1994-07-09.EL MUNDO.MANUEL BROSETTA AGT

Publicado: 1994-07-09 · Medio: EL MUNDO

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MANUEL BROSETTA
EL MUNDO. SÁBADO 9 DE JULIO DE 1994
ANTONIO GARCÍA TREVIJANO
Hay cuestiones que ponen a prueba el temple moral de una persona en apuros. Una de ellas es la amistad. Y Alfonso Escámez era amigo de Manuel Brosetta. Hay asuntos en la vida mundana que ponen a prueba la elegancia de una persona mezclada en cosas no agradables. Y Alfonso Escámez es un hombre de mundo. Hay temas oficiosos que invitan a conjugar la verdad con la discreción profesional. Y Alfonso Escamez es un hombre de oficio. Y hay aspectos del poder que delatan la calidad de las ambiciones. Y Alfonso Escámez es un hombre poderoso. 
Pero por encima de las cuestiones, de los asuntos, de los temas y de los aspectos, sólo hay dos cosas que al perder la vida no se pierden con ella: la dignidad y los afectos. La dignidad de Manuel Brosetta está hoy en su memoria. Y entre los afectos, el menos valioso para su familia, el mío. Agradezco a Don Alfonso Escámez que me haya obligado a proclamar la verdad en honor de Manuel Brosetta, y a contribuir, así, a la perduración de su buena fama. 
Ya que no lo hice entonces, cuando las pistolas de ETA lo mataron a la vera de su aula universitaria de Valencia, sin que todavía sepamos por qué, lo hago ahora que su alma está siendo rematada en el foro de su profesión y la mía. 
Me costó trabajo incorporarlo a la acción política clandestina, para que desempeñara en la Comunidad Valenciana la función que yo desarrollaba en la Junta Democrática de España. Sus dudas no tenían nada que ver con el oportunismo de nadar y guardar la ropa, tan habitual en los profesionales de prestigio. Le preocupaba su eficacia en una actividad a la que no estaba habituado y el compromiso que adquiría ante su conciencia. 
Su seguridad en mi amistad y experiencia le ayudaron a tomar la decisión correcta. Una vez incorporado, su dedicación, despliegue de talento, valor y lealtad a los principios democráticos de la Junta, fueron tan elocuentes que pronto conquistó el respeto y la admiración de todos. 
Votó a favor de la tesis que yo defendía, contra las de Santiago Carrillo, de que la Junta no se había fundado como Mesa de notables para negociar en secreto con la dictadura, sino para dirigir un movimiento original de oposición de la sociedad civil a la sociedad política, que consiguiera la ruptura democrática de la legalidad franquista y la elección en referéndum de la forma de Estado y de Gobierno. 
Fueron tres catedráticos fallecidos, Rafael Calvo Serer, Alfonso Cossío y Manuel Brosetta, quienes mejor comprendieron, junto con los dirigentes regionales de los independientes, mi convicción de que sólo la fuerza social de las juntas locales y sectoriales podría evitar la tendencia innata de los partidos a pactar repartos del poder.
Sabíamos que esta vía no era un camino más fácil de llegar a la misma meta, sino la manera más insidiosa de evitar la democracia. También sabíamos que el enemigo natural de la ruptura democrática era el PSOE, y que el Partido Comunista le seguiría.
Al final fuimos derrotados, junto con la democracia, por la traición de los partidos que prefirieron seguir las consignas del dinero alemán de la socialdemocracia, antes que permanecer leales a los principios democráticos prometidos al pueblo español. 
Manuel Brosetta colaboró luego con el Gobierno Suárez. Me lo comunicó antes, a sabiendas de que yo no lo aprobaría. Comprendí sus razones y él las mías. Pero la razón de la amistad permaneció inalterable. Nos consultábamos asuntos jurídicos. Por eso yo sabía cuál era su función en el Banco Central, donde no tenía más poder que el de sus opiniones técnicas sobre cuestiones de Derecho. 
Y la de pagar un millón o mil millones al PSOE, a cambio de informes inexistentes, no es una cuestión jurídica que pueda ser sometida a un asesor de la categoría profesional y moral de Manuel Brosetta. Como dijo Aristóteles, Sr. Escámez, soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad. Que está descansando en paz y seguirá estando con Manuel Brosetta.