2001-09-06.LA RAZON.MAGNIFICIENCIA DEL TERROR AGT

Publicado: 2001-09-06 · Medio: LA RAZON

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OPINIÓN

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LA RAZÓN
JUEVES, 6 - IX - 2001

OTRAS RAZONES

MAGNIFICIENCIA DEL TERROR
L as  operacio-

GALERA, A GALERAS

nes  de  ETA
son condena-
bles  con  indepen-
d e n c i a   d e   s u
f i n a l i dad. Asunto
distinto, al que pro-
curo  dar  satisfac-
ción, es tratar de ex-
plicarlas  por  sus
m o t iva c i o n e s ,   y
comprenderlas por su fin último. La dis-
torsión de unas y de otro no la producen
los actos de ETA, dirigidos a doblegar
con el terror las resistencias a la inde-
pendencia de Euskadi, sino la terrorífica
torpeza de esa loca fantasía de la prensa
que le atribuye motivos y finalidades in-
verosímiles, gratuitos en su crueldad y
horribles en altruismo ideológico. Los
medios  informativos  han  creado  una
imagen de ETA que movería más a irri-
sión que a espanto, si no mediara la ín-
dole mortífera de los hechos que impre-
sionan los sentidos.

Por si acaso no bastaran los motivos
verdaderos de ETA para comprender sus
acciones sangrientas, por si no fuera su-
ficiente la única idea política que pre-
tende realizar con sus agencias de terror,
los medios de comunicación la presen-
tan como una banda de asesinos y crimi-
nales comunes que se propone conseguir,
sin embargo, cosas tan desinteresadas, en
una nación que no considera suya, como
la destrucción del Estado de Derecho, la
libertad de expresión, el capitalismo o el
símbolo ideológico con el que se identi-
fica la persona o cosa agredida en cada
atentado. Si, por caso, asesina al conta-
ble de un periódico, está atentando con-
tra la libertad de expresión. Si pone un
artefacto explosivo en una sucursal de
banco, atenta contra el sistema bancario.
Si mata a un vigilante jurado, ataca sim-
bólicamente la seguridad nacional. Si re-
sulta afectada, por accidente, gente anó-
nima,  es  un  atentado  simbólico  a  la
pomposa convivencia y no a la prosaica
vivencia.

El fin singular que persigue ETA está
simbolizado en todos y cada uno de sus
atentados. La sustitución de la Indepen-
dencia de los vascos por otras ideolo-
gías vigentes en los españoles, o la adi-
ción  de  otros  designios  de  sentido
universal al signo común de los atenta-
dos, no sólo violan el primer canon del
simbolismo, que reclamaría un sólo sím-
bolo independentista para todos los crí-
menes, sino que obligan a sustituir las
banderas de señales, que ofrecen infor-
mación y dirección de sentido único en
todos los atentados, por banderas uni-
versales y abstractas, en momentos de
gran tensión emotiva. Esta transgresión
simbólica  de  lo  que  es  ETA  requiere
magnificar y pluralizar la idea orienta-
dora de sus crímenes, idealizando a és-
tos.

Ya que ETA no comete magnicidios,
desde el de Carrero, la prensa se encar-
ga  de  magnificar  todos  sus  atentados.
Tres razones concurren en los directores
de los medios para explicar que casi to-
dos ellos den rienda suelta a su impune
mentalidad aterradora, magnificando los
hechos y las intenciones reales de ETA.

Estas  tres  motiva-
ciones,  y  no  la  di-
mensión real de los
actos de terror, han
elevado  el  terroris-
mo a primera causa
de preocupación de
los  ciudadanos.  La
magnificencia  del
terror, y en eso con-
siste  el  terrorismo,
proviene de tres pulsiones de los direc-
tores  de  los  medios:  ganar  audiencia;
presumir  de  conocer,  inventándoselas,
causas alambicadas del terror; y darse la
ocasión de parecer firmes ante peligros
inexistentes, sin ser valientes frente al
único riesgo que en realidad les amenaza.
Los  dos  primeros  deseos  están  a  la
vista. Sólo el tercero, por estar oculto,
requiere demostración. Es fácil decir «no
nos moverán, no nos callarán, no cede-
remos», frente al imposible chantaje al
Estado de Derecho, a la libertad de ex-
presión, a la convivencia o al capitalis-
mo. Pero sólo el miedo puede dar razón
de que esas sentencias no se pronuncien
ante el peligro real que supone el reco-
nocimiento del derecho de autodetermi-
nación o de secesión para el País Vasco.
Derecho  que  ya  han  admitido  los  dos
magníficos del periodismo español.

