1991-02-04.EL INDEPENDIENTE.NO SOMOS PIELES ROJAS AGT
Publicado: 1991-02-04 · Medio: EL INDEPENDIENTE
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NO SOMOS PIELES ROJAS EL INDEPENDIENTE, 4 FEBRERO 1991 TOM PAINE = ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO La televisión nos arrojó a la cara una terrile verdad que la conciencia política, de existir al por mayor, no soportaría. «¿Quién ha traído aquí las armas? ¡Mea culpa, Occidente! ¡Somos seres humanos! ¡No somos pieles rojas!» El grito desgarrador de esa mujer iraquí desangra la herida abierta en el costado de Europa por los desalmados gobernantes que armaron al dictador Sadam. El embotamiento de los profesionales del poder es de tal índole que ahora, en lugar de dimitir por su falta de previsión o por su sobra de villanía, se coaligan al Destino Manifiesto del Presidente Bush para abatir, como pieles rojas, a la población de Irak. Esa mujer iraquí, que nos exige una rendición moral, ha tenido la desconcertante intuición de mencionar a los indios en el preciso momento en que Bush recurría al Destino Manifiesto de Estados Unidos para justificar su devastadora represalia. Este presidente, terror de malhechores internacionales que persigue a sus presas destruyendo las madrigueras populares donde están cobijadas, repite la historia de aquel despiadado juez, terror de delincuentes en Tennessee, que accedió a la séptima presidencia con el nombre de Andrés Jackson (1829-1837). Sin autorización de su Gobierno, Jackson se apoderó de la ciudad española de Pensacola para capturar a los ingleses allí refugiados; (1814). Sin respetar tratados ni fronteras, Jackson persiguió y exterminó a los indios semínolas en el territorio español de Florida (1818). Durante su mandato presidencial dirigió un violento ultimátum a Francia y provocó el desastre financiero de la «guerra contra el Banco», que terminó con la retirada de los fondos públicos del banco oficial. Aquel brutal personaje concibió el Destino Manifiesto para liberar a Norteamérica de los «íncubos españoles» que violaban el descanso sabático. El Presidente Bush recurre a ese mismo Destino místico, a esa extraña mezcla de fanatismo religioso y nacionalista que hace temblar al mundo, para hacer caer, junto con sus pueblos, a los demonios latinos o árabes que comercian con lo ilícito, o se apoderan del petróleo, en perjuicio de los designios providenciales de Estados Unidos.