2008-03-09.EL MUNDO.MI SEMANA PEÑAFIEL

Publicado: 2008-03-09 · Medio: EL MUNDO

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MI SEMANA
EL MUNDO. 09/03/2008. Página, 16
JAIME PEÑAFIEL
Del Rolls Royce amarillo al Mini azul borbón
El pasado martes, los telespectadores de Telecinco vieron, con sorpresa, como entraba en el plató del programa Está Pasando, un precioso coche, marca Mini Morris, fabricado en Navarra en 1969. Este automóvil, como el famoso Rolls Royce amarillo de la película inglesa, también tiene su historia. Si aquél pasó por las manos de príncipes, aristócratas, millonarios y gánsteres, encarnados en la película por Ingrid Bergman, Rex Harrison, Shirley MacLein, Omar Shariff y Alain Delon, entre otros, el Mini Morris no le ha ido a la zaga, ya que dueños de él han sido también príncipes, nobles, aristócratas, damas de la alta sociedad y hasta taxistas. Se trataba del primer vehículo que tuvo Don Juan Carlos y el único que ha estado a su nombre.
El primer carné de conducir
Hasta 1969, el Príncipe Juan Carlos, a pesar de su debilidad por los coches, no había tenido ninguno que pudiera considerar suyo. Siempre de prestado. Casas, coches, barcos. Nada a su nombre. Tan sólo el carné de conducir, que lo tiene desde el 5 de enero de 1956, cuando cumplió 18 años. Ese día, su preceptor de entonces, el general Martínez Campos, duque de la Torre, un hombre serio, inflexible y disciplinado y muy poco dado a las sorpresas agradables, le entrega un sobre cerrado en el que aparecía escrita la palabra «Reservado». Al abrirlo, Juan Carlos se encontró con otro más pequeño que ponía «Confidencial». Dentro de éste, otro en el que podía leerse «Secreto». Y, como si se tratara de las famosas matriushkas rusas o de cajas chinas, fueron saliendo, sucesivamente, diferentes sobres: «Secretísimo», «Personal», «Urgente»... El príncipe llegó a ponerse nervioso, creyendo que se trataba de una broma o, lo que es peor, de algo muy serio. Hasta que, al abrir el último en el que aparecía escrito «Felicidades», encontró su... primer carné de conducir.
En el coche de un republicano
La pasión, más que afición, de Don Juan Carlos por los coches, la ha tenido siempre. No sólo desde niño, adolescente y jovencito sino hasta hoy, hombre y Rey. El mejor regalo que se le puede hacer, aparte de relojes, es un coche. Y un coche fue causa de una de las grandes broncas que su preceptor, el citado duque de la Torre, le echó cuando supo que había conducido uno deportivo a gran velocidad. Ignoro si todavía no le había regalado el carné. Como ya he recordado en alguna ocasión, por aquel entonces, el Príncipe era cadete en la Academia General de Zaragoza. Los fines de semana se hospedaba en el Gran Hotel, donde tenía reservada una habitación. Un día, cuando se encontraba en la puerta del citado establecimiento, vio como aparcaba un espectacular Pegaso Touring descapotable, modelo único y posiblemente el mejor coche que se ha fabricado nunca en España. El Príncipe se acercó a contemplar aquella joya. Su propietario le invitó a dar una vuelta. Tan entusiasmado estaba conduciéndolo, que llegó a poner el coche a 200 kilómetros por hora. Don Juan Carlos no supo aquel día que el dueño del Pegaso no era otro que Antonio García Trevijano, granadino, notario entonces en Teruel y... republicano. Que lo sigue siendo.
Su primer y único coche
Trece años habían de pasar, desde su mayoría de edad y el primer carné de conducir, para que Don Juan Carlos pudiera tener su primer coche. El único a su nombre y comprado con su dinero. Se trataba de un Mini Morris, fabricado por Authi en Navarra, el 3 de noviembre de ese año. ¿El color? Azul Borbón, of course. Pagó por él 100.000 pesetas de su bolsillo. Pero, como ese año le habían nombrado ya sucesor de Franco, a título de Rey (julio de 1969), y su libertad de movimiento había quedado reducida, sobre todo por seguridad, decidió vender el vehículo. ¿El comprador? Su primo Gonzalo de Borbón Dampierre, que lo adquirió por el mismo precio que el Príncipe había pagado, cantidad que, al parecer, nunca abonó. Gonzalo se lo vendió a José María Martínez Bordiú, Baron de Gotor, hermano del marqués de Villaverde y padre del famoso Pocholo. Y éste, a una importante dama madrileña, que lo puso a la venta en el taller de don Pedro Molina Padilla, su actual propietario, donde lo había llevado a reparar.
La Reina fue multada en Palma
Doña Sofía, al igual que Don Juan Carlos, se sacó el carné de conducir a los 18 años. Ignoro si, como al Rey, se lo regalaron. Posiblemente sí. No hay que olvidar que sus padres eran los reyes reinantes de Grecia. A diferencia de su esposo y sus hijos, es el único miembro de la Familia que no siente esa pasión por los coches, aunque tenerlos los ha tenido, incluso Don Juan Carlos le ofreció, como regalo de su 60 cumpleaños, un Smart que nunca se le ha visto conducir. Sin embargo, sí utilizaba, cuando era princesa en Grecia, un Wolkswagen, el famoso escarabajo, de color verde, para dirigirse desde el palacio a la escuela de Mitera donde trabajaba como enfermera. Aquí, en España, solía conducir alguna que otra vez para llevar a sus hijos al colegio. Y en Palma de Mallorca fue multada hace ya tiempo con 12.000 pesetas por exceso de velocidad, multa que llegó a su domicilio en el palacio de La Zarzuela, ante la divertida sorpresa de Don Juan Carlos, que se «quejó» al alcalde mallorquín de que fuera tan cara. Pero pagó.
CHSSSSS... La Zarzuela no es un lugar para refugiarse, huyendo de la prensa, cuando no se vive allí. Un respeto, es la Casa del Rey ... Se encuentra en vísperas de su boda y sin vestido porque ninguno de los grandes modistos ha querido hacerle el traje. Piensan que aunque es famosa, dada su forma de ser, zafia, vulgar y ordinaria, no es buena publicidad para ellos. Peor sería quedarse compuesta y sin novio, muchacha ... ¿Quién es esa princesa consorte que para combatir el miedo a volar, y no que se repita aquel intento de agredir a su secretaria y hasta a su marido, se dedica a cantar salmos? ... A la conocida dama no le importa confesar su edad pero jamás su peso ... «¡No me toques!», le gritó la famosa actriz a otra compañera no menos famosa, cuando ésta se acercó, en actitud conciliadora, después de un violento enfrentamiento dialéctico entre ambas en un lugar público ... La frase de la semana, para aviso a navegantes: «Si algo no se puede decir o escribir, mejor no hacerlo». (EL MUNDO, sábado 1 de marzo)