2001-09-08.LA RAZON.NO HA MUERTO YA EL HUMANISMO RUBIO ESTEBAN

Publicado: 2001-09-08 · Medio: LA RAZON

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¿NO HA MUERTO YA EL HUMANISMO?
LA RAZON 8 DE SEPTIEMBRE DE 2001 
MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN
Probablemente desde el razonable loco Strindberg estemos viviendo dentro de la desorientación y la quiebra de los valores tradicionalmente humanos. Lo percibimos sólo con mirar un poco nuestro desolador entorno: literatura, arte, teología, filosofía política, psicología del triunfo de lo irracional, ciencia, etc. En España, por ejemplo, desde Villar Palasí todos los posteriores ministros de Educación han sido labarnas tártaros sanguinarios, con su lábris enhiesta y enrojecida, sentados vesánicos y hieráticos sobre un trono que tiene como dosel millones de pequeños cráneos españoles. El horror a las Clásicas ha sido siempre una vocación de muerte y sangre. Esta vandálica oligarquía oligotrénica ha acabado por romper implacablemente la continuidad de un pasado civilizado. La profunda tristeza del nihilismo se enseñorea de los nuevos museos con contenidos de actualidad. Hasta las nuevas iglesias son arquitectónicamente espantosas, en donde es imposible que anide el humanismo cristiano. La separación de las ciencias sociales y las Humanidades ha utilizado a ambas, convirtiéndolas en un absurdo conceptual.
   Del «cementerio de la aristocracia» con que calificaba a la historia Pareto se ha pasado patentemente al «Cementerio de Automóviles» del humanamente quebrado Fernando Arrabal. Con la expulsión de la magia humanista, aristárquica, del universo probablemente también hemos expulsado la vida «humana». Las investigaciones de Jung sobre las funciones de la mitología clásica (y universal) le llevaron a señalar que en todas las edades, excepto la nuestra, los hombres y las mujeres han encontrado el sentido de sus vidas en alguna forma de religión o mito, aduciendo que actualmente muchas personas experimentan un sentimiento de futilidad, pues aunque han abandonado las creencias tradicionales, necesitan y no pueden encontrar una religión o mito que regule y anime sus vidas mortecinas y bárbaras (¿para qué sirve un cura que no sabe latín ni griego?), de ahí la atracción de los nacionalismos criminales, el fascismo redobladamente analfabeto y los cultos letíferos de los asesinos múltiples de las grandes ciudades. Pues no es otra cosa el humanismo que la búsqueda de una instancia superior a uno mismo (Dios, libertad, solidaridad, patria, arte, justicia, etc.) que constituye una necesidad fundamental de todos los seres humanos. La pintura de Cézanne, Picasso, Braque, Matisse, Kandinsky, Mondrian, Klee, Munch y Léger presagia oteándolo en un rosicler vespertino un mundo inhumano. Por eso no estoy de acuerdo con Ortega y Gasset cuando vio en estas innovaciones del movimiento plástico moderno «la deshumanización del arte», sino que tales innovaciones vaticinan el inhumanismo actual. Kafka lo experimentó en su imaginación, antes de que ocurriese al pesadilla real de lo inhumano, que no cesó en mayo de 1945.
   Falta sutileza para entender que cuando la barbarie gobernante mutila el latín y el griego, nos mutila el miembro más noble del humanismo occidental ¬y de la raza humana diría Yukio Mishima¬. Exactamente igual a cuando un padre pierde a su primogénito, en donde siempre anida lo mejor del padre. Sólo nos queda lo peor de nosotros mismos.
   Lo básico del humanismo es la creencia de que la persona humana tiene un valor en sí misma, y que un respeto sagrado al individuo es la fuente de todos los demás valores y derechos humanos. El mismo humanismo cristiano ha sostenido que el objeto real de la fe no es Dios en su revelación, sino el hombre que cree en lo divino. Cada «Tú» particular debe ser vislumbre de Dios. Pero mi admirado amigo José Antonio Sentís, hablando del asesinato moldavo que cayó sobre Pozuelo, me advierte que existen lugares en el mundo en donde la vida del hombre no vale más de mil pesetas, y la tendencia a la baja, en proporción a la riqueza de cada pueblo, parece ser una constante en todo el planeta. La mirada indiferente de la banda al mal exterior que comete (maestro Trevijano) no para de confirmarlo. Menos mal que nos quedan los amigos.