2001-11-05.LA RAZON.LO QUE SIMBOLIZA BEN LADEN AGT

Publicado: 2001-11-05 · Medio: LA RAZON

Ver texto extraído
OPINIÓN

26

LA RAZÓN
LUNES, 5 - XI - 2001

OTRAS RAZONES

LO QUE SIMBOLIZA BEN LADEN

EL OPORTUNISMO DE MOHAMED VI
U na crítica a un

Salvo  en  Tur-

quía, el mundo
musulmán  no
tiene  una  filosofía
política 
indepen-
diente de la teología.
El  Corán  es  una
conciencia  y  una
bandera.  Esto  hace
muy difícil la com-
prensión del sentido
de  los  acontecimientos  en  esos  países.
Los entendemos equivocada o confusa-
mente a causa de hábitos mentales que
ellos no tienen. Para acercarnos a su pro-
pia visión, tendríamos que situarnos en
la perspectiva de los súbditos del viejo
Estado Vaticano, cuando el Papa, además
de representar a Dios y vicariar a Cristo,
era el soberano político. Una situación
que duró hasta que el tratado de Letrán
lo restringió a la Ciudad del Vaticano en
1929. Aquel estado teocrático y papal era
lo más parecido en Occidente a la teoría
y la práctica del califato o del imanato.
Las actuales monarquías y emiratos ára-
bes concebidos como reinos soberanos,
suponen una degeneración de la sobera-
nía, exclusiva de Alá.  

A finales del siglo XVIII, el filósofo
Mohamed Ibn Abd al Wahhàb actualizó
la doctrina clásica de Ibn Taimiyya, so-
bre la negación de la obligatoriedad del
califato y la suficiencia del respeto a la
ley islámica (sahri’a), para legitimar la
soberanía de la Casa de Saud. El oportu-
nismo teológico de esta teoría hizo del
«wahhàbismo» el dogma oficial en Ara-
bia Saudí y el pretexto de que se valieron
sus príncipes para acatar el orden colo-
nial. 

La oposición a la corrupción del Islam
colonizado  comenzó  con Afghani  y  el
gran mufti de Egipto, Mohamed Abdu.
Estos dos admiradores de Lutero propu-
sieron la reforma de la «sahri’a» en una
línea modernista, que culminaría Rashid
Rida en el primer tercio del siglo XX. La
nueva idea de la soberanía popular se en-
marcó, con arreglo a preceptos de la ju-
risprudencia casuística, en el ámbito del
consejo eclesiástico o la consulta («shu-
ra»). Ha supuesto una catástrofe cultural
que estos reformistas no se basaran en la
concepción averroísta del «propósito» de
la ley («maqásid al-shari’a») para asimi-
larla  a  la  idea  protestante  del  derecho
natural y hacer realidad la «doble ver-
dad» de la razón y la fe.

Resulta irónico que el cordobés Ave-
rróes influyera tanto en el Renacimiento
italiano y casi nada en el reformismo mo-
derno de la ley islámica. 

El fracaso de las corrientes modernis-
tas en la regeneración del dogma y del
consenso musulmán dejó el campo libre,
como única vía de salvación, a la emula-
ción popular («salafiyya») de Mahoma
cuando  voló  desde  la  Meca  a  Medina
(«hijra») para alejarse de la sociedad co-
rrupta. La teoría salafita considera que,
fuera de la «hijra», la sociedad está co-
rrompida y sumisa ante la impiedad de
sus gobernantes occidentalizados. El re-
medio lo pone en una sublevación popu-
lar y militar que asiente el sistema polí-
tico  en  la  imitación  de  los  paradigmas
piadosos de los seguidores del Profeta. 

que 

Jomeini 

funda-
mentó en la sobera-
nía de Alá el corola-
la
de 
rio 
vizrregencia 
del
mundo corresponde
a  los  eclesiásticos,
por
representado 
una persona (Irán) o
un colegio (Afganis-
tán).
La función del poder político consiste
en  supervisar  y  controlar  el  estableci-
miento de un orden salafita. Las conse-
cuencias  de  esta  concepción  despótica
del shiismo están siendo combatidas por
la tendencia radical y modernista de Abol
Hassa Bani Sadr, basada en la generali-
zación del imanato, o sea, en la extensión
a todo individuo de la capacidad de ejer-
cer el juicio y comportarse como un ecle-
siástico piadoso.

Aquí se reconcilia la doble verdad de
Averróes: La letra de la shari’a (dogma)
es adecuada por todos a su propósito ra-
cional. La verdad percibida por la masa
no puede contradecir la deducida por los
eclesiásticos. Ben Laden adquiere la di-
mensión de héroe popular del Islam por-
que encarna el símbolo de esta síntesis
heterodoxa. 

