2003-11-18.EL MUNDO.UN PATRIOTA CATALÁN RAUL DEL POZO

Publicado: 2003-11-18 · Medio: EL MUNDO

Ver texto extraído
UN PATRIOTA CATALÁN 
EL MUNDO.  MARTES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2003. 
RAUL DEL POZO
Josep-Lluís Carod-Rovira, que cree que para hacer frente al «fracaso de España» no hay más camino que una marcha pacífica hacia la independencia, se ha convertido en el huevo de la tortilla catalana. El patriota de Cambrils, licenciado en Filología Catalana, piensa que las cosas nunca estuvieron tan mal como con Aznar en el País Vasco y en Cataluña, elogia el plan Ibarretxe y propone un Gobierno de Unidad Nacional sin el Partido Popular, para cambiar la Constitución. Algunos políticos, editores, tertulianos, intelectuales, ven menos que un gato de escayola y han mamoneado desde la Transición con nacionalistas que ahora tienen piños para devorar el Estado. Llevan mucho tiempo enseñando en las escuelas que España se arrastra por un cenagal y que Madrid es un centro de inmoralidad, que explota a las provincias. Tanto los nacionalistas vascos como los catalanes, a pesar de la descentralización más radical que se ha hecho en Europa, siguen pensando que Madrid es centro envilecido. El catalanismo tuvo su razón y su conciencia cuando quiso salir de su invierno, en los tiempos del Estado español decimonónico, cuando la burguesía periférica veía a España como un cuerpo cadavérico y a Madrid ciudad parasitaria. Hoy carecen de razones.
Un aire pesado, irrespirable, ominoso, se ha apoderado del país, cuando Esquerra, que Pla definía como la pornografía del falso exilio, predominio de la asociación de viajantes y el correspondiente caviar, se ha convertido en la fuerza decisiva del futuro de Cataluña. «Tants caps, tants barrets» (tantos hombres, tantos pareceres). El nacionalismo, esa mezcla de victimismo y racismo secreto, instinto animal de la territorialidad, como dice Trevijano, envidia del Estado, como la envidia del pene, está a punto de desbaratar la monarquía de partidos o corrupción coronada. Para los nacionalistas catalanes y vascos, España, representa lo que decía Julio Camba, una mezcla muy confusa de la Inquisición, el arroz con pollo, los Reyes Católicos, Sevilla, los toros, la rumba y Cristóbal Colón y, hoy, diría Carmiña Ordóñez..
Rovira quiere que Cataluña sea Luxemburgo, Ibarretxe que Euskadi sea Mónaco; países pequeños, con ciudadanos de doble nacionalidad, con exención de impuestos, países prósperos, europeos, con casinos y carreras de coches. ¿Quién lo va impedir, el Ejército español, el de la OTAN, la Guardia Civil? Si ellos se empeñan y urden una mayoría, la retención de estas nacionalidades sería quimérica. Quieren irse no sólo por el encanto de lo pequeño sino porque nos desprecian. Véase lo que decía ayer en la primera página de este mismo diario, Sabino Arana, el santo padre de los nacionalistas: «El vizcaíno es emprendedor, el español a nada se atreve, el español no ha nacido más que para ser vasallo y siervo». O lo que decía Almirall, uno de los pioneros del catalanismo: «España marcha sin brújula por un mar tempestuoso, corrompida por el trono». España será apenas un ave Madrid-Sevilla, lo que tarda en volar una golondrina desde el Duero al Guadalquivir. ¿Para qué más? Grecia eran unas islas peladas.