2019-01-28.EL IMPARCIAL.TRAICIÓN Y COBARDÍA EN VENEZUELA RUBEN GISBERT
Publicado: 2019-01-28 · Medio: EL IMPARCIAL
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TRAICIÓN Y COBARDÍA EN VENEZUELA EL IMPARCIAL. 28 ENERO 2019 RUBEN GISBERT FRAILE https://www.elimparcial.es/noticia/197986/opinion/traicion-y-cobardia-en-venezuela.html ¿Qué ha pasado en Venezuela? Mi respuesta después de ver lo ocurrido ayer en la Plaza Juan Pablo II de Chacaíto (Venezuela) es… nada, o más bien todo, menos lo que debería suceder. Y la razón de tal conclusión es la siguiente evidencia: No se puede denunciar un Estado totalitario al amparo de las leyes que éste mismo se ha dado para autoperpetuarse. En otras palabras, es absurdo denunciar el régimen de Venezuela como dictadura y al mismo tiempo esgrimir su constitución como alternativa. ¿Alguien se imagina a Santiago Carillo en pleno franquismo denunciando a Franco al amparo de las leyes fundamentales del reino?... Bueno, viendo lo que sucedió en 1978 tampoco parece tan disparatado. Pero no cabe duda de que resultaría absurdo, ridículo e incomprensible, pues eso sucedió ayer en Venezuela. Que Venezuela es una dictadura es una afirmación que solo desde el absurdo o la mala fe puede rebatirse. Por esta razón soy tan enemigo de su régimen como de cualquier otro que se caracterice por la ausencia de libertad o de verdad, de cualquier sistema político cuyo fundamento sea la fuerza o la mentira. Y he decidido dedicar este artículo a lo sucedido ayer en Venezuela por el dolor que me produce ver a un pueblo hermano que sufre, ser estafado del modo más frívolo e infantil. Ayer, el hasta entonces presidente de la asamblea legislativa de Venezuela el Sr. Juan Guaidó, de treintaicinco años, pronunció un discurso ante una numerosa multitud denunciando el abuso de poder de Nicolas Maduro como dictador del país. En él, el joven político esgrimió incansablemente la constitución bolivariana chavista como texto redentor de todos los males de la dictadura, manifestó su voluntad de que ésta se acatase y agradeció la confluencia de todos los partidos del Estado opositores a Nicolas Maduro. Acto seguido, y sin nadie que le tomase juramento (y por ende sin nadie más asumiendo políticamente esa responsabilidad), se proclamó presidente interino de Venezuela, fijándose los objetivos de designar un gobierno provisional y convocar elecciones libres. Por último y en un gesto detonante de una inmadurez e infantilismo político abrumador, pidió a su auditorio que levantase la mano y jurara no descansar hasta alcanzar la libertad. Esta cadena de hechos en un mismo acontecimiento solamente puede explicarse si su protagonista actúa por mala fe o ingenuidad. Y voy a tratar de ser lo mas claro y conciso posible: ¿Cómo va a liberarse un pueblo con la ley suprema de su tirano? Si esa ley ha aupado a un hombre a un poder sin mesura ni control, desde luego esa ley es tan tiránica como el tirano, o bien propugna preceptos falsos, o su valor jurídico ampara elementos políticos tan amplios e indeterminados que no es ley. Y esto solamente puede pretenderse con una intención, la de sustituir al tirano por varios. ¿Quiénes? los mismos que han alentado a Juan Guaidó a tomar esta acción, los partidos del Estado Venezolano opositores a Nicolas Maduro, pero no a sus reglas de juego. Es decir, si el Sr Guaidó fuera un ingenuo que realmente desease la libertad del pueblo de Venezuela, habría que decirle que tiene a sus peores enemigos detrás de él, los partidos del Estado opositores a Nicolás Maduro, que son los que le han alentado a encabezar un pulso al régimen con la esperanza de repartirse el poder y fundar una partidocracia venezolana. Es decir, esta operación se ha llevado a cabo únicamente con el objetivo de que este presidente joven y popular, amparado por las potencias extranjeras, tome el poder de Maduro para luego dárselo a los partidos. Siendo estos conscientes de que, ante un posible fracaso, será Guaidó el procesado, encarcelado y hasta ejecutado, pues el régimen de Maduro requiere de los partidos opositores para su existencia. Y como creo que es inmoral denunciar una situación si no se está en posición de ofrecer una solución, debo decir, que contra todo lo que seguramente vaya a ocurrir en los próximos días, todavía existe una esperanza para el pueblo de Venezuela. Y esta se haya e el hecho de que Juan Guaidó posee el respeto de la población y aglutina en él un liderazgo que le posibilita el extender la única hegemonía cultural (en términos Gramscianos), capaz de liberar al pueblo venezolano y dotarle de un régimen de poder democrático, la de la libertad política colectiva, definida magistralmente por el jurista español D. Antonio García- Trevijano en su obra Teoría Pura de la Republica. Solo si ante la dominación coercitiva de Nicolas Maduro, Guaidó se decide a aglutinar al conjunto de la población, bajo la idea de la libertad política colectiva, el pueblo venezolano y él mismo escribirán una de las páginas más honrosas de la historia de Sudamérica y del mundo. Pero para ello el primer paso es condenar además del gobierno tiránico del dictador, las falsas leyes que lo consolidaron y las diferentes facciones que