2003-05-01.LA RAZON.MONOPOLIO MILITAR AGT
Publicado: 2003-05-01 · Medio: LA RAZON
Ver texto extraído
MONOPOLIO MILITAR LA RAZÓN. JUEVES 1 DE MAYO DE 2003 ANTONIO GARCÍA TREVIJANO Todavía no hay conciencia de que la mundialización de los asuntos económicos y culturales, impuesta por la expansión ilimitada de las empresas transnacionales y los medios de comunicación, es un fenómeno ajeno a los fines de los Estados nacionales y a la propia acción política. Terminada la guerra mundial, a la vez que se certificó la defunción del colonialismo europeo con la independencia de la India, se dio legitimidad con la guerra de Corea al neocolonialismo de los Estados Unidos y la ONU. Todos los Organismos Internacionales han sido concebidos en función de los intereses neocolonialistas de los países industrializados. Acabada la guerra fría y disuelta la Unión Soviética, asistimos a un proceso de mundialización del mercado y de la opinión pública que, mostrándose contrario a la pervivencia del neocolonialismo y a la explotación antiecológica de los recursos naturales, no ha sido asumido, interpretado ni controlado por ningún Estado o grupo de Estados de gran consumo energético. Es iluso esperar que el egoísmo industrial de todos ellos, y no sólo el de Estados Unidos, comprenda la esencia política de la causa antipopular que origina la protesta mundial contra los efectos perversos, incluidas las guerras, de la globalización. Lo que es válido para los Estados, el monopolio de la fuerza, no lo es para el mundo. Allí hay una legalidad que aquí falta. La ley no puede venir de la dominación imperial de EE UU por medio de invasiones estratégicas, gobiernos satélites y bases militares repartidas por el planeta. Como en física y biología, todo orden político que trate de eliminar lo impredecible, es decir, los efectos de la libertad, constituiría la antesala de un caos catastrófico, el signo del desorden total que se derivaría del triunfo entrópico de la inercia militar de un imperio sobre las potencias inferiores de las naciones. Del mismo modo que el monopolio empresarial, al independizarse de las leyes conflictivas del mercado, cava su propia tumba (tanto Coca-Cola como Microsoft tienen que crear, para sobrevivir, su propia competencia), el monopolio planetario de la supremacía militar, al independizarse de las leyes políticas y jurídicas de la comunidad internacional, también conduciría a su propia aniquilación. La marcha triunfal emprendida por el presidente Bush, a consecuencia del 11 de septiembre, tiene inscrito en su meta el peligro de destrucción de la potencia económica y militar de los Estados Unidos. Es imposible volver a un nuevo condominio del mundo, como en la guerra fría. Ni hay pretexto ideológico para ello, ni Europa puede ser enemiga de Estados Unidos. Un imperio militar no se equilibra a largo plazo con otro que lo contenga en su propio terreno. Eso sólo lo puede hacer una potencia cultural de signo diferente al de la dominación de las demás culturas, una civilización tan sincera que nazca con la vocación de salvar al mundo del desastre ecológico que se avecina y, a los ciudadanos, del escepticismo dominante en las sociedades industrializadas. La UE tiene potencia económica, pero no está gobernada por la sinceridad de la democracia. Con ella podría llegar a ser la Gran Europa, incluida Rusia, que el equilibrio mundial necesita. Pero ninguna empresa de gran envergadura moral puede ser acometida por los Estados de partidos. Por su naturaleza oligárquica y su dependencia de los Estados que los financian, los partidos no pueden captar los fines de las sociedades civiles y el modo de cumplirlos con la democracia. Forma de gobierno a la que han suplantado mediante consensos antipolíticos (sin separación del poder ejecutivo respecto del legislativo) y demagogias de la igualdad social en el discurso público. Los Estados de partidos son expedientes administrativos, improvisados en la posguerra por miedo al fascismo y al comunismo, para dominar a los ciudadanos con tecnoburocracias corrompidas que no los representan.