1995-12-03.DIARIO16.RECONOCER LA REALIDAD AGT

Publicado: 1995-12-03 · Medio: DIARIO16

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RECONOCER LA REALIDAD, POR TRISTE Y DESAGRADABLE QUE ÉSTA SEA 
DIARIO 16. 3 DICIEMBRE 1995
EL FORO. SERENAR LA VIDA POLÍTICA
ANTONIO GARCÍA TREVUANO
Una vida política sin tensión no es una vida democrática.
El conflicto es la materia prima de la política. Donde no hay tensión conflictiva, como es una sociedad de amigos, el consenso suplanta las formas tradicionales, políticas o bélicas, de dirimir el conflicto.
Donde hay necesidad de recurrir a la discusión y a la toma de decisiones colectivas por el sistema de votación, es imposible que no haya enfrentamiento.
El ideal de las dictaduras es la serenidad de los cementerios. Y el ideal de las oligarquías, el consenso. La serenidad que produce el consenso no es como la calma que sucede a la tormenta, sino más bien como la fría conformidad en los repartos injustos de un botín que precede a las guerras entre piratas.
La causa de que en España se haya entrado, desde finales del 1988, en una fase de perturbación acelerada de la vida política no sólo está en el injusto reparto del botín del Estado (en el que el Partido Socialista Obrero Español ha procedido como en la fábula del león, que se queda con el poder ejecutivo, porque se llama PSOE, con el poder legislativo porque es el rey de la selva y con el poder judicial porque es el más fuerte), sino, sobre todo, en que el modo fraudulento de hacer ese reparto quiere ser mantenido oculto, contra la pretensión de ciertos periódicos y de ciertos jueces de sacar a la luz la verdad.
No hay serenidad política española, ni la habrá mientras exista una divergencia tan notable entre lo que dicen los políticos en general y el Gobierno, en particular, y lo que hacen. La serenidad comienza con el lúcido reconocimiento de la realidad, por triste y desagradable que ésta sea.
Debemos reconocer que en España todavía no tenemos libertad política, ni libertad de crítica a todas las instituciones del Estado.
La inteligencia y la razón son los únicos atributos del hombre que pueden comunicar serenidad a sus acciones. Y nadie dudará de que la característica esencial de la política española es su falta de inteligencia y de razón.