1992-04-06.EL MUNDO.RADICAL TREVIJANO CARLOS BOYERO
Publicado: 1992-04-06 · Medio: EL MUNDO
Ver texto extraído
RADICAL TREVIJANO EL MUNDO. 06/04/1992. Página, 69 CARLOS BOYERO Me gusta la calculada o natural gestualidad de Hernández Mancha, su cadenciosa forma de hablar, su sorna castiza, sus pacientes razonamientos, su capacidad para desdramatizar la aparente trascendencia, su comprensible derrota en el hediondo simulacro de la política. Mi maniqueo y visceral radicalismo está dispuesto a aceptar, ante la personalidad de este hombre transparente o actor superdotado, que en la derecha de este país, representada por «populares» y «sociatas» (qué manía la de ambos al negar en sus siglas su verdadera identidad), pueda existir gente civilizada, democrática, honesta, «normal». La respuesta de Mancha en otro magnífico programa de La Clave a la pregunta de un espectador sobre la autonomía de Ceuta y Melilla con un agradecible y atípico: «Y yo que sé» otorga cercanía a un representante de la casta política. El otro protagonista del jugoso e inaplazable debate sobre la existencia o la inexistencia de democracia en la España actual fue el implacable y lúcido incendiario, francotirador resentido, Pepito Grillo en posesión de argumentos Antonio García Trevijano. Ignoro si este señor se pringó o fue honrado en sus negocios guineanos, o si Mancha fue un presidente ejemplar o un caótico cantamañanas cuando tenía Poder. Mi trabajo consiste en escribir de lo que veo y escucho en la televisión, no de la ambigua y resbaladiza VERDAD, y el espectáculo que ofrecieron ambos desprendía brillantez dialéctica, corrosión, magnetismo. El cielo no ha dotado de estas facultades expresivas en el medio televisivo al grisáceo Joan Lerma ni al díscolo y populista Gorordo. Márquez Reviriego habló poco y escuchó mucho. El convincente y gallardo Anguita abusó un pelín de su machacona insistencia en la democracia interna de Izquierda Unida. Trevijano largó caña dura y razonamientos tan escandalosos como difíciles de rebatir en su seguridad de la ausencia en nuestro país de la verdadera y maltratada democracia. «Yo no vengo a televisión para repetir tópicos», aseguraba esta mezcla de Trotsky y Diógenes. Sus convicciones son cualquier cosa, excepto tópicas. Para Trevijano la aprobación de la tibia Constitución fue «un golpe de Estado de unos cuántos representantes de la monarquía oligárquica para perpetuar lo de siempre». Respecto a Fraga «nadie que haya defendido durante cuarenta años la dictadura, puede convertirse en un mes en líder de la democracia». La corrupción social de nuestro tiempo se establece en cuatro fases: «mundanismo, asignación a dedo de las grandes empresas, concesión a la Banca de la distribución del dinero público y PRI». ¿Hay quien explique mejor los orígenes de la mierda?