1993-06-30.LA VOZ DE GALICIA.MAL COMIENZO ANDRES ABERASTURI

Publicado: 1993-06-30 · Medio: LA VOZ DE GALICIA

Ver texto extraído
8 / ColaboracionesMiércoles °)ff30 de junio de 1993 \¿IBaróns de gaita e bandaLUIS VILLAMORReSULTA curioso comprobar o duelo musical protagonizado po­los gaiteiros de Victorino e as bandas de Cuiña, aínda que xa se sabe que nin os primeiros son propriedade do presidente do Parlamento, nin os chicos da banda pertencen ao caudillo do Deza. Claro que se­ría igualmente razoable poñer en solfa ambos extremos.É como se os baróns do PP tivesen decidido exhibir de súpeto, no seu desmedido afán rivalizador, as mellores partituras para ver quen é máis de engaiolar ó patrón. Victorino veu o ceo aberto cando Gon­zález lie entrou a Fraga por ai, no segundo debate televisado con Az- nar, e dende entón a ilustre profesión de gaiteiro, sexa de Melide ou de Pontenafonso, ten gañado enteiros. Pero os 3.000 gaiteiros de Nú- ñez, por imperativo dos votos, agardan tempos mellores.Quizá neste aprazamento de fol, roncón e palleta radique agora a forza da tuba e o clarinete de Cuiña, empeñado en eclipsar a gaita co son do bombardino. Descubriu que ten que anular o recurso gaiteiril de Victorino e optou polo bombo e o platiño. Leva os músicos do seu povo, en sui géneris axuste de contas, ao domicilio dun xomalista, e minimiza por unhas horas os efectos da cornamusa ourensana.Na loita pola sucesión vale todo. Cuiña imita o Victorino style, polo que unha hipotética investidura do patrón en outono poderla resultar enxordecedora jam sesión. Un cruce contra natura de Julio Iglesias, a Banda Municipal de Lalín e a Escola de Gaitas da Deputación de Ou- rense. ¿Haberá realmente oído que resista? -Sí: o de Fraga, único di­rector de orquestra, mentres os alevíns pugnan por facerse coa batuta.Mal comienzoANDRÉS ABERASTURID EBE ser que me empeño en vivir en la utopía, pero lo de la composición de la Mesa del Congreso no me termina de con­vencer. No estoy por la labor de asegurar, como Trevijano, que el consenso y el pacto sean esen­cialmente antidemocráticos, pero habrá no es convincente una Mesa de Congreso en la que no hay ni un representante del ter­cer grupo parlamentario con más votos. El problema sigue siendo el mismo: reducir la democracia a un problema de números que poco tiene que ver con la volun­tad popular. ¿Cómo esperar el cambio del cambio? ¿Cómo su­poner que el PSOE, con más problemas dentro que fuera y acostumbrado al ordeno y man­do, entienda que democracia es participación y respeto por las minorías si de entrada hacen bo­lillos para cargarse a las más re­presentativas tras el PP?No es fácil ir por la vida con una fe ciega en los partidos. Una de las cosas más divertidas de las anteriores legislaturas era oír las quejas del PSOE, de algunos del PSOE, sobre la oposición: nos gustaría es una oposición fuerte, decían. Pero la realidad es más intolerante: aquí se sienta uno del PNV que es más fácil de torear, sin ánimo de ofender, que uno de IU. Y en la Mesa se sien­ta, efectivamente, uno del PNV y a IU que le den dos duros.No es que uno esté a favor o en contra de nada ni de nadie, es que hay una realidad que se votó en el 6-J y que no está represen­tada en las cámaras recién cons­tituidas. Y superado ese primer gran fallo, hay otra realidad que es la Cámara y que no está re­presentada realmente en la mesa recién elegida. Quien hizo la ley hizo la trampa, pero quien fue capaz de levantar esta democra­cia tiene la obligación de ade­cuarla a un estado que nada tiene que ver con el de la transición.El cateto: Teorema y axiomaHACE alrededor de dos mil quinientos años que Pitá- goras puso orden de una vez por todas en materia de trián­gulos rectángulos y decidió que tuviesen dos catetos y una hipotenusa; la medida tuvo una mala acogida en un pri­mer momento porque produjo un grave excedente de hipote­nusas, pero también hubo quienes hicieron su agosto, e incluso su septiembre, fabri­cando catetos a diestro y si­niestro para poder cubrir el déficit que las normas estable­cidas por Pitágoras produje­ron al ser implantadas.Conservamos un Boletín Oficial de Samos (¡el de Gre­cia, no el de Lugo!) con el decreto-ley, también confirma de Pitágoras, que ordenaba que la suma de los cuadrados de los catetos tenía que ser igual al cuadrado de la hipo­tenusa, sin que hubiese lugar a hacer retenciones o cargar el IVA en el producto final; en tiepos del nacionalcatolicis- mio se pretendió inútilmente que los cuadrados de los cate­tos sumasen algo más en los colegios de curas que en los institutos estatales, pero la oposición clandestina supo hacer frente con valentía y eficacia a tan torpe y retrógra­da maniobra.Grados y presión precisosUna vez cumplidas las previ­siones sucesorias, hecha la re­forma democrática y consu­mada la coyunda entre el tigre y