1976-11-15.CAMBIO16.LOS SELLOS DE GUINEA

Publicado: 1976-11-15 · Medio: CAMBIO16

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LOS SELLOS  DE GUINEA

Papel pringado

Si Antonio  García-Trevijano  -hasta hace
tres semanas,  representante  del Grupo In-
dependiente  en  Coordinación  Democráti-
ca, órgano  unitario  de  la oposición-,  per-
cibió cuarenta  y cinco millones de  pesetas
en nueve años  (ver CAMBIO16,  número
255) como árbitro  de  un contrato de exclu-
siva  para la confección  y venta de sellos
entre  el Gobierno  de Guinea y el comer-
ciante  filatélico  Dragomir  Porodanov,  sus
sucesores en el arbitraje,  los  hermanos
Carlos  y  Diego  Fleitas  Alonso, le han
superado  con creces. El concesionario
que  sucedió  a Porodanov, el argentino
Juan  Carlos Marino Montero,  les pronrc-
tió treinta  y un millones seiscientas nril
pesetas anuales.

Dentro  de la picaresca  internacion¿rl  fi-
latélica, el caso de  Guinea tenía  algo  tlc
original.  El Gobierno  designó a persona\
de confianza,  como  Antonio  García-Trc-
vijano  primero,  y después a los  hermanos
Fleitas,  propietarios  de la agencia de  Via-
jes  Fernando  Poo,  como  delegados-árhi-
tros del conlrato.  en el que se especifi.:r
que  el concesionario debe  abonar  al árbi-
tro «por  su  gestión coordinadora  e intcl-
mediaria,  la cantidad trimestral convcni-
da previamente.  Esta cantidad  se fijii cn
dos millones  ochocientas  mil pesetas  me n-
suales, según  afirma el segundo concesio-
nario  de los sellos  de Guinea Ecuatorial.
Juan  Carlos Marino Montero.  a camhio
de la exclusiva de la emisión y el enc¿trg()
de que el Gobierno los pusiera  en cilculrr-
ción. Para cualquier  conflicto que surgic-
se las partes  se comprometían  a poncr:c
en  manos  del árbitro.

Las diferencias  surgieron  enseguida.  Dc

las emisiones hech¿rs pot Marino sólo  se
puso  en circulación  la primera denomina-
da  "presidente  Macías",  mientras  que  los
sellos  de las posteriores  emisiones.  que
representaban  más de ciento cincuenta
mil dólares  en gastos de imprenta,  sólo
eran un montón  de papelitos  de colores,
porque  no  fueron  puestos en  circulación
y por  tanto carecen  de valor filatélico.
Entretanto,  los sellos que se  pusieron
en circulacirin son los quc  tenía la mujer
dcl primer concesionario.  Porociunov.  en
:tt porlet'tlesde la mucr-lc  tlc su rn¿rlido.

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PRESIDENTE  MACIAS

UNA  EDICION  OUE  COSTO CARA

Ante esta  situación,  Marino Montero,  ex
diplomático  argentino, decidió fundar una
sociedad  con José Luis de  la Granja (em-
pleado  de los Fleitas),  a la que se endosó
el contrato  en exclusiva de emisión  de
sellos.

Según  un experto  comerciante  interna-
cional  consultado  por  CAMBIOI6,  este
baile  de  millones  es «absolutamente  exa-
gerado".  "Seguramente  -dice- Marino
Montero  ofreció  la posibilidad  de cambiar
sus dos millones  ochocientas mil pesetas
mensuales  para hacerse con el contrato
sin  pensar nunca  en pagar  tanto.  Los Flei-
tas se olerían un gran negocio y por esto
han querido  pasar  a la sociedad  a través
de  su empleado..

La aventura de los sellos guineanos  se
complicaría  aún más con la denuncia  plan-
teada  ante el Juzgado  número  12 de Ma-
drid. contra desconocidos  por distribu-
e irin ilegal  de sellos de Guinea.  Tal  denun-
cirr la interpuso, según Marino  Montero,
cl cncargado  de negocios de Guinea  en
l:spaña, Ndongo Nangale,  a instancias  de
los Fleitas.  Cuando la denuncia  se retiró
posteriormente,  ya había sido  llamado  a
ilcclarar  un  primo  lejano  de Dragomir  Po-
rodanov, propietario  de  la agencia Filanu-
rrrismática Atanas  Kesisov.  Según  Marino
\lontero el encargado  de  negocios,  ahora
n() pega  ni sello, por estar  encarcelado  en
( i uinea.

[-n estos momentos  no se sabe quién  es
cl representante de los sellos  guineanos
que tan pingües  ingresos  parecía  propor-
e i«rn¿rr.  Las emisiones  Porodanov,  arbit'ra-
tiiis por Trevijano,  siguen saliendo  al mer-
eado,  probablemertte desde Sudamérica,
tlonde está su viuda,  y pueden  comprarse
t'¡l \lcmania  y SUiza.  mientras sus posee-
rlores  actuales  se encuentran  con un con-
lr'irto  que  no les vale  de  nada,  y con un
nrontón de sellos  que sólo valen  su peso,
en  papel.

El timo de la estampita
Para muchos países  pequeños  el valor económico que supo-
ne la venta de sellos  a los miles de coleccionistas de  todo  el
mundo  representa  un capítulo  de divisas  muy importante  y
ello da lugar a una  proliferación  de emisiones  que los aficio-
nados llaman «especulativas" o "filatélicas». Para promocio-
nar  al máximo  este tipo  de emisiones, que las casas impor-
tantes  de filatélia  consideran  «poco serias",  los Gobiernos
establecen  un contrato con comerciantes  internacionales  que,
en muchas  ocasiones,  se encargan  directamente  de imprimir
y distribuir  en exclusiva  a todo el mundo.  Normalmente  el
concesionario  se adjudica  la exclusiva  por concurso  y paga
una  cantidad  al Estado  además  de proveerle  gratuitamente
de  todos los sellos que necesite.

Parece  que este  negocio fue sugerido  por  la práctica común
en las  naciones  socialistas  de enviar como  ayuda  del Socorro
Rojo  Internacional  una parte de sus emisiones  mataselladas
a los países amigos. Luego  la picaresca en torno al negocio
se fue complicando.

En muchas'ocasiones  ni siquiera se establece  un  contrato
y son los propios  ministros  o altos funcionarios  de los que
depende  Correos los que «sustraen»  las emisiones  recién
salidas  de la imprenta.  Por una cantidad  que oscila  entre  el
medio  millón  y varios millones de  pesetas la entregan  a algún
comerciante  internacional  que destruye una parte importante
de la emisión  para que  suba de precio  y sólo  una  ínfima

EL  .SELLO» EXISTE;  EL PAIS, NO

cantidad  pasa  por las estafetas  de Correos.  Así el sello
"circula» y obtiene la legalidad.
Prácticas  de este tipo son muy corrientes en pequeños
países  americanos y africanos.  La picaresca  ha llegado  en
algunos  casos a extremos de  inventarse un país para vender
sus sellos. La república  de Maiuku Selatan no existe;  sin
embargo,  se han editado  sellos de este país que  algunos
coleccionistas incautos han  comprado.  Y este no es un caso
aislado.

N."258/15-11-76

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