1996-01-02.EL MUNDO.NO EXIGIR DEMASIADO AGT

Publicado: 1996-01-02 · Medio: EL MUNDO

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NO EXIGIR DEMASIADO
EL MUNDO. MARTES 2 DE ENERO DE 1996
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
Comienza el año con mejores perspectivas que el anterior en lo que no depende de la voluntad de los hombres. La Naturaleza no falla a sus obligaciones naturales. Aunque las cumpla con demoras fastidiosas, nadie se rebela contra sus exageraciones. Todo lo más, reza o pasea santos. Pero los explotadores de sus recursos le exigen demasiado. Y eso es tan irracional como tumbar al árbol para coger sus frutos. Para los anglosajones, el criterio de no exigir demasiado está incorporado a la definición de racionalidad y de razonabilidad. A primera vista, ese modesto parámetro parece atractivo como propósito de comprensión y de generosidad hacia las necesidades y capacidades ajenas. Su utilidad en la vida familiar y privada salta a  examinado más de cerca nos damos cuenta enseguida de que sólo vale para andar por casa, y de que no es posible aplicarlo en los ámbitos profesionales y políticos, si lo demasiado no llega, como en España, a lo que es estrictamente necesario. Lo demasiado es poco cuando entra en juego la responsabilidad profesional o política. ¿Es demasiado pedir a los españoles que no elijan asesinos y ladrones para gobernarnos? Pues a esto se reduce la esperanza puesta en 1996. 
Lo peor de los balances de fin de año, cuando la empresa amenaza ruina, es que no son de terminación del negocio. Y no hay negocio más desastroso, cuando está mal emprendido o mal gerenciado, que el negocio público de  primer día del nuevo año abre las páginas del libro de la vida política, cargado de saldos negativos, para que sus espacios en blanco se vayan rellenando pacientemente con el inexorable aumento de las pérdidas. ¿Es pedir demasiado que se corrija drásticamente el rumbo ruinoso? ¿Es pedir demasiado que se nos de a conocer el verdadero estado de las cuentas del Estado? ¿Es exigir demasiado a los partidos que compiten por la gerencia del Estado que nos digan con claridad lo que piensan hacer, y cuánto nos costará cumplir con las exigencias de la unión monetaria? ¿Es exigir demasiado que equiparemos en dos años nuestros índices económicos con los de Alemania? ¿Nos exige demasiado Maastricht? Porque no exigir demasiado a los demás parece una buena norma, si los demás no exigen demasiado de nosotros. En política económica, no exigir demasiado supone que se puede exigir menos. Pero tanto el partido gobernante como el aspirante se han sometido a  como si se tratara de un asunto de  se equivocan, el mayo español anegará las calles como las lluvias tardías. 
Con ser tan importante la cuestión económica, donde se plantea de manera vital el criterio de no pedir demasiado es en el terreno político. ¿Es exigir demasiado que la televisión pública sea imparcial con los partidos en campaña electoral? ¿Es exigir demasiado que se respete el derecho a la abstención? ¿Es pedir demasiado que los procesos judiciales en curso no se detengan por razones extrajudiciales durante la campaña? ¿Es exigir demasiado de periodistas y escritores que no recomienden votar al partido del crimen de Estado, del robo de Estado, de las escuchas de Estado y de las mentiras de Estado? ¿Es exigir demasiado del elector que no se haga cómplice de la degeneración del partido gobernante? En cualquier país decente todo esto no sería exigir demasiado, sino lo mínimo necesario. Y como el pueblo español no tiene razón que le obligue a ser indecente, o poco razonable, está obligado a exigir que estos mínimos de dignidad social y de moralidad pública se cumplan a rajatabla, y a no incurrir él mismo en «turpidez» política. Y puede hacerlo porque tiene la capacidad de expulsar de la vida pública, no ya a las personas que han abusado en su beneficio de los poderes del Estado, sino a unas instituciones de gobierno que propician la corrupción de los gobernantes. ¿Es pedir demasiado que no seamos demasiado tontos políticos o, como diría Umbral, demasiado correctos?