2004-01-08.LA RAZON.REBELDES CON CAUSA AGT
Publicado: 2004-01-08 · Medio: LA RAZON
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REBELDES CON CAUSA LA RAZÓN. JUEVES 8 DE ENERO DE 2004 ANTONIO GARCÍA TREVIJANO La Naturaleza no produce animales rebeldes. La conformidad de la querencia con la sapiencia surgió, como sentimiento moral, en los mamíferos superiores. Una moralidad más vigorosa que la racional porque, estando libre de prejuicios, es indefectiblemente sincera. La moral de cada especie animal descansa en la fiabilidad de sus percepciones sensoriales. La primera actitud de rebeldía nació cuando el perceptor de relaciones entre hechos físicos se enfrentó a la tribu de ilusionistas que las establecía por nigromancia. La adecuación del espíritu observador a la percepción fiable de la materia observada produce la rebelión de la sabiduría contra la brujería. La inteligencia social comenzó con el reconocimiento instintivo de lo semejante. Pero lo semejante puede ser hostil o benéfico y carecemos de criterio objetivo para saberlo de antemano. Por ello, las religiones predicaron el amor al prójimo y las tribus más fuertes, la guerra preventiva. Entre estas dos exageraciones, adivinamos la bondad o maldad de los otros de modo muy tosco: inferimos la mente ajena por analogía con la nuestra y deducimos la amistad o enemistad dramatizando nuestra imaginación. La interpretación del carácter sólo está al alcance de observadores tan finos como cazadores y tan intuitivos como amantes. Para no proyectar el presente sobre el pasado, los historiadores investigan la mentalidad de los pueblos sin inferirla de la propia. La mentalidad de la Transición me es ajena. Si nada de lo humano me deja indiferente (Terencio), no veo ni siento a los españoles como mi prójimo, pues unos mismos hechos le afectan de modo siempre diferente y, muchas veces, opuesto al mío. Tan ajenos y lejanos me son los pactos de reparto de los consensos de entonces como los de ahora, la corrupción política como la telebasura, la Constitución como la Monarquía, el separatismo vasco-catalán como el nacionalismo español, las listas de partido como los votantes de derechas o izquierdas, los criterios del mérito social como los de la fama intelectual o artística. No me habitúo a que el sistema sea antidemocrático y las costumbres indecorosas, ni a que la justicia formal deje la jurisprudencia sin incorporar la equidad de la justicia material. El tiempo borra las fechorías, pero la maldad de las instituciones no prescribe. Si la instauración monárquica era lo mejor que se podía hacer a la muerte de Franco, ¿por qué tiene necesidad de legitimarse con mentiras?, ¿por qué no confiesa que trae su causa del mismo pacto que engendró la corrupción y el desarrollo del separatismo? Si no se puede ser rebelde por naturaleza, en mi caso tampoco puedo serlo por condición social o frustración profesional. Cuando la alta burguesía no es conservadora por tradición y convicción, sólo puede acceder a una conciencia oportunista, es decir, a la posición social más contraria a la de rebeldía. Literatos y poetas han descrito la rebeldía social del nihilista y la rebeldía sin causa del temperamento juvenil ansioso de independencia. El anarquismo acuñó en tiempos de revolución social una rebeldía romántica que, para no permanecer en la esterilidad de la utopía, atentaba contra máquinas y hombres de Estado. La condición postmoderna, el imperio de la mendacidad y la falacia en la opinión pública, en los partidos y en los sistema políticos, abre la vía a un nuevo tipo de rebeldía con causa. La de los hechos contra la nigromancia, la del conocimiento contra la ignorancia, la de la dignidad personal contra la bajeza colectiva, la de la independencia del espíritu creador contra el conformismo de los hábitos culturales, la de los modos genuinos de vivir la autenticidad contra las modas de las convenciones decadentes, la de la entereza de las convicciones contra la volubilidad de las opiniones, la de la confianza en sí mismo contra las muletas de las subvenciones. En definitiva, la rebeldía de la verdad contra la mentira.