1994-10-31.EL MUNDO.SEGUNDA TRANSICIÓN AGT

Publicado: 1994-10-31 · Medio: EL MUNDO

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SEGUNDA TRANSICIÓN
EL MUNDO. LUNES 31 DE OCTUBRE DE 1994
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
ALGO nuevo se está produciendo en el seno de dos generaciones separadas entre sí por la generación del cambio. Lo que llamó la atención en la presentación de mi «Discurso de la República», no fue la ausencia de la generación que ha ocupado los puestos de mando social durante la transición, que era cosa previsible, sino la espontánea sintonía que produjo la libertad de expresión entre mil trescientos universitarios, dominados por la desconfianza ante la política, y una nutrida representación de la generación que vio frustrado su anhelo de dignidad nacional a la muerte del dictador, y que no se ha repuesto de la desilusión causada por unas libertades otorgadas desde arriba a los ciudadanos, para impedirles la libertad de elegir desde abajo a sus representantes políticos y a sus gobernantes. El fenómeno, pese a la solemnidad académica y emoción colectiva del acto, reproducía más allá de las ideas expresadas, un vínculo social de orden familiar que se manifiesta con espontaneidad en las épocas de rápidas mutaciones culturales. El entendimiento entre abuelos y nietos, por encima de los padres. La juventud encontró, y se identificó con ella, la promesa de libertad que encerraba la generación anterior a la de sus padres. Esa juventud necesita ser orientada hacia el lugar donde yace inerte la libertad política.  
No es un azar que ese feliz encuentro de dos generaciones, separadas por la cultura inmoral de la generación intermedia, haya coincidido con la rebeldía de importantes medios de comunicación, en radio y prensa, contra las limitaciones a la libertad de expresión. La universidad libre y la prensa libre expresan una misma necesidad. Y un mismo combate. La ideología del Estado de partidos, que reproduce la servidumbre voluntaria de los españoles, es el mismo enemigo a batir en la cátedra, en las ondas, en la prensa escrita y en la política cultural de las empresas editoriales. España puede salir del atolladero moral donde la han metido las desaforadas ambiciones de poder y de especulación de las oligarquías políticas (partidos estatales), oligopolios editoriales (El País, La Vanguardia, ...) y clanes financieros. La riqueza y el poder de unos pocos no podrán arruinar, si alcanzamos la libertad política, el porvenir de todos. No hay que mirar demasiado hacia el pasado. Sólo lo suficiente para advertir dónde se produjo la desviación del camino. Y de una cosa podemos estar seguros. La libertad que nos falta para construir un eficiente y digno sistema democrático en la sociedad política y en el Estado, nunca podrá ser procurada por quien forzosamente perderá con ella parte de su poder actual. 
La comunicación entre la Universidad libre (profesores y estudiantes independientes de los partidos) y la prensa libre (escritores y periodistas no adscritos al oligopolio editorial informativo), ha de ser una comunicación discursiva y dialogante. Sin propaganda. Sin retórica. Pero organizada, coordinada. El poder de la opinión pública tiene que llegar a ser decisivo para el cambio de las instituciones corruptas y artificiales. De otra forma, las nuevas instituciones políticas, como ha sucedido en Italia, sólo expresarían de otro modo el mismo tipo de dominación oligárquica. Para evitarlo tenemos que convertir, mediante la crítica, la opinión difundida en el público por los servidores de la ideología del Estado de partidos, en opinión pública de la democracia. Entendida esta palabra, sin demagogia, como regla para elegir diputados personales que representen a los electores, y no a los jefes de partido que los ponen en las listas; y como regla para la elección directa del jefe del poder ejecutivo, cuya legitimación no puede dársela el mismo poder legislativo que ha de controlarlo para impedir la corrupción. La segunda transición a la libertad política ha de hacerla la opinión pública. Y hay síntomas evidentes de que ya se ha iniciado.