1999-04-21.EL MUNDO.MANGLANO INCREPA A UN PERIODISTA QUE DESVELÓ LAS ESCUCHAS

Publicado: 1999-04-21 · Medio: EL MUNDO

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MANGLANO INCREPA A UN PERIODISTA QUE DESVELÓ EL «CASO DE LAS ESCUCHAS»
EL MUNDO. 21/04/1999 Página, 17
MANUEL SANCHEZ
MADRID.- El ex director general del Cesid y teniente general Emilio Alonso Manglano sigue siendo el protagonista del juicio sobre el denominado caso de las escuchas del Cesid.
Pese a que, tras su declaración como imputado, su postura en la vista oral debería ser absolutamente pasiva; sus nervios, su carácter o su forma de ser le juegan una mala pasada en cada sesión.
No puede evitar revolverse en la silla cuando las declaraciones son negativas o desagradables, ni hacer gestos a su abogado, ni decir que no con la cabeza o en voz baja. En la sesión de ayer, de nuevo, fue más allá.
La declaración judicial del periodista de EL MUNDO Manuel Cerdán, quien junto a Antonio Rubio desveló la red de escuchas ilegales del Cesid, lo removió de su silla. A medida que Cerdán contestaba a las preguntas de las partes -ratificándose en todo lo publicado por este diario-, Manglano endurecía el rostro.
En una pausa, mientras el presidente del tribunal miraba a qué parte le correspondía seguir con el interrogatorio al testigo y se grababa la declaración, se oyó en la sala:
- Alonso Manglano. Qué cara tienes.
- Manuel Cerdán. Quiero hacer constar mi protesta, señor presidente, por lo que el señor Manglano acaba de decirme.
- A. M. No me refería a usted.
- M. C. Yo creo que sí se refería a mí y quiero que conste mi protesta.
- M. C. Pues para caras, habría que medirlas.
El presidente del tribunal, el magistrado Perfecto Andrés Ibáñez, consultó a la secretaria judicial y aseguró que nadie había oído nada. El abogado Marcos García Montes pidió que se hiciera constar la protesta.
Fue el momento más llamativo de una mañana que poco aportó a la causa, pese a la declaración de media docena de testigos.
Así, el ex presidente del Real Madrid Ramón Mendoza se limitó a expresar su convencimiento de que fue escuchado en conversaciones privadas que se guardaron en un organismo del Estado y que nunca recibió por ello ni explicaciones ni disculpas. Pero admitió que no contaba con más evidencia que lo publicado por EL MUNDO.
En parecidos términos se expresó el empresario José María Ruiz-Mateos quien, además, reveló que a lo largo de muchos años había recibido grabaciones y cintas de vídeo, que no procedían del Cesid referidas a personalidades a las que, en algunos casos, había alertado.
También declaró la periodista del diario Abc María Dolores Martínez Lujan, que entrevistó al ex coronel Juan Alberto Perote cuando salió a la luz el caso, quien se remitió a lo publicado por el periódico.
La declaración más esperada era la del ex ministro José Barrionuevo -también víctima de las escuchas del Cesid y que, inicialmente, se personó como acusación particular en la fase de instrucción aunque posteriormente se retiró-, pero tampoco dio mucho juego.
Barrionuevo, a preguntas de las defensas, aprovechó para arremeter contra EL MUNDO y tachar de ilegal la grabación y la publicación de su conversación con la delegada del Gobierno Ana Tutor, recientemente fallecida.
La publicación
El ex ministro, no obstante, mantuvo un tono bajo, casi derrotista, sin mucha convicción. Subrayó que, en su opinión, lo que más «hería» a las personas objeto de grabaciones era su publicación y su posterior mofa en artículos de columnistas, «sin embargo, aunque yo quise actuar contra esto, que considero ilegal, los tribunales creyeron que no debía ser sancionado».
Asimismo, declaró que nunca le pidieron disculpas por la captación de sus conversaciones, pero que sí fue alertado cuando estaba en el Gobierno por alguien que no recordó que sus llamadas podían ser escuchadas, tanto cuando fue ministro del Interior como cuando ocupó la cartera del Ministerio de Transportes.
Finalmente, el abogado Antonio García Trevijano, último testigo de ayer, puso la nota de color en la sesión.
Definió a Manglano como «un caballero y una persona noble». «Pero también sé que es un militar y que fue el máximo responsable de los servicios secretos de este país durante mucho tiempo».
Añadió que no tenía dudas de que había sido escuchado, al menos desde 1985, y que se decidió a personarse como acusación porque lo publicado en EL MUNDO le otorgaba una prueba que antes no tenía.
Cuando acabó la sesión, García Trevijano se volvió al banquillo de los acusados. Miró a Manglano y le tendió la mano. El teniente general extendió su brazo y se la estrechó. No dijo nada. Parecía estar triste.