2001-06-21.LA RAZON.TERROR EN NEPAL AGT

Publicado: 2001-06-21 · Medio: LA RAZON

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OPINIÓN

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LA RAZÓN
JUEVES, 21 - VI - 2001

TERROR EN NEPAL

UNA MILICIA TOGADA

OTRAS RAZONES

jor disimulados que
dominados,  de  de-
seos  peor  anidados
satisfechos.
que 
Amanecer  esperan-
zado en la virtud crea-
dora  de  la  matanza
del  clan.  Terror  sin
terrorismo. Por razo-
nes pasionales, des-
preció la protección
del secreto, abandonó la seguridad del le-
cho en el orden público y destruyó su pro-
pio Régimen.

Lo que ha sucedido en Nepal no ha si-
do un simple asesinato familiar con suici-
dio personal del asesino. Eso no desperta-
ría  interés  político.  Ha  sido  un  acto
ejemplar  de  terror  de  Estado  contra  sí
mismo, movido por la impotencia del po-
der individual del Príncipe heredero para
imponer su destino personal al Rey, sobre
la prepotencia colectiva del clan dinásti-
co. Desprovisto de medios y de fines re-
formistas, sin apoyo popular, la única sa-
lida  lógica  del  heredero  amoroso  era
entregarse a sus pasiones de venganza y
destruir  el  Régimen  monárquico  que  le
negaba su personalidad.

El Delfín ha desenlazado, por amor y
frustración, el síndrome nihilista de todos
los príncipes herederos.  

AAnnttoonniioo  GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO

H ace  ya  mu-

cho 
tiempo
que el maes-
tro Carrara dijo: «Si
el ministerio fiscal es-
tuviese encadenado al
poder ejecutivo, sería
una mentira llamarlo
representante  de  la
ley, no siendo sino un
investigador,  repre-
sentante del Gobierno, que siempre pondrá
el querer de éste por encima de la voluntad
de la ley». Causa profunda melancolía com-
probar que, en nuestro país, el fiscal gene-
ral del Estado es nombrado y cesado libre-
mente  por  el  Gobierno,  que  puede
interesarle determinadas actuaciones y que,
a su través, tiene una decisiva influencia en
el nombramiento de los más altos cargos
del ministerio público. Por si algo faltase,
se encomienda a la fiscalía la función de ve-
lar por la independencia de los tribunales.
Magro debe ser el entendimiento institu-
cional de esa independencia para encomen-
dar su garantía a un órgano dependiente del
Gobierno. Calamandrei lo decía con singu-
lar crudeza: «Decir, por una parte, que la
justicia es independiente de la política y, por
otra, dar al Gobierno la facultad de decidir,
sobre la base de consideraciones políticas,
si la justicia debe o no seguir su curso es tal
contrasentido que no hace falta gastar mu-
chas palabras para que salte a la vista su

EN LA BUENA DIRECCIÓN

T ienen toda la razón quienes opinan

que hay una nueva Eta, otra forma de
actuar de la mafia asesina, desde que
se produjo la tregua-trampa. Acertó enton-
ces LA RAZÓN, cuando publicaba (ante la
indignación e insultos de quienes hablaban
mientras tanto de diálogo y futuro en paz),
que los cabecillas de la banda habían dise-
ñado un siniestro plan que incluía atentados
en serie contra políticos, militares, periodis-
tas, intereses turísticos y, entre otros objeti-
vos, contra infraestructuras como barcos o
trenes.

Cuando Eta quiso, cuando se cumplió su
propio programa y no el de otros, volvió a

matar siguiendo ese plan. La captura de la
etarra «Bombi» permitió a los expertos an-
titerroristas, a los que no creyeron en la «tre-
gua-trampa», echar un vistazo a su agenda
en la que descubrieron la información que
confirmaba todo el plan. Por eso no les ha
extrañado ahora que entre los proyectos del
grupo «Xoxua» desarticulado por la Policía
figuren planes para hundir uno de los bar-
cos que cubren la línea entre Santander y el
Reino Unido, o la colocación de explosivos
en las instalaciones del «Diario de Burgos»
o en las vías del ferrocarril.

JJuuaann  BBRRAAVVOO

REBOREDO Y SAÑUDO

E s 

probable
que nunca se-
los
pamos 
móviles  sinuosos  y
la inspiración subli-
me  del  majestuoso
sacrificio de la fami-
lia  reinante  en  Ne-
pal.  Mejor  así.  Lo
circundan  los  halos
de misterio que au-
rean los mitos fundadores. Ausente de la
inmolación, la nueva testa coronada dará
explicaciones  de  amor,  depresión,  em-
briaguez y droga. Pero la imaginación po-
pular, más cercana a las intuiciones de lo
histórico, forjará el sacrificio del salón de
brillar en la fragua subterránea de las le-
yendas vulcánicas. Aunque la hazaña ha
sucedido en tierra exótica, no está tan le-
jos de la nuestra como la mítica Itaca. Si
miramos la última reunión de los podero-
sos de Nepal en su intimidad salvaje, la te-
rrible escena nos conmueve y no nos es-
panta porque en las primicias de nuestra
cultura vibró la poesía épica de Homero.
Antes de que naciera la ironía con la tra-
gedia griega, la civilización vino a occi-
dente con la transformación popular de
grandes matanzas en epopeyas hazañosas. 
Un banquete al egoísmo de lo inmedia-
to preludió la matanza apoteósica de los
pretendientes de Penélope. Los que con-
sumían la hacienda del reino. El «pánico
verde» los atenazó cuando la primera fle-
cha del despreciado vagabundo de disfraz
traspasó la garganta de Antinoo y despun-
tó por su nuca. Ni uno sólo de los prínci-
pes del poder sobrevivió a la venganza de
Ulises y de su hijo Telémaco. La carnice-
ría de hombres en Palacio compensó la de
bueyes y carneros por viandas. 

