2001-09-01.LA RAZON.MUTACIONES NACIONALES RUBIO ESTEBAN
Publicado: 2001-09-01 · Medio: LA RAZON
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MUTACIONES NACIONALES LA RAZON 1 DE SEPTIEMBRE DE 2001 MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN Soy español, y desgraciadamente esta redundante perogrullada no es gratuita en todas las partes de España. Además, como le pasó a tanto buen republicano, amo y siento como español, y se estremecen todas las fibras de mi alma por el orgullo de serlo. Lo mismo supongo le pase a cualquier buen patriota de cualquiera de las viejas naciones que componen a Europa. Debe ser algo así como amar a la tribu o a la familia, con sus vivos y sus muertos. Mi hijo siempre tuvo un sagrado orgullo de ser español. Lo debió aprender en mí y en su madre. Es verdad que quienes vean algo transcendente en el Estado-Nación dentro del Espacio y el Tiempo, elaboran casi teorías cosmogónicas nada convincentes, pero que sirven perfectamente a las limitadísimas dimensiones temporales de los hombres y las generaciones (500 años, 600 años, 700 años, ¿800 años! ¿eso ya es un tiempo cósmico para el hombre histórico!). Nuestro mundo político, la geografía política, que tanto nos gustaba de pequeños, es un todo hecho de partes en que cada una es al mismo tiempo la parte que es y el todo de que forma parte. Por eso, todo resquebrajamiento de una pequeña parte política contenida en el Todo quiebra necesariamente todo el sistema geográfico, absolutamente todo. Los políticos que adoran embellecer con palabras la áspera realidad se refieren a lo que ocurre en Vascongadas como «el problema vasco», «el contencioso vasco», y los más sinceros, «el conflicto vasco». Pero en realidad se trata de una guerra de secesión perfectamente programada en todos los frentes, con sus cuadros civiles y sus generales de decisiones dramáticas. Para empezar a pacificar esta hermosa Región (no, claro, la de Benet ) hay que tomar duras decisiones radicalmente democráticas, que se encuentran incluso en nuestra pésima Constitución monárquica, y que no tienen nada que ver con el GAL, Galindo, Roldán, Barrionuevo, Vera, y otros excelsos en libertad condicional o cautivos. Si la policía llegase a confirmar que el atentado contra el niñito de diecisiete meses en San Sebastián es causa ¬tras un informe sin nigún género de dudas¬ de los actos atroces de Eta y su entorno, yo desde aquí, desde estas OTRAS RAZONES, ondeando como español una bandera de Democracia y Libertad política ¬la republicana¬- exijo del Gobierno de la Nación las medidas legales oportunas que coadyuven a la pacificación y al fin de esta larga pesadilla (movimientos oportunos de las Divisiones de la Guardia Civil y del Ejército, como apoyo táctico al trabajo de la inspección del Cuerpo Nacional de Policía, nombramiento de un Gobernador Militar interino que asuma las funciones de la Administración autonómica, etc.). Si no se hace esto, que es lo moralmente elemental, los ojos ciegos del pequeño Jokín Galarraga Castellón están ya oteando el campo de «la guerra justa», que el sentido común aún nos dice que España y todos sus enormes recursos la ganaría. Que pronto acabe el horror. Pasa ya demasiado tiempo que si no es todo el mismo decir, es todo el mismo penar. Para mí, desde los ojuelos rotos del pequeño Jokín justifico cualquier acción violenta legal por orden del Gobierno de la Nación. ¿Y esto no es decir nada! La descomposición moral del Estado Español debe ser detenida de algún modo. Si no hacemos nada, no es que permitamos que Eta gane una tradicional guerra bélica, sino algo mucho peor; nos matará el espíritu y eliminará por completo la decencia nacional. Nos dejará ciegos de tanto llorar. Y el nacionalismo criminal no es el rey del mundo, cuando ni siquiera lo es del sucio y nauseabundo subterráneo en que pasa los días. Sólo el consenso oligárquico, auspiciado por Suárez, puede explicar la situación catatónica del Gobierno en el problema vasco. Nuestra oligarquía coronada sólo es un museo de palabras decorativas. Pero la barbarie ha superado con creces la causa de una patraña. «Euskadi no es un territorio colonial» (García-Trevijano) para que se pueda tolerar el exterminio de «veintiséis niños» (José A. Sentís) sin ser la Argelia francesa que vio Fanon. La inmovilidad de las Fuerzas Armadas sólo puede ser el síntoma del estado estertóreo y comatoso de este Estado coronado llamado aún España.