1996-12-31.EL MUNDO.UN LIBRO POLÍTICAMENTE INCORRECTO DALMACIO NEGRO

Publicado: 1996-12-31 · Medio: EL MUNDO

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UN LIBRO POLÍTICAMENTE INCORRECTO
EL MUNDO. 31 DE DICIEMBRE DE 1996. PAG, 4
DALMACIO NEGRO
JEAN François Revel denunció, un año antes del arrumbamiento del Gran Imperio de la Mentira, que «la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira». 
Sin embargo, Antonio García-Trevijano dice, en su nuevo libro «Frente a la Gran Mentira» (en el que prosigue la demolición de tópicos, iniciada en «El Discurso de la República», sin los prejuicios ideológicos, profesorales y académicos habituales), que «la mentira no ha sido digna de análisis ni reflexión en la historia de las ideas políticas». 
Gran Mentira es hoy la afirmación de que existen democracia y libertad política en España y Europa. 
El autor del libro demuestra las mentiras en que se legitima el Estado de partidos y describe la situación europea de la inteligencia política sin que el profundo conocimiento que se deja traslucir de la Historia y la Teoría Política le lleve a perderse en la erudición. 
Conocido por su valor cívico, ese saber contribuye, sin duda, a que tampoco le arredre intelectualmente el hecho de que «ninguna época anterior ha sido tan difícil de entender como la actual, porque ninguna otra llegó a ser tan diversa, porque antes ninguna había ofrecido tantos saberes a la reflexión del pensamiento, al saber del mundo social». 
En la segunda parte de su obra, Antonio García-Trevijano construye la «Teoría Pura de la democracia», centrándola en un nuevo concepto garantista de la libertad política. 
Tipo de libertad sorprendentemente casi virgen en la Historia de las Ideas. Puestos en el brete de destacar algo, habría que señalar el magistral esbozo de historia de la Revolución Francesa: el conocimiento de los hechos y de las ideas no es menos fascinante que la interpretación de la misma, como el gran escollo que es preciso salvar para hacer inteligible a los contemporáneos la naturaleza de la democracia. 
Como H. Arendt, García-Trevijano piensa que las emociones suscitadas por tal revolución desviaron la atención de la norteamericana, verdaderamente innovadora. 
Y, en este momento de desorientación, pobreza y decadencia del pensamiento en general y del político en particular, que no puede ser suplido por agudezas, retoma el hilo de la Historia en ese punto. Mas, parodiando una idea de moda, cabe decir que el libro parte de aquel fin de la historia que alcanzó su clímax en la revolución francesa y acabó en la perestroika. 
Al fin de cuentas, en la Historia todo final es un comienzo: cada época tiene sus específicas importancias, un modo de ver la realidad para instalarse en ella y sus propios conceptos. 
Y García-Trevijano, un outsider, se sitúa, fuera de la teoría política pasadista dominante, en el tiempo nuevo, al plantear radicalmente como temas capitales, huyendo de los tópicos fenecidos con la época, la democracia como forma de gobierno, la libertad política y la representación -que es el mecanismo que la hace posible-. 
En el contexto actual ya no se sabía lo que es democracia, salvo que se acepte lo que dicen interesadamente las clases dirigentes y sus intelectuales, los dogmas ideológicos o, en el mejor de los casos, los tópicos de los tratadistas. Quien estando a favor de la democracia y las libertades esté dispuesto a pensar por su cuenta, tendrá que estar de acuerdo con el leit-motiv de Antonio García-Trevijano: «ante la imposibilidad cultural de justificar lo que hay, la teoría de la democracia no puede ser hoy otra cosa que una rebelión, una llamada razonable a la rebelión civilizada, en nombre de lo que puede y debe haber, libertad política y democracia». 
Frente al tópico mentiroso del consenso, también lo estará con esta premisa de orden práctico: «la democracia no engendra más libertad, ninguna forma de gobierno puede engendrar libertad». Sucede al revés. La libertad sí puede engendrar gobiernos, sin garantizar por sí sola que sean después liberales, dictatoriales o democráticos. 
El análisis de Antonio García-Trevijano, tan alejado de intelectualismos a la moda como de cientificismos imposibles, descansa en el sentido común. 
Niega que la libertad política se confunda sin más con la democracia, cuya virtud consiste, precisamente, en conservarla porque no puede subsistir por sí sola aunque haya libertades públicas. 
Y rebate la «extraña idea moderna» -uno de los pilares de la teoría del Estado- de la libertad civil «como contrapuesta y asesina de la libertad política». Por el contrario, la idea liberal del Leviatán hobbessiano no condujo al liberalismo sino al absolutismo. 
En definitiva, la democracia «es una teoría formal del poder y una teoría sustancial del contrapoder, como barrera contra las injerencias del Estado en la esfera de los derechos humanos». 
De ahí que se subdivida en teoría de la separación de poderes y teoría de la libertad de acción. La libertad de acción como hecho produce la libertad civil como derecho, y constituye el presupuesto liberal de la libertad política, que está nutrida de moralidad y de poder. 
En tanto que libertad, depende de la moralidad de cada época. En tanto que política, de la idea que tengan los hombres de la autoridad y del Estado. La libertad política nace de una libertad de acción que se genera colectivamente, concretándose de modo institucional en el derecho político de la sociedad a controlar el poder estatal y a materializarse como derecho civil de resistencia. 
Lo peculiar de la libertad política consiste en que garantiza a su vez que la libertad constituyente del poder político esté siempre en manos de los ciudadanos. Quienes, en cuanto gobernados, si quieren ser políticamente libres, auténticos ciudadanos, han de ser políticamente irresponsables. Frente a la Gran Mentira es un libro enérgico y sin complejos, refrescante e innovador, en contraste con el débil pensamiento actual. Y, además, escrito con la elegante vitola y la reflexión incesantemente original de los grandes clásicos. O sea, un libro políticamente incorrecto.