia la sensibilidad de las personas más cercanas a la concepción del mundo donde se engendra. Y los sectores nacio- nalistas, incluido el español, no son ajenos por completo a los sentimientos cuya radi- calización lleva al terrorismo. La mera existencia de Eta ha determi- nado la flaqueza de la Transición ante los nacionalismos gobernantes, llegando a servir de coartada implícita, cuando no de pretexto expreso, a la noción represiva del orden público y de la libertad de pen- samiento sobre conceptos tan básicos, por ser prepolíticos, como los de patria y na- ción. Los gobiernos vasco y catalán han con- seguido carácter y concesiones competen- ciales que hubieran sido, y siguen siendo, inimaginables sin temor a la extensión del terrorismo en todos los escenarios nacio- nalistas. Los Gobiernos de la Transición se han legitimado en la represión legal antiterro- rista para abortar los movimientos involu- cionistas de la extrema derecha (23 F) o copiar sus ilegales métodos (GAL). Los nacionalismos gobernantes y los Gobier- nos del Estado resultan objetivamente be- neficiados por Eta, en tanto que factor jus- tificante y estabilizador del consenso oligárquico que sostiene el sistema auto- nómico. Basta imaginar una situación sin terro- rismo para evidenciar que ni Arzallus, ni Pujol, ni Suárez, ni Felipe González, ni Aznar serían lo que han sido, ni habrían podido gobernar de modo tan expeditivo. El concurso de méritos que hace durar a Eta no le corresponde a ella sola. Del mismo modo que Franco prolongó la dictadura haciendo del comunismo la alternativa a su Régimen, lo cual exigía providenciarlo en todas las manifestacio- nes de la oposición democrática, dándole así un prestigio carismático, la actual oli- garquía de partidos estatales y autonómi- cos se basa en la conveniente idea (para ella) de que sin Monarquía no habría más que separatismo y rotura definitiva del Es- tado. La unidad de España, un hecho invo- luntario e indiferente a la libertad colectiva de los españoles, ha sido elevada por la Transición a la categoría de voluntad polí- tica del Rey y de los partidos constitucio- nalistas. Una hazaña metafísica que sería impo- sible de concebir sin tener a mano el anti- terrorismo como factor de legitimación de los gobiernos, y sin exagerar el peligro de separatismo como justificación última del sistema monárquico. Si a las consideraciones anteriores aña- dimos que el sistema de Autonomías trae su causa suarista de la igualación de to- das las regiones con Cataluña y Euskadi asesina, supera al gran cerdo de «Rebe- lión en la granja», sin necesidad de insistir en la imagen estúpi- damente peyorativa de uno de los anima- les más limpios y ge- nerosos del universo, arrojándolo de nuevo, con el diablo en su sangre, por el precipicio de Gadar. ¿Por qué todo poder viene de Dios? Es Dios. El ca- mino, la verdad y la vida. Y la mentira uni- versal que aplasta con su maza las verdades plurales. Vamos avanzando. No hacen falta alia- dos, sino vasallos. Soldurios y gardingos en permanente actitud de séquito. Muñidores del Imperio, fraguadores de intrigas, gran- des estómagos rumiantes, esbirros disfraza- dos de patricios, brigantes y bribones siem- pre dispuestos a cualquier patriada para calentar la verga imperial de los Greatuk de alto coturno, con el plus de peana del geno- cidio perpetrado en legítima defensa. Que- dan otros por delante pero el séquito será el mismo. Y la conquista también. Ni Prome- teo ni Antígona existen ya. Han sido des- truidos por misiles cortamargaritas y bom- bas de napalm. Los publicanos han reemplazado a los republicanos. Hay que re- caudar el impuesto del terror en nombre del antiterrorismo. No hacen falta ciudadanos. Sólo milicos del chusmaje dispuestos a la gran delincuencia internacional y al asesi- nato en masa. ¡Incorregible Saramago! El mismo día en que nace con el esplendor del rayo pelúcido el nuevo santo Escrivá, encomendado a los arcángeles pínnicos de la santa coacción, di- ce muy serio que «los gobiernos son los co- misarios políticos del poder económico» y que hay que responder a tres preguntas, casi tan difíciles de responder como aquella bí- blica de «¿dónde está tu hermano?». El lu- sitano-lanzaroteño José pregunta nada me- nos: ¿por qué ocurre lo que ocurre?; ¿para qué ocurre lo que está ocurriendo?; ¿para quién ocurre? Son cosas que no deben de- cirse. Es como preguntar por los tiempos an- teriores a Dios. La voz de ceniza de Sara- mago continúa exigiendo racionalidad democrática. «Hasta para descreer de la ra- zón tenemos necesidad de la razón». En es- te tiempo hostil propicio al odio hay pre- guntas que no deben hacerse. Están amasadas en la esencia de una revolución a contravida. Tan abolidas como los árboles a los que sonreía de lejos Blas de Otero. Tam- bién le gustaban los camiones grises «y mu- chísimo más los elefantes». Son especies a extinguir. Como la libertad y la justicia. Li- bertad infinita y justicia duradera. Así lo or- dena el imperio y así deberá ejecutarse. El gobernador de «Las brujas de Salem» tenía toda la razón del mundo: «En el libro de la ley no está escrito que las sentencias de los jueces sean justas, pero sí está escrito que las sentencias de los jueces deben ejecutar- se». Estas sentencias no son especies a ex- tinguir. Juan Proctor y Rebeca Nurse seguirán, de por vida y de por muerte, condenados a morir en la horca. Aunque las brujas fueron expulsadas y abolidas, hay que seguir col- gándolas. Loores hagamos al rey del festín. JJooaaqquuíínn NNAAVVAARRRROO