2007-06-10.BLOG AGT.TOISON A SUÁREZ AGT
Publicado: 2007-06-10 · Medio: BLOG AGT
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TOISON A SUÁREZ BLOG DE AGT, 10 DE JUNIO DE 2007 ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO El actual Rey de España, que no procede de la Casa de Austria, ha concedido el vellocino de oro al Presidente de la Transición, Adolfo Suárez, que no cumple el requisito fundacional de “ser de presente fuerte y robusto”. La piel de ese carnero mitológico fue la divisa de la Orden del Toison de Oro, creada por el Duque de Borgoña (1429), en recuerdo de los Argonautas de Jason y en homenaje a su matrimonio con Isabel de Portugal. Incorporado el Ducado borgoñés a la Casa de Austria, Carlos V nombró a los 24 caballeros del Toison entre Príncipes y caudillos del Imperio. El aspecto estético del asunto me toca de cerca, pues en casa puedo contemplar a placer la mitológica divisa, colgada al cuello del Príncipe Don Carlos, en el retrato que le hizo Sánchez Coello, poco después de haber sido trepanado, a causa de su caída por la escalera del castillo donde Felipe II lo tenía encerrado. El retrato en el Museo del Prado, con sombrero y pluma, es anterior. Pero más de cerca toca a los gobernados, y a la sociedad civil, la actualidad política de la incorporación de Suárez a uno de los sitiales de los 24 caballeros de la Monarquía borbónica, al minuto de haberse suspendido la procesión de paz con los etarras, y de manera simultáneamente convergente con la procesión de los medios informativos que hoy portan bajo palio, sin olor de multitud, al hombre-símbolo de la Transición. Los partidos estatales y los medios de comunicación rinden homenaje procesional, como en los funerales, al único “desestadista” que ha conocido la historia moderna de Europa; al gran perjuro falangista que inició la procesión desnacionalizadora del Estado y nacionalizadora de las nacionalidades o realidades nacionales; al analfabeto instaurador del primer Estado a-nacional europeo; al científico descubridor de la cafeína que exacerba los sentimientos de identidad nacionalista en lo pequeño y los mitiga en lo grande; al revolucionario lingüista que sustituyó la preposición de compañía, “con”, por la de distancia o perspectiva, “desde”, para dar solemnidad de Estado a su vulgar discurso. Suárez incurrió en gravísima irresponsabilidad cuando dimitió, para que su gobierno no fuera un paréntesis entre dos dictaduras, sin denunciar ante la opinión pública, para abortarlo, el complot militar que se preparaba bajo los auspicios del Monarca y del PSOE, con la finalidad de imponer al Parlamento un gobierno de concentración nacional, y que se manifestó prematuramente, el 23 de febrero, con el asalto de opereta organizado por el coronel Tejero, para impedir la integración del socialista Múgica en el proyectado gobierno del general Armada. Los repúblicos abstencionarios disentimos de la escala de valores sociales y culturales, verdaderos disvalores morales y estéticos, introducida con la inmoralidad y la fealdad de la Transición. Los principios y valores del MCRC son antagónicos de los que hoy imperan en la opinión vulgar y en la mayor parte de la informada. Este artículo chocará, sin duda, a la sensibilidad de los espíritus educados en la hipocresía de la Transición. Pero era necesario escribirlo, precisamente ahora, para denunciar al instante la intoxicación procesionaria, contra la verdad, que comporta la concesión inoperante del Toison de Oro a Suárez. Una pura operación de propaganda que la Monarquía hace de sí misma. La enfermedad que anuló hace tiempo la mente de este arribista provinciano, no es razón suficiente para silenciar la atrocidad de su obra política. La piedad nos callaría si los criterios que dieron vida a las instituciones del Estado de Partidos hubieran muerto con su mente. La delicadeza hacia su doliente familia también nos callaría, si enmudecer la verdad no fuera un brutal atentado a la conciencia de los que padecieron, y siguen padeciendo, las consecuencias dañinas de sus enormes disparates de gobierno. En fin, la tradición de cortesía hacia los muertos o incapacitados mentales, se refiere a los aspectos personales, que ellos ya no pueden contestar, pero no a las obras de su vida pública. De otro modo, la cortesía social habría impedido escribir la historia reciente y las biografías críticas de los personajes políticos.