1995-11-12.ABC.LUIS VALLS CONVERSACION DON JUAN CARLOS SAINZ RODRIGUEZ 1969

Publicado: 1995-11-12 · Medio: ABC

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CULTURA
Luis Valls asistió a la conversación entre Don Juan
Carlos y Sainz Rodríguez el 11 de julio de 1969
Valls, que considera a Sainz Rodríguez «la eminencia gris de Don Juan», confirma que
el consejero aseguró al Príncipe que «de la reacción de su padre se encargaba él»

DOMINGO  12-11-95

Tom Burns ha conseguido  en su libro  «Conversaciones  sobre el
Rey» un testimonio especialmente difícil y de enorme importancia:
el de Luis Valls Taberner. £1 financiero ha querido estar siempre en
la sombra y es muy escurridizo. Consejero  privado de Don Juan,
fue testigo  directo  de acontecimientos  y conversaciones  claves
en la reciente  Historia de España. Valls Taberner guarda muchos
de los secretos de la Restauración de la Monarquía. Burns ha con-
seguido  hacerle  hablar. Valls Taberner  oonsidera  a  Pedro  Sainz
Rodríguez como el consejero áulico del Conde de Barcelona, y le

Madrid. S. C.
califica  de «eminencia  gris»  de Don Juan. Confirma  punto por
punto lo que se expone en el «Don Juan» de Anson sobre el papel
jugado  por Sainz  Rodríguez. Y refiere  pormenorizadamente una
conversación  clave  celebrada  en el Palacio  de la Zarzuela  entre
Don Juan Carlos y Pedro Sainz Rodríguez y que se prolongó du-
rante  tres  horas. Fue el viernes  11 de julio  de  1969. Al día si-
guiente, 12, Franco propuso at Príncipe nombrarle sucesor a título
de Rey. Gran éxito el de Tom Burns al conseguir este testimonio
excepcional, que por su interés  reproducimos  a continuación.

lo que Laureano López Rodó llamaría la
larga  marcha  hacia  la  Monarquía,  Luis
Valls Tabemer  se cruza varias  veces por
el  camino.  Aparece  ya de niño en Roma, en
plena guerra civil, donde su padre, el sabio ar-
chivero Fewan Valls i Taberner, da clases sobre
la historia  de  Cataluña  a un in-
quieto  Conde  de Barcelona que
intenta  inútilmente  alistarse  en el
bando  nacional.  (Ver apéndice 5,
página 410.) Reaparece en  1961,
ya como  alto ejecutivo  del Banco
Popular  Español,  administrando
una  suscripción  popular  que
aportaría liquidez económica a los
recién casados Don Juan Carlos y
Doña Sofía.

A Valls le conocía desde  hace tiempo en su
faceta de banquero  por ser la institución que
dirige una de las más admiradas internacional-
mente en el sector financiero. Según avanzaba
en la elaboración de este libro caí en la cuenta
de que su testimonio  sobre  la Monarquía me
era imprescindible por varias razones y por un
episodio  en concreto,  cuya  pista  reveló  Luis
María Anson en su biografía de Don Juan, que
considero fundamental.

El episodio  es la audiencia, de la que Valls
es  testigo,  que Don Juan  Carlos  concede a
Pedro  Sainz  Rodríguez,  el veterano conspira-
dor  monárquico  y  consejero  clave  de Don
Juan, durante tres  horas en la mañana del 11
de julio de 1969. En la tarde del día siguiente el
Príncipe  acude  a El Pardo, donde  Franco le
notifica que sería sucesor  suyo a título de rey.
La última parte de mi conversación con Valls se
centra en aquel encuentro de La Zarzuela.

Pienso  que el testimonio  de Valls  sobre la
audiencia  concedida a Sainz  Rodríguez apun-
tala la tesis avanzada por Anson sobre la «es-
trategia  bifronte»  de  la causa  monárquica.
Sainz Rodríguez sería o bien el gran estratega
o bien el eficaz colaborador de un pacto dinás-
tico entre el padre y el hijo para restaurar la Co-
rona.  SI esto  fue efectivamente  así, el pacto
existió, no hubo  ningún  peligro  real, ni enton-
ces  ni después,  de un enfrentamiento  entre
Don Juan y Don Juan Carlos y la meta de una
democracia  plena, asegurada por una Monar-
quía  parlamentaria,  se vislumbraba  desde  el
mismo instante en el que Franco le anuncia su
decisión a Don Juan Carlos.

Valls se reveló a lo largo de la conversación

der  lo que fue la misión  fundamental  de los
mejores asesores que tuvo el Conde de Barce-
lona.

