2001-03-22.LA RAZON.PASIÓN Y SERVIDUMBRE GABRIEL ALBIAC
Publicado: 2001-03-22 · Medio: LA RAZON
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PASIÓN Y SERVIDUMBRE EL MUNDO 22/03/2001 GABRIEL ALBIAC Empezamos un nuevo milenio sin conocer el sentido que ha tenido el transcurso de los 10.000 años de historia conocida». Político anómalo, intelectual a contratiempo, de Antonio García-Trevijano es difícil hablar en la fría distancia de la sola descriptiva. Fascina; incluso a quienes lo detestan; sobre todo, tal vez, a quienes lo detestan. Y es, al fin, uno de los escasos sujetos históricos portadores de una biografía apasionante en este país de políticos funcionariales y aburridos. Que un político haga arrancar su último manifiesto teórico sobre una crítica radical del sentido histórico es muy reconfortante en este país adormecido en un monótono rumiar los tópicos progresistas. Y está, además, bien escrito. Anómalamente bien escrito, este Pasiones de servidumbre. Sellado por un elegante tono de altiva distancia respecto de la academia. Distancia de la cual nace la desmesura provocadora que lleva siempre a Trevijano a inventar la disciplina allá donde la acomete. Trátese de la historia del arte -su original, aún no impreso, sobre el Renacimiento es más que notable-; trátese de este territorio en el cual su biografía pública se desplegó, sobreponiéndose -lo cual en España es raro- a la derrota: la teoría política. Su lectura nos da la vertiente tal vez más seductora de aquel hombre que, en 1975, fue el único seriamente empeñado en restablecer aquí la legalidad republicana. Su génesis está en unas intervenciones regulares que, a través de la prensa, juegan con el presente para mejor dar razón de lo esencial en lo político. Y lo esencial, en lo político, entronca siempre necesariamente con la metafísica. Tras los artículos de batalla, ciertos grandes rostros se transparentaban y ahora se sistematizan: Etienne de la Boétie y Baruch de Spinoza, ante todo. También, Montaigne y Hobbes y Tocqueville. También, lo más vivo de la tradición ilustrada, cuyo ingenuo progresismo es, sin embargo, criticado en inteligentes pasajes. Servidumbre y pasión sellan, no hay duda, el decurso del último cuarto de siglo de Historia española. Pasión en el más riguroso sentido etimológico: pasividad, cesión ante el impositivo poder del otro, ante el sistema de imágenes y representaciones que aquel que posee la máquina troqueladora de consciencias que es el Estado impone. Servidumbre feliz. Porque, al fin, es el placer del siervo la más dura de las esclavitudes: los hombres rinden culto a sus verdugos. Tal, la esencial tristeza de la condición humana. ¿La liberación política? Sólo abordable tras esta larga paciencia de deshacer engaños y pasiones que debe ocuparnos ahora. Pasada la política, Trevijano reflexiona sobre un tiempo sin futuro. Vale la pena.