AAnnttoonniioo  GGAARRCCÍÍAA  TTRREEVVIIJJAANNOO

N adie  puede

ser discrimi-
nado por cir-
cunstancias persona-
les o sociales. Forma
parte del abecé de los
derechos humanos y
está  consagrado  en
todos los textos nor-
mativos que integran
el mínimo ético de la
convivencia. Cuando no se respeta ese prin-
cipio, no existe igualdad ante la ley, sino
simple iniquidad. Si la propia ley o cual-
quier acuerdo con fuerza de ley sancionan
esta iniquidad son radicalmente nulos y de-
ben ser expulsados con pública deshonra
del ordenamiento jurídico. Acaban de ente-
rarse muchos ciudadanos de este país de
que los obispos –católicos, por supuesto–
tienen la facultad de despedir o negar nue-
vo contrato a los profesores de religión, que
ellos mismos han designado pero que son
pagados  por  el  erario  público,  si  no  dan
«testimonio de vida en la fe». Nada impor-
ta su conocimiento de la materia que im-
parten  ni  su  capacidad  pedagógica  ni  el
cumplimiento escrupuloso de sus funciones.
Si son pecadores públicos, a la calle. Esto
ha ocurrido con la profesora Resurrección
Galera, expulsada del colegio público Fe-
rrer Guardia de Almería (para colmo, con
invocación del nombre de un mártir anar-
quista) porque cometió la horrenda inmora-

HACERSE LA FOTO EN MACEDONIA
Más de un centenar de soldados es-

pañoles se encuentran en Macedo-
nia desde hace diez días formando
parte de las fuerzas de la OTAN para desar-
mar a la guerrilla separatista. La misión es
delicada y el propio titular de Defensa, Fe-
derico  Trillo,  ha  reconocido  que  no  está
exenta de riesgo. Pues bien, en este tiempo, ni
el ministro ni una comisión parlamentaria se
ha desplazado al país balcánico como gesto de
apoyo  a  las  tropas  españolas.  No  deberían,
pues, quejarse nuestros políticos de que la pro-
fesionalización del Ejército no haya calado en
la sociedad española, cuando ellos mismos son
los primeros a quien les faltan reflejos.

Asegura el espía militar que nos queda mu-
cho por aprender de nuestros aliados. Revela a
Juan Bravoque el mismo día que partieron las
tropas alemanas hacia Macedonia, una delega-
ción parlamentaria de la Unión Democristiana
(CDU), la formación política homóloga al Par-
tido Popular, viajó a este país para dar apoyo a
sus soldados. Y que incluso el ministro de De-
fensa germano, Rudolf Scharping, hizo un hue-
co en sus controvertidas vacaciones en Ma-
llorca para estar junto a sus militares. Se quejan
con amargura los nuestros de que aquí sólo se
programan viajes cuando no hay peligro... y
para hacerse la foto.

JJuuaann  BBRRAAVVOO

REBOREDO Y SAÑUDO

lidad de casarse con
un  divorciado.  Así
como  suena.  En  los
comienzos  del  siglo
XXI,  la  Inquisición
sigue funcionando y,
para  mayor  inri,  fi-
nanciada con el dine-
ro público. A la jerar-
quía eclesiástica no le
basta con la patología
moral y jurídica que implica la existencia
de la asignatura de religión –católica, por
supuesto–, ni con la facultad –vejatoria y
vergonzosa para un Estado laico– de selec-
cionar por ante sí al profesorado, ni con el
privilegio –absolutamente incompatible con
cualquier atisbo democrático y ético– de
que ese profesorado sea retribuido con car-
go al dinero público. También ejerce el po-
der de expulsar o no volver a contratar a los
profesores que no den «testimonio de vida
en la fe». En nombre del «honor de Dios»,
un obispo puede reprimir públicamente la
libertad de conciencia de cualquier profesor
de religión si éste decide casarse con perso-
na divorciada o comete cualquier otro gra-
ve pecado según la moral católica. Para és-
ta, Resurrección Galera no pasa de ser una
concubina. Lo sería «según la santa madre»,
incluso si contrae matrimonio civil con va-
rón soltero. Concubina. Barragana. Digna
de ser expulsada del paraíso docente de la
religión –católica, por supuesto– por cual-
quier obispo que decida enarbolar la espa-
da flamígera del dogma y la «virga furoris
dei».

Pero si tal realidad es indigna y reproba-
ble para cualquier entendimiento ético del
fenómeno religioso –que sólo debe afectar
al ámbito privado de la conciencia perso-
nal– en mayor medida lo es para el Gobier-
no de un Estado no confesional que pacta
con la jerarquía eclesiástica cláusulas que
permiten la felonía y propician comporta-
mientos absolutamente inmorales y anti-
constitucionales. El Gobierno sabe que ese
pacto, si «legaliza» esa iniquidad, es radi-
calmente nulo. No basta con que la minis-
tra Pilar del Castillo pida que reflexionen y
rectifiquen los obispos. Es necesario que el
Gobierno denuncie pública e institucional-
mente los acuerdos que permiten esa bar-
barie anticonstitucional. A no ser que pre-
fiera dar un «testimonio de vida en la fe» y
decidan todos sus miembros –a la cabeza,
el mismísimo Aznar– ponerse en cola ante
algún obispo procurando ser seleccionados
para impartir, dando testimonio de vida en
la fe, la asignatura de religión. Mientras tan-
to, Resurrección Galera, a galeras. El espí-
ritu de Torquemada continúa erecto y resis-
tente. Pablo Neruda habría disfrutado con
el episodio: «Otro plato de sangre para el
obispo de Almería». Ha ocurrido exacta-
mente al revés de lo que sucedía con el San-
to Oficio. Éste entregaba al hereje relapso o
a la bruja de turno al brazo secular. En el
caso de los profesores de religión, es el bra-
zo secular el que otorga al poder eclesiásti-
co la facultad de atar y desatar a los pobres
profesores de religión. Si la Inquisición eje-
cuta directa, material y formalmente el tor-
mento es porque previamente ha consegui-
do  el  «nihil  obstat»  del  poder  civil.
Fascinante.

JJooaaqquuíínn  NNAAVVAARRRROO