1994-06-27.EL MUNDO.MOVER FICHA AGT

Publicado: 1994-06-27 · Medio: EL MUNDO

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«MOVER FICHA»
EL MUNDO. LUNES 27 DE JUNIO DE 1994
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
La clase gobernante es consciente de su parálisis actual. Y ha lanzado al mercado esa vulgar pero expresiva imagen lúdica de que es a otro a quien le corresponde «mover ficha». Veamos lo que esta reveladora expresión implica. En primer lugar, un reconocimiento oficial de que el país real está esperando que suceda, en la sociedad política, algo consecuente al resultado de las elecciones europeas y andaluzas. Enseguida indica que todos los jugadores encuentran bloqueada su propia jugada. En tercer lugar explica que todos juegan al error del contrario. También expresa el convencimiento de que sólo el que aguante sin moverse de donde está, gana. Y, por último, revela la esperanza de que un factor no dependiente de sus voluntades precipite la salida o la continuación del juego a favor de uno de ellos. De estos cinco supuestos, solamente el primero y el último merecen atención. Los otros tres ya quedaron sentenciados al conocerse la situación de «equilibrio catastrófico» creada por las urnas. No dentro de las últimas elecciones. Que dieron un ganador y un perdedor. Pero sí entre dos hegemonías electorales: la del PSOE (6-6-93), en cuya virtud ocupa el Gobierno, y la del PP (12-6- 94), en cuya virtud pretende llegar a ocuparlo. 
La polémica sobre lo que «debe» hacer el Gobierno o la oposición para salir del atasco tiene un vicio de origen: aplicar criterios de la democracia a una sociedad política oligárquica. Y la opinión de que la continuidad del Gobierno es legal pero ilegítima no es correcta tal como se ha expresado. El Gobierno está legalizado y legitimado, por su hegemonía política electoral (6-6-93), para todo el tiempo de la legislatura. Y sin embargo, en una democracia tendría que convocar nuevas elecciones porque ha dejado de ser un Gobierno de la opinión, porque ha perdido la hegemonía en la sociedad civil con ocasión de (no a causa de) las pasadas elecciones. Si se mantiene en el poder, gobernaría contra la opinión por el solo hecho de que «puede» hacerlo, es decir, por razón de dictadura. No se trata de un criterio subjetivo. Es la legitimación civil que está presente en la práctica de todas las democracias civilizadas, y en la bella fórmula de Gramsci: Gobierno = dictadura + hegemonía. Donde dictadura significa legalidad y legitimidad del «dominio» (electoral) en la sociedad estatal; y hegemonía quiere decir legitimidad del «predominio» (ideológico) en la sociedad civil. Que es exactamente lo que ha conquistado el PP junto con los escaños al Parlamento europeo: una situación nacional de pre-dominio. 
Para salir del equilibrio catastrófico que tiene paralizada la acción de Gobierno y de oposición, el Sr. González confía en tres factores de suerte, fuera de su control: que mejore mucho la economía y ¡los españoles se enteren!, que no se descubra un nuevo caso de corrupción en su esfera de confianza, o que se descubra un buen caso en la del Sr. Aznar. En cambio, éste pone toda su devoción en que la Prensa continúe sacando a relucir nuevos escándalos de corrupción gubernamental, y en que la ola anticatalanista (levantada en España por la cobertura que presta el nacionalismo gobernante a la impunidad de la corrupción y por sus perentorias exigencias de soberanía a quien tiene cogido por la gobernabilidad del Estado al que se opone) termine por obligar al Sr. Pujol a soltar el cuello del naufrago. Que haya pedido el mando de la Guardia Civil en Cataluña, cuando mayor era el esperpento de un Cuerpo andando sin cabeza, permite al Sr. Aznar abrigar esperanzas de que sea la ficha de Pujol la que ahorque, con el seis doble de la corrupción en sus manos, al dominus de la Moncloa. Mientras tanto, el jefe de la oposición no se atreve a presentar una moción de censura, con un programa de Gobierno diferente del que impone Pujol a su cuello de Estado, ni este cuello de España cometerá la infidelidad de abandonarla por una Presidencia europea que, para «des-ahogarlo», nadie le ofrece.