2001-10-15.LA RAZON.SENTIDO DE ESTA GUERRA AGT
Publicado: 2001-10-15 · Medio: LA RAZON
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OPINIÓN 18 LA RAZÓN LUNES, 15 - X - 2001 SENTIDO DE ESTA GUERRA OTRAS RAZONES ALTERNATIVAS AL ACTUAL BOMBARDEO N o deja de ha- E l atentado contra EE UU me sor- prendió cuando lle- vaba varios meses reflexionando sobre violencia y terror. Pese a la enormidad de lo sucedido, no tuve que cambiar de perspectiva para juz- garlo. Además de vengativo, aquel acto de crueldad gratuita trataba de provocar una respuesta militar de EE UU, contra los países que protegen a los inductores, con la esperanza de crear condiciones propicias a la guerra santa. Pero una vez comenzado este tipo de respuesta, hay que elevar a categoría de conflicto histó- rico, el iniciado el 11 de septiembre. Aun- que fuera posible otra reacción más acor- de con la idea universal de justicia, nadie debe olvidar que el degüello de inocentes lo inició el terrorismo islámico. Ninguna hipótesis se ha propuesto pa- ra captar el sentido profundo de lo que es- tá sucediendo. El vacio de pensamiento lo ha ocupado la teoría de Samuel Hunting- ton sobre el «choque de civilizaciones», entre media docena de culturas que impi- den ir al mundo hacia la convergencia de todas en la modernidad. He salido al pa- so de esta falsa opinión porque, en el te- rreno de las ideas, confunde cultura y ci- vilización y, en el de los hechos, presupone la simpar fantasía de que jun- to a la civilización industrial (occidental) existen otros procesos de civilización di- vergentes. Japón, Turquía, Nueva Zelan- da, Corea del Sur, Rusia, Europa del Es- te, China, Singapur y otros países de costumbres exóticas para nosotros, evi- dencian la compatibilidad de sus culturas con al civilización occidental. Y de otro lado, la riqueza petrolífera de las nacio- nes de mayoría musulmana no ha impul- sado un proceso civilizador diferente al occidental. Por eso, y a diferencia de las cruzadas o las guerras de religión, que fueron choques de culturas, la guerra ac- tual encuentra su sentido histórico en el choque frontal de la cultura islámica in- tegrista con la invasora civilización occi- dental. Todo lo que sucede, desde las guerras de exterminio a la poesía, es conforme a la Naturaleza. La humanidad ha tratado de elevarse sobre ella. Primero, interpre- tándola de modo espiritual mediante la cultura. Luego, dominándola de modo material mediante la civilización. A la primera pertenecen los valores y creen- cias. A la segunda, los precios y las cien- cias. La cultura crece en lo natural. La ci- vilización, en lo artificial. La norma de aquélla es la justicia. La de ésta, la liber- tad. Las culturas se separan por su modo de sublimar la vida futura. Las civiliza- ciones, por su manera de organizar el fu- turo de la vida. Aquéllas se pueden com- parar por el mayor o menor tono espiritual de su credo y de su arte. Las re- ligiones, como las bellezas, no son igua- les. Los tipos de civilización han dependi- do del modo tecnológico como el hombre ha sabido transformar su entorno natural y social para hacerlo más grato o más útil. El tipo agrícola y artesanal no creó conflictos con las culturas heredadas de la antigüedad clá- sica. La Reforma y el Racionalismo crea- ron la base cultural que prestó alas a la riqueza de las nacio- nes que desarrolla- ron la libertad de mercado, a la vez que la libertad política, cuando se difundió el uso de la energía solar almacenada en la Tierra. La Contrarreforma y el oro-plata de las colonias retrasaron el inicio y el avance de la civilización industrial en España, México y Suramérica. Tal vez por eso, nuestra cultura católica tiene mejor acti- tud popular que la protestante ante el mundo cultural musulmán. La Contrarre- forma islámica opone el integrismo a la corrupción que implica la separación de hecho del poder político y religioso, en países cuyo petróleo ha sido extraido en provecho industrial de otros y de la fortu- na de los emires. ¿Qué sentido reacciona- rio tiene para el islamismo este Savona- rola Ben Laden? ¿Chispa de pedernal que prenderá fuegos árabes en la reseca ma- leza nacionalista? AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO ber más de uno que nos pregunta a quienes cri- ticamos los bombar- deos de Afganistán: ¿Qué otra cosa se hu- biera podido hacer? Era necesario reaccio- nar. ¿Que habría hecho Vd. de encontrarse en el lugar de Mr Bush? Evidentemente yo no me encuentro dentro de la piel del sr Bush. Y no simplemente por- que, gracias a Dios, sea una persona distinta y no un clon de tal señor. Es que Bush es un republicano –dentro de la terminología políti- ca de los EE UU, de no ser así coincidiría- mos– un conservador, elegido en problemáti- cas elecciones, hijo de un anterior presidente, vinculado al negocio de los armamentos y con cierta apariencia de tonto. Entonces su mane- ra de reaccionar ante los graves atentados es muy lógica, no podía