2001-03-09.EL MUNDO.PSOE ROTO RAUL DEL POZO
Publicado: 2001-03-09 · Medio: EL MUNDO
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PSOE ROTO EL MUNDO. 9 DE MARZO DE 2001 RAUL DEL POZO El Partido Socialista en Andalucía se desploma y pierde 11 puntos, según las encuestas de Demoscopia en El País. Hay agujeros en el sibil de votos del sur. Pero el peligro no es que el PSOE se desplome o se rompa, el peligro es que la izquierda en general se desvanezca o enloquezca en el dédalo de los malos análisis y de las pasiones comarcales. Mientras en Madrid, Ferraz intentaba llegar a un consenso con el Gobierno en Ley de Extranjería, en el País Vasco el PSE hizo posible que la Cámara recurriera la ley ante el Tribunal Constitucional, cosa que también intentó Maragall con el PSC en Cataluña, aunque no lo lograra. Un PSOE en esencia y tres posturas. Respecto al agua mantienen tantas y disparatadas orientaciones que para tapar el caos interno han ideado en horas veinticuatro un Plan Hidrológico alternativo, inspirándose en las hiperbólicas cuentas del Gran Capitán. Creo que el PSOE se cuartea, se quiebra y la izquierda, en general, se estrella contra esa máquina de hacer política que es el PP. Las grandes catástrofes son precedidas de los malos análisis; la izquierda española no hizo ni antes del parto, ni en el parto, ni después del parto de la mayoría absoluta, un análisis riguroso del descalabro. No se dio cuenta de que la derecha española no era aquella ultramontana, beata, militarista, de gobernadores de vergajo, de obispos infiltrados y de banqueros que pagaban las sedes. El discurso de Aznar es liberal, moderno, homogéneo, nacional, sin descuidar a las clases medias y trabajadoras. Los dinoterios de la izquierda siguen con sus latiguillos, sus fantasmas, sus fanfarronadas; y sobre todo, siguen alcoholizados de demagogia. «La demagogia es la alcoholización de las masas» (Ortega). Ahora no son las masas las ebrias, sino los viejos inquisidores resentidos. Yo no sé si Zapatero será capaz de entrar en el laberinto y poner orden; orden en el buen sentido, el sentido del rigor. Alguien tiene que avisar a los marrulleros de provincia de que la izquierda está más allá del horizonte de un río o de un campanario. No le pedimos a Zapatero que sea Bismarck, pero sí que acabe con el envilecimiento del particularismo. La unidad de un partido de izquierdas no tiene nada que ver con la unidad hierática de la derecha, tiene más que ver con la utopía del matemático, del astrónomo. Escribe García-Trevijano en Pasiones de servidumbre que los nacionalistas tienen envidia del Estado. Los que más parecen odiarlo sólo sueñan con tener otro igual en su casa. «¡Dignidad nacional e igualdad de derechos con diecisiete patrias! Diecisiete nichos de ambiciones fáunicas». Diecisiete casas de pueblo, cada una con su gurú, su caudillo de secta, su corta y ruin mirada, mientras la izquierda se sumerge en las alcantarillas del regionalismo.