En época en la que Valls hace de «secreta-
rio», como le gusta decir, de Sainz Rodríguez,
cuenta  entre  sus múltiples  obligaciones  la de

Estábamos por la institución  de la
Monarquía y  la institución  la
representaban Don Juan  y
Don Juan Carlos»

presidir  una sociedad  anónima  llamada Fo-
mento de Actividades  Culturales,  Económicas
y Sociales (FACES), que contaba entre sus ac-
tivos el diario «Madrid». La sociedad, ya prácti-
camente olvidada, merece una breve reflexión.
Valls, que funda  FACES en  1961, dice que
buscaba  imitar los clubes  políticos  en Francia
que ayudaron, como foro de discusión, la tran-
sición entre la agonizante Cuarta República y la
Quinta  que  llega  con el  general  De Gaulle:
«Como los que promocionaron aquellos clubes
franceses,  queríamos  evitar  una ruptura  entre
derecha e izquierda, entre totalitarios y demó-
cratas, y salvar una continuidad,  idealmente a
través de la Monarquía, creando cuerpos inter-
medios».

kREO  que la madrugadora  iniciativa de
FACES,  como  el valiente  diario  de su
propiedad  que fue tan  esperpéntica-
mente  cerrado  y  dinamitado  por el régimen,
aportando  toneladas  enteras  de  granos  de
arena  al consenso  nacional  que permitiría la
transición  política  a comienzo  del reinado de
Don Juan Carlos.

Valls reunió entre los accionistas de la socie-
dad a destacados juanistas como el empresa-
rio  Juan  Herrera,  el  doctor  López  Ibor  y el
conde de los Gaitanes, y a camisas  viejas fa-
langistas, ex combatientes de la División Azul,
como  Alfredo  Jiménez  Millas,  que fue vicese-
cretario  general  de! Movimiento,  y el general
Tomás García Rebull.

Impulsad©  por Valls,  FACES  reúne  tanto al
Consejo  Privado  del  Conde  de  Barcelona
como  al Consejo  Nacional de Franco y, vista
así la sociedad constituye, en toda la regla, un

ensayo general de la Monarquía de toctos, que
consolida el heredero del primero y el sucesor
del segundo.

T.B.M. -  El contacto con la Familia Real co-

mienza en el exilio.

L.V. -  Pues sí. Al comenzar la guerra civil sa-
limos  de  España  y acabamos en
Roma,  donde  mi padre  da clases
sobre la historia de Cataluña a Don
Juan.

T.B.M.  -  Fue una tarea  seme-
jante  a la que haría  Martín de Ri-
quer con Don Juan Carlos más de
veinte  años  después,  cuando  el
Príncipe  comenzaba  sus estudios
universitarios en la Casita de Arriba
de El Escorial y venía una plantilla de profeso-
res a darle clases.

L.V. -  Exactamente.  Hay una continuación y
una  idea  constante,  que es la de conocer  la
realidad  catalana.  Don Juan  le diría  luego al
Príncipe aquello de que tenía que tenía que ir a
Cataluña y hablar en catalán.

T.B.M. -  Y es por aquel  recuerdo  de Roma
por  lo que usted forma  parte del Consejo Pri-
vado de Don Juan.

L.V. -  Bueno, yo entonces era un niño. La in-

vitación  a formar  parte  del  Consejo  Privado
surge después de la actividad que tuve en una
comisión nacional  monárquica que se formó a
raíz de la boda del Príncipe y Doña Sofía. Me
incluyó  en ella  Alfonso  García  Valdecasas y
éramos  una treintena en la comisión.  Su idea
era reunir  a gentes  de distintas  procedencias
que juntos  representaríamos  a algo  bastante
amplio para apoyar a los Príncipes.

T.B.M.  -  Esa comisión  era una manera de
poner  las cartas  encima  de la mesa y decla-
rarse.

L.V.  -  Puede  ser.  Lo  que parece  mentira
años más tarde y a estas alturas es que hubo
una sola  referencia  a la labor  de la comisión,
que consistía en crear un ambiente en favor de
la boda de Atenas, en la prensa. Nuestra acti-
vidad se censuró por temor a que lo que real-
mente  estábamos  haciendo  era organizar un
referéndum a favor de la restauración de la Mo-
narquía. Me acuerdo de que aparecíamos en la
comisión  por orden  alfabético,  con lo cual lo
encabezaba  Cayetana,  la duquesa de Alba, y
yo,  como  Valls,  era el último  porque  no creo
que me siguiese nadie.

T.B.M. -  Bueno, los últimos  serían en cierto
modo  los primeros  en este  caso,
como  en tantos  otros.  Usted, su-
pongo,  se ocupaba  de las pese-
tas.  Luis María Anson escribe que
usted,  «discreto y eficaz, resolverá
los  pequeños  problemas  de la in-
tendencia  personal»  cuando  los
Príncipes  se instalan en el palacio

como un muy discreto y útilísimo
miembro  del Consejo  Privado de
Don Juan. La descripción  de sw
labor -sumar gente, como ef Intré-
pido  Antonio García-Trevijano, y
abrir puertas, como la de la Direc-
ción  General  de  Seguridad  del
Estado franquista- ayuda a enten-

«Lo que me parece comprensible es
que quienes  eran políticos  en
potencia  se sentirían  incómodos
como miembros  del Consejo Privado»

ABC (Madrid) - 12/11/1995, Página 70
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