1996-10-14.EL MUNDO.SIN RESORTES DE HUMANIDAD AGT

Publicado: 1996-10-14 · Medio: EL MUNDO

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SIN RESORTES DE HUMANIDAD
EL MUNDO. LUNES 14 DE OCTUBRE DE 1996
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Llevamos tanto tiempo sin hacer política, sin practicarla, que hemos olvidado hasta su finalidad, sus medios y su lenguaje. La Transición ha continuado la obra de demolición de la política, iniciada y mantenida, con tanto ardor patriótico como ignorancia del conflicto social, durante  no habló con sarcasmo socarrón, ni con fina ironía, sino con una sinceridad intuitiva, cuando hizo llegar a uno de sus conocidos, perseguido por el Nuevo Régimen, la recomendación de que «hiciera como él, que no se metiera en política». En las monarquías absolutas había administración pública, pero no acción política, salvo  conquista del poder estatal es desde luego una acción política. Pero puede llevarse a cabo, por medios legales (fascismo, nazismo) o ilegales (bolvechismo, franquismo), para acabar precisamente con  se define menos por la conquista del poder como por el método de conservarlo y perderlo con libertad en una sociedad conflictiva. Sin conflicto de poder interior, en las comunidades mantenidas por un consenso natural, forzado o pactado, no puede haber política. La política aparece cuando el consenso desaparece. 
La política se singulariza, como arte supremo de la libertad, cuando logra separarse, por medio de la representación de la sociedad civil, no sólo del consenso religioso (Renacimiento y Reforma), sino también de la administración pública del Estado. Identificar la política con la Administración burocrática, con la regulación estatal de la economía o la redistribución de la renta nacional en beneficio de los ricos o de los pobres, fue el ideario de los Estados totales y totalitarios. Porque administrar la cosa pública con honradez eficaz es condición básica y no, como supone Aznar, finalidad definitoria de  las dictaduras elevaron la buena administración a la esfera de  eso, cuando Aznar proclama con pueril orgullo que le basta con no matar, no torturar y no robar para justificar su gobierno ante la Historia (sin pensar que es deshonesto no mirar los delitos del pasado y ocultar las pruebas inculpatorias), está confesando sin tapujos su limitación personal para sentir y comprender la vida de la libertad política, y la necesidad de corregir desde el Gobierno las situaciones de privilegio que se oponen al ideal de justicia y cultura de un pueblo civilizado. 
Aunque suene a chino, ya es hora de comenzar a decir que todo lo que llamamos economía, industria, trabajo, administración y moralidad sólo pretende habilitarnos para la vida, sólo nos da la base vital para jugar el juego de la libertad política. Y que esas labores y tareas preliminares de la política serán siempre serviles o fastidiosas si la libertad no libera el desarrollo de nuestras facultades personales para realizarlas mejor, con más gusto y mayor precisión. La disciplina moral en el arte de la política, como en la de toda expresión original de una obra de arte, sólo existe en virtud de  ella, nunca será posible que la dimensión sincera y honesta de la política haga agradable y más interesante todo lo que tenemos que hacer en la vida del trabajo, de los sentimientos y de  señor Aznar entorpece y malea a los gobernados haciéndoles creer que la honradez política requiere un esfuerzo digno de encomio y de admiración. Pero, para no robar y matar desde el poder basta con ser un sano animal. Aunque esas cosas no se dicen porque, a fuer de naturales, ni siquiera se piensan. Al presumir de honesto a ese nivel de animalidad, Aznar confiesa su falta de vocación política y de resortes de humanidad.