el cordero, hay consenso en que, a cero grados, a nivel del mar y a presión constante, todo triángulo rectángulo en base al Estado Español tendrá un ángulo recto que servirá precisamente para que el triángulo sea rectángulo,JUAN JOSÉ MORALEJO ÁLVAREZcomo su mismo nombre indica y la etimología no desmiente.El lector no trigonometrofíli- co se preguntará si son real­mente imprescindibles todo esos requisitos para que todo triángulo rectángulo en base al Estado Español tenga un ángulo recto.Mi deber y mi placer es pro­ceder a ejercer el magisterio al que tanto debo, entre otras cosas la nómina del feliz final de todos los meses.El ángulo recto se dará a cero grados porque a mayor temperatura podría dilatarse y pasar ya a noventa y tantos, cien,... ciento veinte... grados, y la verdad es que un triángu­lo que ya tiene que cargar con dos catetos, si además le me­temos un obtuso, en vez de rectángulo parecerá parviño de remate.El ángulo recto se dará a ni­vel del mar, pero sin meterlo en él porque, en caso de que se nos mojara o mojase, po­dría encoger, pasaría a ser agudo y ya no lo llamaríamos ángulo recto, sino ángulo ga­llego, en memoria y en honor de que Galicia es el paraíso de los agudos, aunque, ¡vaya por Dios!, tenga un cierto dé­ficit de inteligencia.Por si todavía quedaran du­das semánticas, antropológi­cas y epistemológicas, aclara­ré que entiendo por agudo el «tonto a favor».No chafe el ánguloEl ángulo recto, por último, se dará a presión constante, porque si aumentara o aumen­tase la presión, ya no sería un ángulo recto, sino un ángulo chafado.Cualquier baja en la presión podría hacer que el ángulo se nos esponjase y, el muy golfo,tendiese a abrirse, con lo cual quedaría floja y podría caerse la hipotenusa. Y el axiomático que un triángulo con sólo dos lados no es triángulo por muy catetos que esos lados sean.El caso es que todo lo que Pitágoras pudo hacer fue un teorema, es decir, un rollo del que puedes pasar totalmente mientras no te lo demuestren; el pobriño no fue capaz de lle­gar a formular un axioma, es decir, un rollo que, pongas como te pongas, te cae encima y no te vale de nada decir que no va contigo; por ejemplo, es un axioma el Ministerio de Hacienda, es un axioma la Renfe en Galicia, es un axio­ma... (Nota: el lector podrá completar los anteriores pun­tos suspensivos incluyendo el axioma o los axiomas que sean de su preferencia).Pero no todo es teoremaPero, como ya explicaremos otro día en estas mismas pági­nas, no todo es teorema en Pi­tágoras, que también acertó en algo axiomático, a saber, que, cualquiera que sea el nú­mero de triángulos rectángu­los y cualquiera que sea el nú­mero de hipotenusas, el núme­ro de los catetos siempre tien­de a infinito, esa cifra tan ca­chonda que se escribe con un ocho acostado, tal vez acosta­do para poder expresar el cansancio que produce ir por- el 96968778585868793546 y saber que estás tan cerca del infinito como cuando empe­zaste.En fechas próximas veremos cómo y por qué Pitagoras no era nada tonto y Eermat, que le chuleó el teorema, era un pájaro de cuidado.Permanezcan atentos a un servidor. ¡Gracias!Un nuevo PSOEPEDRO ALTARESG ARLOS Solchaga es ya pre­sidente y portavoz de su grupo en el Congreso. Felipe González ha logrado su objetivo, si bien ha pagado el alto costo de que ha­yan asomado nítidamente las profundas divergencias que le separan de su propio partido. Pero ni los más pesimistas ima­ginaban que la propuesta iba a encontrar tamaña resistencia, mucho menos cuando apenas hace tres semanas de una victo­ria electoral que hubiese sido inalcanzable sin él. Es muy posi­ble que el peculiar modo de ac­tuar de Felipe González haya te­nido mucho que ver con el desa­rrollo de los acontecimientos. Según todos los indicios, no con­sultó con nadie el nombramiento de Solchaga, persona que des­pierta un gran rechazo en am­plios sectores de su partido, es­pecialmente en las filas guerris- tas. De haber buscado el pacto, posiblemente no lo hubiera lo­grado, de modo que eligió la im­posición. ¿Qué hubiera pasado si la Comisión Ejecutiva rechazase la propuesta? Nadie dentro del PSOE quiere ni imaginarlo. Pero existe conciencia de que se bor­deó la catástrofe. Sin embargo, la más holgada votación del gru­po parlamentario no anula la lar­ga serie de incógnitas, entre las que no es menos importante sa­ber qué es lo que González en­tiende por el cambio del cambio y cuáles serán sus relaciones con un partido que por primera vez contesta sus decisiones.Si el nombramiento de Solcha­ga es un índice de lo que va a pasar con el nuevo gobierno, la brecha se hará cada vez mayor. Felipe González cuenta con su partido sólo después de tomar decisiones que no comparte con nadie. Los que le acusan de ce- sarismo son cada vez más. El PSOE ha entrado en una nueva etapa, de resultados inciertos, por supuesto.