viven de las mismas. Es decir, cuando un sistema está podrido, lo está la cúspide, la estructura y los que contribuyen a su funcionamiento y perpetuación. De hecho, el tirano no es nada sin la falsa ley que lo ampara ni sin los opositores a él que juegan la partida aceptando la baraja marcada. Es como la reflexión hegeliana de ladialéctica del amo y el esclavo, donde el autor germano identifica tan acertadamente que, en la relación entre un señor y su criado, el que realmente tiene el poder es el esclavo, pues el amo termina siendo totalmente dependiente de éste y ya que no puede valerse sin él. Y así exactamente funciona toda dictadura, un dictador no hace nada solo ante un pueblo, aunque tenga la fuerza militar, necesita de la apariencia de legalidad y legitimidad para ejercer su poder de forma continuada en el tiempo. Y para ello requiere de unas leyes que en apariencia le obliguen a él también y de un parlamento y unos legisladores que aparenten una pluralidad ideológica diferente a su pensamiento. Es decir, si el Sr. Guaidó no fuese un cínico o un necio y fuese un auténtico revolucionario de la libertad, dispuesto a dar la vida por hacer de Venezuela un pueblo libre, lo primero que debería hacer es tomar como ejemplo toda revolución engranada desde las ansias de libertad. Y propugnar como han hecho los grandes libertadores de la historia, que la libertad de un pueblo no la da una carta magna. El papel solamente atestigua una facultad, evidente por sí misma (como reza la declaración de independencia de los EE. UU.) que todo pueblo ya posee intrínsecamente por el hecho de pertenecer a una colectividad de hombres y mujeres, la libertad. Y dicha libertad colectiva no se concede ni se negocia, o se conquista o no se tiene. Y esta solamente puede provenir de un proceso de libertad constituyente, donde sea la nación quien se dote a si misma de una constitución que sea efectivamente lo que el artículo decimosexto de La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano establece como requisito para que una constitución sea llamada como tal, que sea una norma escrita garante de los derechos de los ciudadanos y que separe los poderes del Estado. Pues este, al igual que la nación es preexistente a toda constitución (a excepción de los Estados-nación), cuyo objetivo no es otro que definir el régimen de poder, y si esta no separa los poderes del Estado entonces no será constitución, sino ley fundamental o ley suprema o cuya denominación se quiera, pero será ley, no constitución ya que no constituye nada. Tras lo cual solo me queda expresar de qué modo el Sr. Guaidó debiera, si lo desease, proceder políticamente para garantizar que efectivamente el pueblo de Venezuela alcanzase su libertad política, y es a través de las siguientes acciones: 1º- Llamar a la movilización nacional, a la desobediencia civil pacífica y a la abstención fiscal, para desarmar al Estado de Nicolás Maduro, de modo que éste quede únicamente con la fuerza militar y por ende desvestirlo de toda legitimidad de facto. 2º- Que ordene la constitución de asambleas locales y provinciales que organicen las accionen civiles cuyo objetivo es paralizar las acciones policiales y militares del Estado. 3º- Que dichas asambleas elijan uninominalmente y por mayoría a unos representantes de cada provincia. 4º- Que dichos representantes se reúnan en una asamblea nacional, la cual sí tendrá el poder constituyente de la nación y será el verdadero órgano de representación de ésta. La cual elegirá a un gobierno provisional que la defienda y atienda a las necesidades del país mientras la asamblea redacte una auténtica constitución democrática, que establezca elecciones separadas para el presidente y para la asamblea, siendo esta última constituida por representantes elegidos uninominalmente por distrito electoral. Solamente de este modo se podría llegar a una Venezuela políticamente libre que esquivase la eminente partidocracia que se pretende instaurar y alcanzase una democracia igual o superior a la norteamericana. Pero claro, siempre y cuando esta fuera la determinación del Sr. Guaidó, que guiado por el amor a su pueblo y sin ambiciones personales promoviera un proceso de libertad constituyente. Escribiendo con ello y sin lugar a duda, una de las mas brillantes paginas de la historia de Venezuela que lo situarían a la altura de Simón Bolívar o el general Miranda. No obstante, sus hechos y declaraciones son desesperanzadoras y como observador no puedo sino expresar mi dolor por un pueblo hermano que sufre y que deja escapar la oportunidad de hacerse libre al confiar su destino a políticos pusilánimes y carentes de todo sentido de la lealtad o verdad. Al menos este joven columnista no dejará de referir humildemente lo que no es otra cosa que un ardid, un engaño al hermano pueblo de Venezuela, deseando para él lo mismo que para el propio, que algún día alcance con un régimen democrático la libertad. Y con este anhelo no puedo sino recordar las palabras del último citado, único no francés cuyo nombre figura en el arc du triomphe de Paris, el general español y venezolano Francisco de Miranda, “he llevado siempre la libertad en mi corazón, no he existido sino para ella”.