1990-11-18.EL INDEPENDIENTE.TRADICIÓN DE NO BELIGERANCIA AGT

Publicado: 1990-11-18 · Medio: EL INDEPENDIENTE

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TRADICIÓN DE NO BELIGERANCIA
EL INDEPENDIENTE, 18 NOVIEMBRE 1990 
TOM PAINE = ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Algunos de los escritores que piensan diariamente «en columna de a dos» se han permitido ridiculizar, como falsa, la tradición de neutralidad de España. En una materia donde sólo deberían hablar los hechos, los nuevos pontífices de la universalidad española toman por ilusión provinciana la creencia de que España, aparte los episodios coloniales en Marruecos, no ha participado en guerras exteriores desde que el malicioso hundimiento del «Maine» sirvió de pretexto para que EE.UU. nos declarara, en 1898, una guerra que fue considerada por Paul Valery como la primera agresión de Estados Unidos a Europa.
La idea de neutralismo, al denotar imparcialidad o indiferencia de sentimientos ante un conflicto ajeno, no es apropiada para definir situaciones como la de España durante la Segunda Guerra Mundial, donde el Estado y la gran mayoría de la sociedad se inclinan apasionadamente por uno de los bandos en lucha sin participar formalmente en ella. La pretensión de neutralidad tiene además el inconveniente de dejar abierta la cuestión de los motivos. La mayor parte de las veces es neutral quien puede, y no quien quiere. Es preferible, por ello, utilizar el concepto de no beligerancia. Carece de pretensiones morales y describe una simple situación de hecho.
Sorprenderá saber a los «columnistas de a dos» que España es uno de los países europeos con menor índice de belicismo, a juzgar por el número de veces que ha entrado en guerra con otras naciones. Desde el año mil cuatrocientos han tenido lugar, en Europa, alrededor de tres mil batallas importantes. Los porcentajes de participación son, aproximadamente, los siguientes: Francia, el cincuenta por ciento; Austria-Hungría, el treinta y siete; Alemania-Prusia, el treinta; Gran Bretaña y Rusia, el veinticinco; Turquía, el quince; Países Bajos y España, el diez. Tal vez sea por nuestra marginación geográfica, pero nuestra menor beligerancia, concentrada casi toda ella en las ambiciones imperiales de la Casa de Austria, está consagrada por la tradición histórica.