2001-11-01.LA RAZON.NO HAY DERECHO DE SECESIÓN AGT
Publicado: 2001-11-01 · Medio: LA RAZON
Ver texto extraído
OPINIÓN 18 LA RAZÓN JUEVES, 1 - XI - 2001 OTRAS RAZONES NO HAY DERECHO DE SECESIÓN L a reforma pe- LA GUERRA COMO NEGOCIO dida por el PNV para dar cobertura legal a un Estatuto soberanista solamente se basa en el sentimiento de una ínfima porción del pueblo español. A menos que las vacie- mos de todo sentido inteligible, las voces soberanía y autogo- bierno, referidas a una parte integrada en un todo político, equivalen a Secesión. Una situación de hecho a la que jamás se puede llegar por la vía del derecho. No por mala voluntad de casi todos frente al sen- timiento separatista de unos pocos, pero sí porque este sentimiento no es constitutivo de un derecho natural que los demás deban respetar como si fuera un derecho funda- mental de la persona. Lógica y ontológi- camente, el derecho de secesión es una contradicción en los términos. Donde hay secesión no hay derecho. Donde hay dere- cho no hay secesión. En las leyes ordinarias prevalece el de- recho de todos los ciudadanos contra el de uno solo. En la norma constitucional de la democracia prevalece el derecho personal de uno solo contra el de todos. Y una Constitución que reconociera el derecho a la Secesión, que no es algo individual sino colectivo, no sería Ley incondicionada ni Norma garantista de la libertad constitu- yente. Pues lo constituido carecería del vínculo sustancial que hace de un todo compuesto una unidad estructurada y fun- cional, y no una mera unidad aditiva de su- mandos. Esto se entenderá mejor con las nociones de todo y parte elaboradas en la filosofía, a las que se debe acudir para con- tinuar la senda abierta en este periódico por el Sr. Sentís. Sabremos así qué clase de absurdo sostiene la creencia en el dere- cho de Secesión. Con justa causa o sin ella, con derecho o sin derecho, es indiscutible que España se constituyó en unidad política estatal, re- conocida como sujeto en las relaciones in- ternacionales, desde hace más de quinien- tos años. Excluida de esta reflexión la idea de que pueda fragmentarse en varios Esta- dos por la fuerza de las armas o del terror, que es la tesis irreal, pero lógica, de Eta, se cuestiona si a España la puede dividir un derecho político de separación a favor de pueblos nacionales, sin guerra de sece- sión, que es la tesis de los dirigente del PNV. Cuando deje de ser obsesivo el tema del terrorismo islámico, continuaré mis análi- sis sobre la voluntad colectiva y la libertad política, respecto al vínculo sustancial que une de la misma manera a todos los pue- blos de España, para demostrar que la Se- cesión como derecho es más irreal y ab- surda que la Independencia con sangre buscada por Eta. Para andar por estos terrenos hay que caminar por el oscuro sendero que condu- ce al supuesto derecho de Secesión, ilumi- nándolo con luces de la razón y fuegos del corazón diferentes de los que alumbran el derecho a la Independencia. Pues son cosas y caminos contrapues- tos que casi todo el mundo confunde. El derecho de Secesión es previo y distinto al derecho de Inde- pendencia. Éste per- tenece a un todo que pretende liberarse de la dominación ajena y forzada. Aquél, a la parte que pretende liberarse de una unión propia y forzo- sa al todo. La parte que quiere separarse ha de conseguir previamente, mediante el reconocimiento de las demás partes, la condición holística de un todo nacional y reclamar el derecho a separarse de lo da- do por la historia como un todo existen- cial. Dicho reconocimiento será imposible mientras el todo –incluida la parte sece- sionista– no tome conocimiento social y conciencia moral de que ya no es, mate- rialmente, el todo formal que sigue siendo. El derecho formal a la secesión no podría nacer más que del hecho material de la se- cesión. Y, pese al noluntarismo de la Tran- sición, España traduce todavía un todo ma- terial que es. AAnnttoonniioo GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO M ás de tres semanas de una guerra de exterminio. Bom- bas y misiles inteligen- tes exhiben talento y sensibilidad asesinan- do niños y enfermos, mujeres y hombres in- defensos. Misiles y bombas de racimo que, una y otra vez, siempre por error, destro- zan mezquitas, almacenes de la Cruz Roja, hospitales, escuelas, asilos e instalaciones de la ONU. Se proclamó la justicia infinita, luego la libertad duradera, contra el terrorismo y sus cómplices, no contra el pueblo afgano. Pero éste es el único agredido, la verdadera vícti- ma. Aterrorizado, enfermo y moribundo vaga errático y harapiento por los desiertos afganos. A todo esto, sin la más mínima prueba de la conexión de Ben Laden y los suyos en la tra- gedia del 11 de septiembre. Ni una sola. Ni el más frágil indicio de que el Gobierno