AAnnttoonniioo  GGAARRCCÍÍAA TTRREEVVIIJJAANNOO

gobierno  no
ha de ser con-
fundida con un ataque
a la sociedad que vive
bajo éste, salvo en la
medida en que  alcan-
za a los sectores que
apoyen la política cri-
ticada. En mi anterior
artículo  me  refería  a
los EE UU. Ahora querría realizar análoga
puntualización respecto a Marruecos. Con
mayor razón, pues si los estadounidenses par-
tidarios de la actuales decisiones presiden-
ciales, pueden alegar que Bush representa a
una mayoría votante –por más que el resulta-
do de los comicios sea dudoso y se dé dentro
de un sistema electoral tan imperfecto como
el de los EE UU– Mohamed VI, en ningún
momento ha sido elegido por el pueblo. Y no
se limita a reinar, sino que realmente ejerce
como gobernante, dentro de un entramado de
intereses oligárquicos –uno de los sentidos de
la peculiar estructura conocida como «maz-
jén»–  en  que  el  ejército  cuenta  poderosa-
mente. Por añadidura, no sólo es gobernante,
sino en su condición de Emir al Muminin
(Comendador de los Creyentes) es dueño de
las conciencias en esta medieval teocracia, en
la cual las promesas de apertura democrática
parecen haberse evaporado. Por ello querría
expresar,  al  par  que  mi  crítica  al  régimen

ADIVINA QUIÉN VIENE

N unca he visto que un reparto de traba-

jos dé tanto juego como el que ha he-
cho Aznar para el Congreso del PP. El
interés está en la historia de la sucesión. Pero la-
mento constatar que las cosas están como esta-
ban: sigue habiendo «cuatro o cinco» candida-
tos y ningún delfín claro. Con tanto repartir y
equilibrar, Aznar los ha metido a todos, o casi.
Porque falta uno. Pero de éste no vamos a ha-
blar todavía, vaya a ser que luego digan que lo
gafamos. De los afortunados tocados con el de-
do aznariano, merece la pena destacar a Rato
porque acaba de superar la cruz de Gescartera y
yo diría que con nota, aunque también con la in-
estimable ayuda de la oposición del PSOE que
¡madre mía qué estrategia! Al día siguiente Ra-

to les llamó «muertos vi-
vientes» con el ejemplo de
la película «Los Otros» y
puso  el  dedo  en  la  llaga.
Pero, salvando Rato y vol-
viendo al congreso, la me-
jor  recomendación  para
quien quiera saber por dón-
de van los tiros es pregun-
tarle a Javier Arenas. De todos, el que se siente
más «tranquilo» y además ha dado un dato re-
velador: será conocido y tendrá experiencia de
gobierno. ¿Adivinan? ¿No? No se preocupen,
siempre nos quedará Aznar: ¿Sucesión? «¿La
de quién?», dixit. 

LLuuiissaa  PPAALLMMAA

REBOREDO Y SAÑUDO

alauita, mi solidaridad
con los sectores opri-
midos del pueblo ma-
rroquí y especialmen-
te con sus inmigrantes,
tanto en España como
en el conjunto de Eu-
ropa.. Víctimas, en pri-
mer lugar, de un orden
internacional  injusto.
Que sume en la mise-
ria al Tercer Mundo, al cual, la monarquía
marroquí añade un despotismo y una falta de
sentido social que obliga a sus súbditos a huir
hacia otras tierras,  sin encontrar tampoco por
parte de nuestros gobernantes la acogida que
merecen. Mas, en este desorden internacio-
nal, los monarcas alauitas y sus gobiernos se
manejan con gran habilidad. Los últimos in-
cidentes, con la llamada de su Embajador a
Rabat y las críticas hechas por el ministro de
Asuntos Exteriores a la política española en
relación con Marruecos, han producido sor-
presa, tanto en el gobierno como en la oposi-
ción. También han extrañado a especialistas
extranjeros en el mundo marroquí, como J. P.
Tuquoi en reciente declaraciones. Y, sin du-
da, gran parte de las quejas o acusaciones, an-
tes aludidas, formuladas por el ministro de
Asuntos Exteriores contra la política españo-
la, en realidad se vuelven contra Marruecos.
Tal ocurre con la cerrazón en la cuestión de
los caladeros, guiada por intereses de lobbies
marroquíes –como finalmente se ha visto– o
en la situación social que obliga a emigrar a
tantos hombres y mujeres. Y, sobre todo, en
el aplastamiento del pueblo saharaui.

No deberíamos sorprendernos. Es una po-
lítica calculada con singular oportunismo.
Pensemos en que faltan sólo dos meses para
que  el  Consejo  de  Seguridad  de  la  ONU
vuelva a pronunciarse sobre la situación en el
Sahara. Y observemos la coyuntura interna-
cional. En ella Mohamed VI se siente forta-
lecido. En medio de las conmociones que
agitan a países musulmanes como Pakistán,
Arabia Saudí o Egipto trata de capitalizar su
condición de aliado incondicional de los EE
UU y su creencia de que la oposición isla-
mista no representa un peligro, aunque ello
no esté tan claro, según especialistas como
Laura Feliu. De aquí la actitud desafiante y el
intento de arrastrar la adhesión popular, le-
vantando ante ella la integración del Sahara
Occidental. Tal ocupación de un pueblo y un
territorio, sin respetar a las decisiones de las
Naciones Unidas, bloqueando arteramente el
referéndum, expulsando a la población autóc-
tona y sustituyéndola por colonos marroquíes,
aquellos que aclaman al monarca en su tea-
trero viaje, es algo intolerable y constituye una
vergüenza para España, que abandonó al pue-
blo saharaui. Además, el plan Baker, la mera
concesión de autonomía –bajo el ejército y la
policía de Rabat, por añadidura– no es sino
una forma de satisfacer la invasión marroquí.
Si algo muestra claramente la inexistencia de
un Derecho en las relaciones internacionales
es el contraste entre las guerras emprendidas
con pretexto de defender a Kuwait o a los al-
banokosovares y la pasividad ante el aplasta-
miento del pueblo saharaui. Es con él, seño-
res del Gobierno y de la oposición socialista,
con quien debemos preocuparnos de mante-
ner por ética, por Derecho y por interés pro-
pio buenas relaciones. 

CCaarrllooss  PPAARRÍÍSS