2019-02-09.EL MUNDO.UN REPUBLICANO AMIGO DE REYES FERNANDO PALMERO

Publicado: 2019-02-09 · Medio: EL MUNDO

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UN REPUBLICANO AMIGO DE REYES
EL MUNDO. 09/02/2019. Página, 3
FERNANDO PALMERO
Con el Rey Juan Carlos no volvió a tener relación después de un atropellado encuentro a finales de julio de 1969, en el céntrico y exclusivo restaurante Club 31 de Madrid, poco después de que las Cortes franquistas lo hubiesen ratificado como sucesor del dictador a título de Rey. Entonces, Antonio García-Trevijano formaba parte del Consejo privado de Don Juan y acababa de redactar en Estoril, a petición suya, las dos cartas de contestación y protesta que el legítimo heredero de la Corona envió a Franco y a su propio hijo, ya que con la jura de los Principios del Movimiento, Don Juan Carlos rompió el orden sucesorio. Aquella noche, en el Club 31, todos los comensales se pusieron en pie para aplaudir al Príncipe de España y a su esposa, Doña Sofía, mientras abandonaban el local. García-Trevijano permaneció sentado. Cuando la pareja llegó a la altura de su mesa, se hizo un espeso silencio: "Tono", así es como los amigos le llamaban, y Don Juan Carlos entonces lo era, "¿es que no me vas a saludar". E incorporándose le respondió en voz alta: "Al amigo, siempre. Al sucesor, jamás".
La anécdota dibuja a la perfección el carácter insobornable y estricto del abogado, notario, político, pensador y ensayista granadino (1927-2018), un intelectual atípico que huyó siempre de las utopías, defendió con rigor los principios republicanos en obras como ‘Pasiones de servidumbre’ o ‘El discurso de la república’, y que hasta el último día siguió al frente del Movimiento Ciudadano por la República Constitucional (MCRC), denunciando un sistema que definía como oligarquía de partidos coronada sin separación real de poderes y exigiendo un nuevo proceso constituyente.
A Don Juan Carlos lo había conocido a finales de los 50 en Zaragoza, cuando García-Trevijano, que acababa de ganar la plaza de notario en Teruel, se paseaba por la ciudad con su flamante Pegaso Turing descapotable, un coche que no pasó desapercibido para el joven cadete que era entonces Don Juan Carlos. Enseguida congeniaron. Al notario le interesaba la cercanía con el poder y al futuro Rey le fascinaba el dinero, el lujo y la distinción de aquel notario ilustrado. Pero el devenir de los acontecimientos les separaría definitivamente. Partidario de una ruptura democrática durante la Transición y defensor de un referéndum sobre monarquía o república, García-Trevijano pasó a la primera línea política con la creación de la Junta Democrática, constituida en París en 1974 y formada por partidos tan diferentes como el PCE de Santiago Carrillo, el Partido Carlista, el PSP de Tierno Galván o personalidades como Ramón Calvo Serer, representante tanto de la figura de Don Juan, como del Opus Dei. Pronto, el protagonismo de García-Trevijano inquietó a quienes como su amigo Don Juan Carlos o los jóvenes socialistas del PSOE renovado, habían pensado conducir la Transición por otros derroteros. En lugar de integrarse en la Junta Democrática, Felipe González promovió la creación de la Plataforma de Convergencia Democrática y se propuso anular a García-Trevijano. Primero, forzando la unión de ambos movimientos en lo que se conoció como ‘Platajunta’, con mayoría socialista. Después, instando a su encarcelamiento, algo que le facilitó el entonces ministro de la Gobernación, Manuel Fraga. "Durante los cuatro meses que estuve preso", explicaría años más tarde, "Felipe González, en casa de los suegros de Boyer, pactó todo con Fraga, excepto el sistema electoral". Finalmente, lanzando una campaña periodística impulsada por Enrique Mújica, para acusar al notario de haberse enriquecido de manera corrupta como asesor del dictador guineano Francisco Macías Nguema, para el que había redactado en 1967 una Constitución y al que ayudó a crear el Banco Central de Guinea. Aunque el notario, que ya tenía una considerable fortuna y a lo largo de su vida formó una de las mayores colecciones privadas de arte de España, intentó defenderse publicando en 1977 ‘Toda la verdad’ la campaña de desprestigio que lo relegó a un segundo plano, frustrando su sueño de convertirse en el primer presidente de una hipotética tercera república. Hasta su muerte mantuvo intacta su pasión política y su dignidad republicana, publicando obras de gran calado teórico, como su monumental ‘Teoría pura de la república’, donde está condensado todo su pensamiento político.