2003-03-31.LA RAZON.NOVEDAD EN EL FRENTE AGT

Publicado: 2003-03-31 · Medio: LA RAZON

Ver texto extraído
NOVEDAD EN EL FRENTE 
LA RAZÓN. LUNES 31 DE MARZO DE 2003
ANTONIO GARCÍA TREVIJANO 
La guerra comenzó con la mayor novedad que podía imaginarse en los frentes de batalla. Sucedió algo que no tiene antecedente en la historia de las guerras de invasión. La inteligencia militar de EE UU preparó la de Iraq con la estrategia adecuada al objetivo perseguido. Que no era desarmar al dictador, sino capturarlo o matarlo, con derrocamiento de su Régimen. Para cortar la posibilidad de su huida y favorecer la sublevación de las etnias meridionales y nórdicas, los pentagonistas decidieron ocupar el territorio enemigo, avanzando simultáneamente desde los extremos sur y norte hasta rodear y destruir el centro neurálgico del poder en Bagdad.
   Todo se preparó con minuciosidad científica. Los cerebros electrónicos sustituyeron a los humanos. El simulacro deslumbró a presidentes de Estado y de Gobierno que no están habituados a pensar con el suyo. El pronóstico de los especialistas, basado en la diferencia de energía destructiva y de tecnología militar a disposición de cada ejército, era espectacularmente prometedor. El secretario de defensa ardía de impaciencia por mostrar, al pusilánime mundo de la diplomacia, la rápida y barata victoria, sin efectos colaterales, que ya había dado por descontada en la realidad virtual, mediante una guerra relámpago jamás vista en la historia. 
   Se sabe que el entusiasmo por los juegos electrónicos no es privilegio de la infancia. La maravilla de una guerra de «marcianitos», pasando de la virtualidad a la realidad, asentaría en un nuevo orden mundial la desordenada herencia de la guerra fría. Las nostalgias de los antiguos imperios atlánticos se unieron, en Las Azores, al brillante sueño del nuevo destino americano. La ONU, la OTAN, la diplomacia, las inspecciones preventivas, la experiencia de la historia anterior a las luces de la guerra electrónica, eran lastres carentes de virtualidad futura. Menos mal que la vieja Europa contaba con dos espíritus infantes capaces de soñar a la vez el mismo sueño de Bush. Y los tres alucinados decidieron hacerlo realidad. 
   Cuál no sería la sorpresa del humillante despertar cuando, al poner pie en territorio enemigo para abrir el Frente Sur, se comprobó que no había ni podía haber a corto plazo Frente Norte. Los estrategas de la guerra científica habían olvidado o despreciado el insignificante factor político de la licencia de Turquía. Fracasó el intento de comprarla apresuradamente por un precio aproximado a la tercera parte del presupuesto bélico. El cuerpo de ejército allí concentrado tuvo que desplazarse al Frente Sur y ser sustituido por paracaidistas que improvisen un frente de voluntarios kurdos. Lo que abre una crisis muy grave de EE UU con Turquía. 
   A la extraordinaria impremeditación que supone un iluso Frente Norte, en una guerra de cerco a Bagdad para obtener su rendición mediante hambre y bombardeo, se une la otra novedad del Frente Sur. La prevista marcha triunfal de un ejército de liberación, hacia la capital, ha topado con la resistencia de la población y de las fuerzas armadas de Iraq a un ejército extranjero de ocupación. El desfile virtual se ha encontrado con la guerra real. El caos es tan indescriptible que la mayor parte de las bajas angloamericanas se debe a «fuego amigo». Un eufemismo para no decir que se matan o hieren a sí mismos. 
   Las novedades en los dos frentes de la guerra científica han cambiado radicalmente el curso de los acontecimientos en la guerra real. Ya no se habla de siete días sin sangre civil, sino de meses sangrientos. Ya no se persigue la rendición de un dictador, sino el exterminio de su ejército. Ya no se espera vencer con la energía destructiva del cuerpo expedicionario y se envían a la guerra cien mil soldados más. Ya no bastan para la rendición los bombardeos selectivos, y el secretario de Defensa anuncia que el aumento de la resistencia enemiga exige el aumento de la intensidad de la destrucción a distancia de los grandes núcleos urbanos.