afgano tenga algo que ver. Ni la más ligera sombra de la implicación de tramas o urdimbres con ba- se en Afganistán. Aseguran los expertos que un colegial de secundaria rechazaría las «con- tundentes pruebas» mostradas por Bush a LA ESPECIE ASESINA «L a especie elegida», tituló Ar- suaga, pero creo que se refería más a sus queridos neanderta- les, la otra estirpe humana que ha existido y a la cual borramos, como primera medi- da, de la faz de la tierra. A nosotros nos cuadra más «La especia asesina». El homo sapiens, desde su recientísima aparición, apenas 180.000 años entre los 3.500 millo- nes de años de vida sobre el planeta, ha lo- grado récords escalofriantes que nos hacen merecedores del calificativo. Ha extinguido a centenares de otras es- pecies animales y está a un paso de acabar con miles de ellas más. Ha alumbrado una civilización cuya agresión a la Naturaleza es tan terrible que amenaza con degenerar- la de manera irreversible. Su violencia no sólo es extraespecífica sino también in- traespecífica y dirigida con inusitada cruel- dad contra sus propios congéneres. Ha manipulado virus y bacterias que pueden acabar con buena parte de la población humana. Ha creado y almace- nado armas nucleares de destrucción masiva capaces de volar seis veces la propia Tierra. Es un hecho científico, contrastado em- píricamente en la historia, que toda arma acaba por ser empleada. Es sólo una cues- tión de tiempo. Quizá estemos ya en ese tiempo. Cono- ciendo al homo sapiens, es para tener mie- do. Miedo por nosotros mismos. Miedo por la tierra entera. AAnnttoonniioo PPÉÉRREEZZ HHEENNAARREESS REBOREDO Y SAÑUDO Blair y demás acólitos y verbalmente comu- nicadas a nuestro sar- gento-presidente. Co- mo en la cantata de Santa María de Iqui- que, se mata por matar. En nombre de la liber- tad y la democracia. Para colmo, leyes anti- terroristas que destru- yen lo poco que aún nos queda del viejo ideal de la democracia. Mucho más que bombas y misiles. Dicen que mutilar la libertad es una exigencia de la seguridad. El terrorismo de Es- tado lo es también. Por encima de todo, los negocios de la gue- rra. El petróleo de Turkmenistán encontrará por fin, machacado Afganistán, su necesario oleoducto afgano. USA establecerá su domi- nio en la riquísima zona del Mar Caspio, sin impedimentos iraníes, afganos o rusos. Bush y Cheney son petroleros multimillonarios y lo serán aún más gracias a la guerra. La Carlyle, la sociedad privada más rica del mundo, está haciendo su agosto, poniéndose las botas con Bush, gracias a la guerra. La integran el ex-se- cretario de Defensa USA Frank Carlucci, Ja- mes Baker –ex-secretario de Estado– y Fred Malek, director de la campaña electoral de Bush padre. Éste representa a Carlyle en el ex- terior, como agente de ventas. Doce mil mi- llones de dólares de facturación anual. General Dinamics, Lockheed, Northrop o Raytheon están logrando contratos supermillonarios desde el 11 de septiembre. La Lockheed aca- ba de suscribir con el Pentágono, para las fuer- zas armadas de USA y Reino Unido, el ma- yor contrato militar de la historia: tres mil cazabombarderos con un coste de 225.000 millones de dólares. Es el comienzo de una Edad de Oro para las grandes corporaciones armamentistas. Dijo el presidente Bush, al co- menzar la agresión contra el pueblo afgano, que nunca gastaría misiles de dos millones de dólares por unidad para que alcanzaran tien- das de lona vacías e impactaran en el culo de un camello. Añadió sonriente: «Es para que no haya vuelta de hoja». Para que no sea po- sible la reconstrucción de Afganistán si no es como colonia norteamericana. Así se hace jus- ticia con las víctimas de las Torres Gemelas y el Pentágono. Así se hace negocio con su san- gre asesinada. Así se lucha contra el terroris- mo internacional. Con un terrorismo mucho más poderoso e infinitamente mejor financia- do y productivo. Todo Estado está siempre en guerra, más o menos latente, con la sociedad civil sobre la que se erige. Al fin y a la postre, la razón de Estado es el conocimiento de los medios adecuados para fundamentar, conser- var y engrandecer dominio y señorío. El Es- tado reposa siempre sobre el terror. USA lo está demostrando más allá de cualquier duda razonable. Dicen ahora algunos británicos, alemanes o franceses que no ven claro el ob- jetivo de la guerra. Al parecer, están desazo- nados porque cada vez es más palmario que se trata de un gigantesco negocio que nada tie- ne que ver con los asesinatos del 11 de sep- tiembre. Saint-Just dijo ante la Convención: «Todas las piedras necesarias para el edificio de la libertad están talladas; con esas piedras podéis levantar un templo o una tumba». Me- jor un templo funerario en que los asesinos cuenten dólares y muertos al mismo tiempo. JJooaaqquuíínn NNAAVVAARRRROO