En Nepal, país de las expediciones al
Himalaya, dos familias se disputan el rei-
no. La dinástica se reunía todos los vier-
nes para cenar en Palacio. La última no se
consumó. El aperitivo está ya en los ana-
les de la historia macabra. Como el de Ce-
sar Borgia en Sinigaglia, ha sido un re-
pentino  acto  de  terror  sin  preludio
terrorista. Una mesa de billar occidental
propiciaba el ajuste de cuentas asiáticas.
Salón de juegos recargados de odios ne-
gros  en  etiquetas  masculinas  y  encajes
violáceos en celos femeninos. Copas re-
zumantes de vanidad y humillación. Lu-
ces parpadeantes de poder y de impoten-
cia.

Al anochecer irrumpió el príncipe here-
dero en uniforme de campaña militar. Sin
vacilar en el propósito, a manos llenas de
fuego automático, disparó balas parricidas
con ráfagas extenuantes de la razón de Es-
tado. La postrera contra sí mismo. La le-
yenda tiene su comienzo en lo real. 

Violencia de rayo en cielo sereno. Mis-
terio de alma oriental en cuerpos sin enig-
ma  occidental.  Párpados  pegados  para
siempre que antes había rasgado la obli-
cuidad  del  sol. Al  pie  de  las  montañas
donde moran los dioses de la humillación
asiática, una matanza del orfelino de pa-
dre y madre a quien matar. Servidumbres
galonadas de partidismo, complicidad y
traición.

Atardecer de sentimientos más irreve-
rentes que crueles, de obscuridades más
tenebrosas que espantosas, de apetitos me-

enormidad. Para evi-
tarla,  la  Asociación
europea de Magistra-
dos por la Democra-
cia  reclamó  la  inde-
pendencia  de 
los
«magistrados 
que
ejercen las funciones
del ministerio públi-
co», como elemento
indispensable para la
independencia del poder judicial, del que
deben ser tan titulares como los demás ma-
gistrados.

El Consejo de Europa acaba de censurar
la falta de independencia del fiscal general
del Estado. La censura se ha producido en
la reunión del Grupo de Estados contra la
Corrupción en Estrasburgo, a la que no ha
asistido, y no por propia voluntad, nuestro
fiscal Anticorrupción. A pesar del estilo di-
plomático de las conclusiones, nuestro país
no sale bien librado. Casi nadie puede en-
tender esta dependencia política del minis-
terio fiscal, instancia decisiva para el ejerci-
cio de la acción de la justicia para la defensa
de la igualdad de los ciudadanos ante la ley
y para la lucha contra la corrupción. Cuan-
do en un proceso se ventilen intereses co-
nectados con el Gobierno u otras altas ins-
tancias políticas, confiar en la imparcialidad
de un órgano dependiente del Ejecutivo va
mucho más allá de la negra y boreal fe del
carbonero. Es ir contra la naturaleza de las
cosas exigir a un subordinado que controle
a su jefe. Dicho todo ello con el respeto ne-
cesario a unos fiscales de innegable prepa-
ración profesional cuya exigencia de un es-
tatuto  presidido  por  los  principios  de
legalidad e imparcialidad está siendo siste-
máticamente desatendida. Como ha dicho
Perfecto Andrés Ibañez –magistrado del Su-
premo– la Constitución y el Estatuto del mi-
nisterio fiscal hacen imposible que los prin-
cipios de unidad y dependencia jerárquica
se subordinen al de imparcialidad, «cuyo
presupuesto inexcusable es precisamente la
independencia». Aznar ha reaccionado des-
abridamente contra las censuras del Consejo
de Europa y las críticas internas sobre la ne-
cesidad de terminar con este régimen de de-
pendencia. Como aviso a navegantes, el pre-
sidente ha apuntado a la cercanía histórica
de la corrupción a lomos de la razón de Es-
tado. Ahora puede ocurrir lo mismo pues
nada ha cambiado. No cabe fiar el correcto
funcionamiento de las instituciones a la pro-
vidad y decencia de sus eventuales gestores.
Un poder «bueno» no garantiza nada si no
es  obligado  por  otra  estructura  de  poder.
¿Reforma constitucional? Por supuesto. Sin
ella es imposible terminar con la subordina-
ción de la fiscalía al poder político, que hace
imposible la independencia judicial. Como
ha dicho el fiscal ginebrino Bernard Bertos-
sa, «no se puede afirmar sin mentir que se
es partidario a la vez de la independencia de
la justicia y del sistema de dependencia en
el que la fiscalía está legal y psicológica-
mente inmovilizada». Encima, el Pacto de
Estado por la Justicia promete desarrollar los
principios de unidad y dependencia y po-
tenciar la inspección. De independencia o
verdadera autonomía, nada. Mejor una mi-
licia togada que un peligroso control. «Es-
paña y yo somos así, señora».

JJooaaqquuíínn  NNAAVVAARRRROO