ser otra. Buscar rápida- mente un culpable, un enemigo, desplegar el enorme aparato bélico de los EE UU e impre- sionar al mundo con tal aparente eficacia. Y no percatarse de que está cumpliendo proba- blemente el objetivo de los terroristas que atentaron contra las torres gemelas y el Pen- tágono. Aumentar la tensión mundial, poten- ciar la imagen de un imperialismo opresor y ganar, así, adeptos para un fundamentalismo antioccidental. En el caso, muy probable aun- COMPLEJOS DEL PASADO E l otro día me comentaba un alto cargo del PP con fingido estupor que cómo podía andar Felipe González diciendo lo que andaba diciendo, a saber: que Aznar tie- ne un «ataque de celos» hacia el Rey y que por eso la Monarquía pierde relevancia, que es ser- vilista su actitud hacia Bush y que no ha estado a la altura de las circunstancias, que es patéti- co que se enrabiete porque Bush no le llamó el primer día de crisis, y otras lindezas por el es- tilo, incluida la de llamar «tontoro» al ministro Montoro (y encima se felicitará por lo que cree una «ocurrencia genial»). ¡Qué pena¡ El pobre González, que no asume su papel de ex, ya no sabe qué decir para arañar medio titular y lo su- yo sí que resulta patético, por mucho que lo haga para dis- traer la atención de la podre- dumbre que le está cayendo encima desde que Roldán de- claró en el juicio sobre los fondos reservados. Pero lo curioso en esta historia es que son altos cargos del Gobierno los que le con- ceden relevancia, los que amplifican sus pala- bras, sin duda, dictadas por el resquemor. Y es que Zapatero ni les inquieta ni les causa el de- sasosiego que todavía hoy les provoca Gonzá- lez. ¿Por algún complejo oculto? LLuuiissaa PPAALLMMAA REBOREDO Y SAÑUDO que no completamente seguro, de que los au- tores hayan sido terro- ristas islámicos. Hay que reconocer a Bush que ha sabido añadir a la ofensiva bélica algu- nos elementos surrea- listas, aunque yo los atribuiría más a infan- tilismo que a imagina- ción creadora. Así la idea de que cada niño es- tadounidense sacrifique un dólar para que se le entregue a un infante afgano que pueda to- marse una cocacola a escondidas entre bom- ba y bomba. O el lanzamiento de alimentos a la rebatiña en la inmensidad de Afganistán, que han criticado las organizaciones humani- tarias, así como de medicinas no acompaña- das de médicos paracaidistas que las prescri- ban. Aunque aún no se le ha ocurrido arrojar dólares en bombas de racimo. Ahora bien, siendo otra la piel y contexto ideológico el proceder hubiera sido muy distinto. Si las re- cientes acciones terrorista, tal como se viene diciendo, constituyen un ataque contra la ci- vilización, y no sólo contra los EE UU, es pre- ciso convocar a las Naciones Unidas. No a su Consejo de Seguridad, formado por los países mejor armados, más interesados en el nego- cio de las armas y que poseen todos arma- mento nuclear –singular paradoja antidemo- crática– sino a la Asamblea General. Y en este marco analizar el fenómeno del terrorismo in- ternacional y sus raíces. Ya que por muy ob- cecados y dementes que los terroristas resul- ten han de tener motivaciones que es preciso examinar. Y tales raíces se hunden en la in- justicia del mundo actual, que no pueden dejar de provocar las más variadas respuestas. Aun- que los cómodamente instalados en el poder caen en la ilusión de parecerles que el orden establecido por ellos es natural y eterno. En- tonces las rebeliones les cogen por sorpresa como algo irracional, absurdo. Lo hemos vis- to en las revoluciones. Lo estamos contem- plando en la perplejidad ante las protestas con- tra la globalización. ¿No se había constituido tras la caída de la Unión Soviética un confor- table orden mundial? Ahora surge, acosada y derribada de momento la racional alternativa socialista, una brutal y fanática sublevación. Es más, aún refiriéndonos a este marco de las Naciones Unidas, no hemos alcanzado el contexto de una auténtica democracia, ya que muchos de sus gobiernos están impuestos y controlados por los intereses de las grandes potencias, especialmente de los EE UU. ¿No es significativamente curiosa la manera en que las sanciones económicas a Pakistán han sido levantadas en estos momentos para facilitar las acciones bélicas ordenadas por la admi- nistración estadounidense? Pero, al menos, el cerrado espacio actual se abriría. Y, a partir de este amplio foro, se podría constituir un orga- nismo internacional que condujera las accio- nes encaminadas a extirpar las actividades te- rroristas. A perseguir y juzgar sus autores con plenas garantías jurídicas. Y sobre todo a des- pojar de sentido su proceder, escuchando las voces que denuncian las injusticias actuales. En Palestina, en Irak, en la miseria frente al despilfarro y la riqueza. Y de las cuales des- graciadamente y por la torpe política occi- dental se han convertido en portavoces y líde- res los más fanáticos y represivos intérpretes del Islam. CCaarrllooss PPAARRÍÍSS