2001-07-01.LA RAZON.MALDITA MEMORIA JUSTO FERNANDEZ
Publicado: 2001-07-01 · Medio: LA RAZON
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¡MALDITA MEMORIA! LA RAZON 1 JULIO 2001 JUSTO FERNANDEZ El viernes me avisaron. El día 26 se iba a descubrir una placa en la calle Dr. Fleming 45, la casa donde había vivido Antonio Herrero, el periodista que, en los primeros años de la década de los noventa, había dirigido el programa de mayor audiencia de la radio española. Era el día del Debate sobre el estado de 1a Nación, se producían retrasos en los vuelos y tenía que estar de regreso, en Tenerife, la mañana siguiente. No tuve la menor duda. Por Antonio Herrero sentía respeto, agradecimiento y, sobre todo, una buena amistad. El despertador sonó a las cinco. Sorprendentemente, el avión despegaba a las 7,15, la hora señalada. Adelanté una hora el reloj y calculé que llegaría a Barajas alrededor de las once. Tenía tiempo. Durante las dos horas y cuarenta y cinco minutos de vuelo, rememoré muchos acontecimientos vividos en Antena 3 y, luego, en la COPE, las horas de avión, carretera y de hoteles compartidas; el viaje a La Palma y la visita a La Caldera de Taburiente, donde su hijo Álvaro me demostró que había cumplido demasiados años para creerme un gran andador. Mi relación con Antonio comenzó por mi actividad sindical. En los buenos y malos momentos, tuve los micrófonos de Antena 3 para explicarme o defenderme. Pasado algún tiempo, me invitó a participar en lo que fue el inicio de las tertulias radiofónicas. Cuando dimití de mis cargos en la UGT, me propuso participar como colaborador habitual de su programa, que aumentaba en audiencia y credibilidad. Tenía experiencia como entrevistado, pero ¿tendría capacidad para debatir con profesionales acreditados? La posibilidad de continuar luchando, de otra forma, contra la explotación de los trabajadores y los abusos del poder político, me hizo aceptar el ofrecimiento. Sufrimos la traumática marcha de Antena 3. No dudé en acompañar a Antonio, Manuel Martín Ferrand, José María García, Luis Herrero, Federico Jiménez Losantos y un grupo de compañeros, en la incierta aventura de incorporarse a la COPE. Por espacio de más de doce años, con absoluta libertad, cada martes, ahora, cada jueves y con medios técnicos, más modernos, durante hora y media, con el teléfono apretado a la oreja, intentando hacerme oír, he tenido el privilegio de debatir problemas de actualidad con los más importantes periodistas, los principales responsables políticos y economistas, sociólogos, jueces, escritores, catedráticos y sindicalistas destacados. Víctor Márquez Reviriego, Jaime Capmany, Ramón Tamames, Pedro J. Ramírez, Luis María Anson, Pablo Sebastián, Joaquín Navarro, Antonio Romero, Antonio García Barbeito, Francisca Sauquillo, Pilar Ferrer, Nicolás Redondo, Juan Velarde, Amando de Miguel, Jaime Peñafiel, Marisol Galdón, Jesús Cacho, José Antonio Sánchez, Fernando Sánchez Dragó, Paloma Barrientos, Paz Padilla, Chiquito de la Calzada, Luisa Palma, Antonio García Trevijano, Julián Lago y José Luis Gutiérrez fueron algunos de los nombres que colaboraron con Antonio. El consabido problema del tráfico de Madrid hizo que llegara unos minutos antes de la llegada del alcalde, José María Álvarez del Manzano. Pude saludar a Cristina Pécker, esposa de Antonio y sus hijos, sorprendiéndome cómo ha crecido Álvaro. El abrazo y los sollozos de la madre de Antonio me emocionaron. Saludé a sus hermanos y charlé con compañeros de la COPE, Carmen, Daniel, Mónica Benny y Nieves. Comenzó la sencilla y corta ceremonia. El alcalde descubrió la placa conmemorativa, y en un breve discurso puso de relieve la ambición por la libertad de Antonio Herrero, su obsesión por la verdad, su independencia y su incomodidad para el poder. Fui observando los rostros desconocidos del numeroso grupo de ciudadanos que se había congregado. Faltaban los políticos. Estaban justificados. Se celebraba el llamado debate más importante del año. Saludé a algunos dirigentes de la COPE, a José María García, Jiménez Losantos, Pablo Sebastián, Javier Gómez de Liaño y Carlos de Prada. Algunas ausencias estaban justificadas Otras, demasiado clamorosas. Sé por qué lo digo. Pocas veces he tenido una sensación tan desalentadora sobre la condición humana, el agradecimiento, la amistad y la memoria.