2003-04-17.LA RAZON.SAN PETERSBURGO VS LAS AZORES AGT
Publicado: 2003-04-17 · Medio: LA RAZON
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SAN PETERSBURGO VS LAS AZORES LA RAZÓN. JUEVES 17 DE ABRIL DE 2003 ANTONIO GARCÍA TREVIJANO Ni los EE UU son hijos de Marte ni Europa hija de Venus. La metáfora lanzada por los intelectuales adscritos al Pentágono, para explicar la incomprensión bélica de Francia y Alemania es tan gratuita frente a la tradición guerrera europea, como reductora de la invasión de Iraq a un belicismo americano, que allí desmienten multitudinarias manifestaciones. La guerra y la paz no son productos de la idiosincracia violenta o amorosa de las naciones, sino una constante de la naturaleza ofensiva o defensiva de los Estados, según la relación de fuerza entre ellos y la importancia de los intereses en juego. Salvo en las expansiones de pueblos sin orden estatal (Gengis Kan, Atila), el uso de la fuerza militar para aumentar el poder exterior de los Estados no se justifica por sí mismo. El ánimo imperial necesita pretextarse en motivos espirituales (cruzadas, colonización evangelizadora, guerras de religión), cálculos materiales (colonización explotadora, conquista de espacio vital, control de recursos ajenos) o razones ideológicas (expansión ilimitada de una idea particular de orden internacional como expresión de la idea universal de libertad y justicia). Cuanto más débil es la legitimación moral de una guerra más necesidad tiene de acudir a distintas y hasta opuestas justificaciones. Y cuando carece de toda legitimidad, como en las absurdas invasiones de territorios estatales para combatir el terrorismo de grupos étnicos o religiosos no estatalizados, la justificación bélica se desvanece en el aire apenas sale de la boca de sus promotores y, como era previsible, el caos total sustituye al injusto orden derribado apenas terminado de regar con sangre inocente el país invadido. Por el encanto de las ficciones se desvanecen los motivos bélicos de Ben Laden y las armas de destrucción masiva. Por la lógica de la victoria, el vencedor se envanece con el oleoducto del Caspio y los pozos de la segunda reserva de petróleo. Un arcángel pentagonal manda a los infiernos al demonio por su violación de una legalidad internacional que la triple ignorancia del derecho derogó con el ciclón de Las Azores, para esquivar el peligro antibélico de que Satán no tuviera armas de destrucción masiva. Lo preventivo no era la guerra contra Iraq, sino la eliminación de todo obstáculo legal a la invasión de su territorio. El delito político de Francia y Alemania ha sido de modales, de resistencia civilizada a la violación de la legalidad: no oponerse a la eliminación de Sadam, pero sí a la de la ONU en tanto que única instancia de legitimación de la misma. ¿Qué misteriosa traición de la geografía a la historia! Dos pequeños países geográficamente desorbitados del gran espacio continental europeo, las islas británicas y la península transpirenaica, son atraídos y atrapados en Las Azores por el campo gravitatorio de la estrella nórdica del continente americano, que no obedece a más ley que a la de su propia gravedad. Los tres mayores países entre los Urales y los Pirineos, a los que ninguna frontera natural separa y la historia común de guerras y alianzas une en un solo destino, toman conciencia en San Petersburgo de que su porvenir, como el de toda la humanidad, será satelizado por la gravitación atlántica del nuevo sol noramericano, si no es frenada a tiempo por la masa de partículas europeas que genere el impulso franco-alemán de un movimiento autónomo de seguridad continental y de influencia universal. La gratitud a EE UU por su decisiva contribución a la derrota del nazifascismo, la inercia residual de las posiciones de guerra fría, la mezquindad de las vanidades nacionales y los egoísmos estatales de los pueblos más ricos no serían obstáculos insuperables para estadistas que comprendieran la necesidad de una Europa que equilibre, desde el centro, la integración de su Extremo Oriente (Rusia, Turquía) y de su Extremo Occidente (Gran Bretaña, Irlanda, España, Portugal).